AURELIO GAITÁN
La memoria no viaja ligera. Cuando un migrante mira atrás, carga con su infancia, su gente, su acento, y si puede, también con la posibilidad de devolver algo a la tierra que lo vio partir. Eso hizo Anuar González, empresario originario de Huanusco, quien donó dos autobuses escolares al municipio, entregados a la alcaldesa Julieta Isamar Camacho García durante su visita a McFarland, California.
No es la primera vez que Anuar tiende la mano. Lo destacaba la propia presidenta al agradecer, en nombre de su comunidad, el gesto que permitirá a infantes y jóvenes desplazarse con mayor seguridad a sus escuelas. En Huanusco, como en tantos municipios del sur zacatecano, un autobús escolar no es un lujo: es a menudo la diferencia entre estudiar o abandonar las aulas.
La gira de Camacho en Estados Unidos, aprovechando el receso vacacional, no fue solo protocolaria. Tocó puertas, gestionó apoyos y sostuvo un encuentro con el alcalde de McFarland, Saul Ayion, así como con funcionarios como el superintendente Aarón Reséndez y el City Manager Diego Viramontes. Buscó establecer vínculos que, más allá de la retórica, traduzcan la nostalgia migrante en oportunidades concretas.
La presidenta también visitó el sitio donde entrenaba el equipo que inspiró la película McFarland, USA, un relato sobre cómo el talento y la disciplina pueden florecer en comunidades invisibles para el mapa oficial.
Hoy, esos dos autobuses cuentan una historia distinta: la de una comunidad que se rehúsa a olvidar, que transforma el desarraigo en compromiso, y que sigue creyendo que educar a sus hijos, aunque sea cruzando fronteras, es la forma más digna de imaginar un futuro.
Un techo para estudiar, no para simular
En Villa García no sobra el dinero, pero sí las ganas. Este año, el ayuntamiento abrió la convocatoria para asignar 30 lugares en la Casa del Estudiante en Zacatecas, dirigida a jóvenes del municipio que cursan una carrera universitaria. La fecha límite para entregar papeles es el 8 de agosto. Hay prisa y esperanza.
El alcalde, Ernesto Mora Hurtado, explicó que serán 15 espacios para mujeres y 15 para hombres. Ya hay 13 seleccionados. Con esa cifra, dice, se cubrirá el 80 por ciento de los estudiantes que continúan sus estudios superiores.
El municipio asumirá el pago de la renta del inmueble; los estudiantes solo cubrirán una cuota simbólica por servicios. En tiempos donde estudiar significa, muchas veces, endeudarse, este gesto institucional vale. Pero no todo es buena voluntad: hay reglas claras para evitar el abuso.
Los aspirantes deberán tener promedio mínimo de 8, presentar constancia de inscripción, comprobar su origen villagarciense y acreditar un estudio socioeconómico realizado por el DIF municipal. “En años anteriores, se detectaron casos de jóvenes que no lo necesitaban”, admitió el alcalde. Por eso, esta vez se blindan.
Quien obtenga un lugar tendrá que firmar —junto con sus padres— un reglamento de comportamiento. Nada de tolerancia a los deslices. Se busca que el espacio sea una extensión de la universidad, no un albergue sin orden ni rumbo.
La entrega de documentos será de 9 a 15 horas, directamente en el SMDIF. La convocatoria completa está en la página de Facebook del ayuntamiento.
Porque tener dónde dormir no debería ser un privilegio, sino el principio de un futuro posible.
En Jerez, la tostada también resiste
En Zacatecas no siempre hay razones para brindar. Pero este fin de semana, en Jerez, sí hubo pretexto para saborear algo más que resignación. El 13º Festival de la Tostada encendió fogones, risas y memorias: 27 tostaderos locales dijeron presente en una fiesta donde la fritura fue el lenguaje común.
El alcalde Rodrigo Ureño Bañuelos hizo el recorrido entre aromas y elogios, mientras la gente probaba tostadas con aguachile, ensalada de lentejas y salsas con más imaginación que presupuesto público. “Todas tienen un toque especial”, dijo el edil, y por una vez nadie lo contradijo.
David Juárez, desde Desarrollo Económico, habló de fortalecer la identidad gastronómica. Y aunque suene a frase de carpeta, el mensaje se entendió mejor en cada mordida: lo nuestro también vale.
Entre triciclos, comelones y tostaderitos, la plaza se convirtió en un recordatorio: hay otra cara de Zacatecas, una que no sale en los partes policiacos.
No es poca cosa: en tiempos donde lo ordinario duele, celebrar lo cotidiano —una tostada bien hecha, una salsa que pica rico— es también una forma de resistencia. Jerez, al menos por un día, supo a esperanza.

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Columnista especialista en municipios, justicia y poder.
aureliogaitan58@gmail.com
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