Ciudad de México.- Con voz firme, Omar García Harfuch, titular de la SSPC, anunció el golpe más contundente de este sexenio contra el robo de hidrocarburos. “Hoy desarticulamos una organización criminal que operaba con impunidad en el centro del país”, declaró frente al gabinete de seguridad.
Detalló que tras seis meses de inteligencia, ejecutaron 12 cateos simultáneos en Edomex, CDMX y Querétaro. “Detuvimos a 32 personas, incluidos los tres cabecillas que coordinaban extracción, transporte y corrupción”, precisó.
“Cirio Sergio ‘N’ era el cerebro operativo. Luis Miguel ‘N’ movía el combustible robado. Heréndira ‘N’ compraba complicidades oficiales”, reveló. Los tres tenían órdenes de aprehensión por delincuencia organizada.
En Ixtlahuaca, Estado de México, cayeron 15 integrantes de la banda. Se incautaron vehículos blindados, pipas de gas, animales exóticos y más de 700 cartuchos útiles. Los animales, incluyendo un cachorro de jaguar, fueron entregados a la Profepa.
En Tlalpan, Ciudad de México, capturaron a Luis Miguel “N”, responsable del traslado de combustible en Querétaro, Hidalgo y Estado de México. En Polotitlán, un restaurante sirvió de fachada para almacenar pipas, tractocamiones y medicamentos controlados.
En Nopaltepec, Huehuetoca, Ecatepec y Jilotepec, detuvieron a ocho personas, entre ellas Aurelio “N”, operador financiero, e Israel “N”, falsificador de documentos para legalizar combustible robado. Se aseguraron 13 camiones, armas y equipo de videovigilancia.
En Querétaro, arrestaron a Heréndira “N”, presunta negociadora con autoridades. En Coahuila, una acción paralela decomisó casi dos millones de litros de hidrocarburo y detuvo a 11 personas vinculadas a un caso previo en Tamaulipas.
El saldo total: 21 tractocamiones, 14 semirremolques, 48 vehículos de lujo, 36 armas, 16 millones de pesos y dos tomas clandestinas clausuradas. García Harfuch celebró el golpe a las finanzas del crimen, pero omitió mencionar la red de complicidades oficiales que permitió su operación.
La SSPC, Sedena, Semar, FGR y GN presumieron coordinación. Sin embargo, la persistencia del huachicol exige más que operativos mediáticos: requiere atajar la corrupción que lo alimenta. Los datos son contundentes; la impunidad, aún más.
LNY/Redacción