"Los medios no toman en serio la defensa de los DH”
México, D.F.- “Mi esparcimiento son las mujeres, y mujer que me gusta, mujer que se lo digo… ¡Usted me gusta¡ Tiene muy bonitos pechos. ¿Se los puedo tocar?”, así recordó la periodista Sanjuana Martínez la proposición que le hizo el general retirado Carlos Bibiano Villa, durante la entrevista que le realizó hace unos meses en Torreón, Coahuila; una anécdota con la que ejemplificó el sexismo y machismo al que se enfrentan las mujeres que, como ella, ejercen el periodismo.
Aunque finalmente respondió a la pregunta con una indignada negativa, Martínez subrayó que este tipo de hechos son muy comunes dentro del ámbito periodístico, no sólo por parte de los hombres, incluidos los jefes o compañeros de redacción, sino también por parte de las mismas mujeres.
Para la autora de libros como “La cara oculta del Vaticano”, el sexismo se hace presente desde el momento en que se les asigna a las periodistas la fuente o sección de trabajo, que por lo regular, afirmó, es la de sociales, espectáculos o cultura.
“Las mujeres tienen que opinar pero de chismorreo, de cosas frívolas, cuidado quieras hablar de política o de temas que requieran de análisis complejos, porque entonces ya no se te permite. Recuerdo que en mis inicios una de las fuentes que quería cubrir era ‘guerra’, y la respuesta que recibí fue ‘no, porque eres mujer’”.
Durante la conferencia “Así o más liosas”, la periodista Lydia Cacho señaló que, a diferencia de los hombres, ellas tienen que sustraerse de su “ser mujer” para sobrevivir en este medio, además de que investigar como reportera es más difícil que hacerlo como reportero.
“Recuerdo que al estar en Camboya, como parte de una investigación sobre trata de niñas y adolescentes que hice para uno de mis libros, la única opción que tuve para entrar a los sitios donde las tenían fue hacerme pasar por bailarina o trabajadora sexual, lo que implicó un mayor riesgo; en cambio un hombre, como cliente, pudo haber pasado sin problema”.
De acuerdo con Cacho, otra de las ideas sexistas que acompañan a las mujeres en su paso por la labor periodística es la que consiste en suponer que no piensan por sí mismas, sino que reciben ayuda de los hombres, novios, amigos, o padrinos, quienes las llevan al lugar en el que están.
“Se piensa que la mente brillante detrás de una mujer es un hombre; en cambio, la mente estúpida detrás de un hombre es la de una mujer”, explicó la periodista.
La columnista Katia D’Artigues apuntó que una mujer siempre está bajo sospecha en los medios de comunicación, pues se supone que con alguien “se acostó” cada que alcanza un logro profesional.
Sin embargo, para erradicar no sólo éste, sino cualquier tipo de discriminación, la periodista se dijo convencida del papel que juegan los medios de comunicación.
“¿Por qué no es nota de primera plana el acoso sexual en contra de una mujer? ¿Por qué no es nota de primera plana la discriminación hacia las parejas del mismo sexo que no tienen los mismos derechos, como cualquier otra pareja, ante las instituciones de seguridad social? Sencillo: Porque los medios de comunicación no nos tomamos en serio la defensa de los Derechos Humanos”.
A pesar de ésto, las periodistas reconocieron que son precisamente las mujeres quienes más trabajan los llamados “temas escabrosos”, tales como delincuencia organizada, redes de prostitución infantil o pederastia clerical, algo que las mantiene constantemente “al borde del precipicio”.
“Estar en el precipicio es el lugar que hemos elegido. Cuando trabajamos temas terribles como los que hemos trabajado hay días buenos y días malos, en los que llegas a pensar ‘¿de qué sirve todo lo que estoy haciendo?’, pero finalmente te respondes ‘sí sirve’, porque es el camino que hemos elegido, para mejorar este país, para que sea más democrático, tolerante, donde se respeten los Derechos Humanos de todas y todos y donde podamos vivir en paz”.
La conferencia “Así o más liosas” se realizó en el Centro Nacional de las Artes, como parte del Noveno Festival Internacional de Cabaret “Sobrebebiendo el sexenio”.
Por Guillermo Montalvo Fuentes/CIMAC