miércoles, diciembre 10, 2025
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La Casa de los Perros | Zacatecas y la candidatura imposible

CLAUDIA G. VALDÉS DÍAZ

En política, las decisiones no se toman: se negocian. Y Zacatecas, ese territorio donde los apellidos pesan más que los votos, avanza hacia 2027 como quien cruza un campo minado con los ojos vendados. Cada paso es una concesión; cada silencio, un pacto. Nada ocurre por convicción: todo responde a un equilibrio precario entre reglas no escritas, cuotas impuestas y una familia que convirtió al estado en su hacienda emocional.

La candidatura de la 4T en Zacatecas se cocina en ese clima de tensiones cruzadas. Desde la Ciudad de México llegó una instrucción disfrazada de estadística: Zacatecas será para un hombre. No porque aquí no haya mujeres competitivas —aunque los números digan otra cosa—, sino porque la cuota de género ya se pagó en otros estados. El país exige nueve abanderadas y Morena ya las tiene repartidas. El mensaje es simple: la paridad se cumple en conjunto, no en cada entidad. Zacatecas fue el plato que quedó libre en la mesa.

Detrás de esa resolución late un cálculo más frío: la rentabilidad electoral. En un estado donde 49% de la población nombra a la inseguridad como su mayor temor, quien compita necesitará más que discursos. Morena revisó sus números. Los candidatos hombres doblan, triplican o simplemente superan a la carta femenina del todavía inquilino de La Casa de los Perros. Si se quiere ganar, dicen, se debe apostar por el perfil menos vulnerable.

La lógica nacional, sin embargo, se cruza con el laberinto local. Ahí aparecen los vetos: ese instrumento silencioso con el que se decide quién no será, sin importar cuántos lo quieran o qué tan alto mida en encuestas.

Ahí está Ulises Mejía Haro, puntero con 26.81%. Un aspirante que, en cualquier otro estado, sería candidato natural. Pero en Zacatecas carga un pecado imperdonable: no pertenece, ni obedece, al grupo en el poder. David Monreal lo veta. No porque sea débil, sino porque es fuerte. Y lo odia.

Luego está Geovanna Bañuelos, respaldada por un PT que se ha dedicado a reconstruir territorio con disciplina militar. La senadora representa algo que incomoda al palacio de cantera: autonomía. No vota por consigna. No recibe órdenes. No pide permiso. Y en Zacatecas, donde la gobernabilidad se ha vuelto sinónimo de control, eso se interpreta como un desafío. También recibe su veto.

La tercera pieza del tablero es Verónica Díaz, baja en encuestas y alta en cercanía con el gobernador. Es la favorita de David Monreal, la carta emocional de una sucesión que él quisiera moldear a su imagen. Pero la política nacional no responde a los anhelos personales.

La consigna contra el nepotismo, recordada públicamente por Claudia Sheinbaum, convierte esa aspiración en riesgo. El veto aquí no llega desde fuera: lo coloca el propio Ricardo Monreal, que entiende mejor que nadie el costo político de un error familiar. Vetar a la cuñada es, para él, un acto de contención: proteger al clan de sí mismo.

Tres aspirantes. Tres vetos. Una paradoja: Morena tiene demasiadas cartas y, al mismo tiempo, ninguna.

Cuando el poder se empantana, la política busca salidas laterales. Así asoma el PVEM, ese aliado silencioso que entiende el arte de esperar. Si Morena no puede postular a su puntero; si el PT no afloja; si el grupo gobernante insiste y la ley bloquea; si la cuota exige un hombre; si la unidad se resquebraja… ¿quién queda?

Queda Carlos Puente Salas.

No encabeza encuestas internas. No desata pasiones. No representa una amenaza geológica para nadie. Y esa es precisamente su fuerza. En un estado desgarrado por vetos cruzados, Puente es la tabla de salvación que no reclama, no incomoda, no dividirá. El hombre que puede garantizar la foto de unidad sin que nadie pierda la cara.

El PVEM, además, juega un rol nacional clave para la 4T. Premiarlo en Zacatecas es un gesto estratégico hacia 2027. Aporta equilibrio en un tablero que se inclina hacia el caos.

Morena lo sabe bien: Zacatecas es su territorio más doloroso. La percepción social está marcada por la violencia, la corrupción y un hartazgo que se respira. Perder el estado por una mala candidatura sería un lujo suicida. Y eso vuelve a Puente la salida negociada más racional.

La política, a veces, se parece al póker: uno puede tener la mejor mano y aun así perder por no leer la mesa. Morena tiene los votos, tiene la delantera, tiene el tiempo. Pero las reglas internas —nepotismo, vetos, cuotas— le obligan a tirar sus mejores cartas y apostarlo todo a una figura que no estaba en el inicio de la partida.

En Zacatecas, la gubernatura no se definirá por pasión, liderazgo o épica. Se decidirá por eliminación. Y, en esa criba silenciosa, el candidato será quien menos estorbe. Un hombre, sí. Pero, sobre todo, un acuerdo.

Porque aquí, más que elegir, lo que se busca es no romper. Y ese suele ser el principio de todos los errores políticos que se pagan después, cuando ya no hay vuelta atrás.

Sobre la Firma

Periodista especializada en política y seguridad ciudadana.
claudia.valdesdiaz@gmail.com
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