Hay que volver a los párvulos

SARA LOVERA

Como si tuviéramos que recurrir al silabario, tras décadas, urge explicar al país entero que la violencia política contra las mujeres atenta contra sus derechos político-electorales las pone en riesgo y viola sus derechos humanos.

Violencia, verbal, física, administrativa o simbólica, se dirige a menoscabar o anular el reconocimiento, goce y ejercicio de los derechos políticos, de todas las mexicanas.

Para quien sepa leer y escribir, sabe que hoy las mujeres están en la vida pública, y que es violencia en razón de género todo lo que trate de anular sus derechos humanos. Peor si la ofensa, amenaza o atropello viene de un hombre con posición jerárquica superior.

El presidente Andrés Manuel López Obrador, no es un hombre de Estado, ni es humanista, ni gobierna para todas las mexicanas, e incurre en violencia de género, cuando pone en duda que una mujer sea capaz, cuando dice que la mandan, cuando se refiere a que es un “títere” de mandatos patriarcales. Eso ha hecho a lo largo de toda su administración, mostrando su misoginia.

Encima violenta la ley, en 7 ordenamientos; ofende a las madres buscadoras, les cierra la puerta; a las feministas les pone vallas, hoy a las “opositoras”, incurriendo en violencia institucional, y una y otra vez, hiere los logros de sus compañeras de partido, quienes por cierto sufren de amnesia.

El jefe del ejecutivo además manda masivamente un mensaje nefasto, permisivo, lamentable, justificando a todos los hombres.

Por ello son inquietantes las discusiones al respecto, entre gente de la política o de la opinión pública. Ahí andan los opinadores preguntando ¿los hombres pueden sufrir violencia en razón de género? Debíamos mandarlos al parvulario ¿no se han enterado? Y las autoridades electorales ¿tampoco? Y las “guerreras” de antaño, ex militantes del feminismo, ¿se olvidaron de sus posiciones feministas? o ¿nunca las han tenido?

Duele escucharlas. La otra tarde, la politóloga Teresa Inchaustegui me dijo “es que se disciplinan”, o sea como diría la clásica “aguantan vara”.  Y perdieron el camino.

Las mujeres del gobierno se afanan buscando como “explicar” a su jefe, como la presidenta del Instituto Nacional de las Mujeres, recomiendan a las mujeres en política que “hay que aguantar vara y no deben victimizarse. Son mujeres que se subsumen a la política patriarcal, sin el menor rubor o ética feminista.

Sucede en México, tras 40 años de política pública contra la discriminación femenina, a pesar de una docena de leyes de igualdad, incluida la Constitución, ¿cómo es posible? Hasta la puntera de Morena, Claudia Sheinbaum Pardo, reaccionó tristemente. Seguro porque su feminismo está limitado al dicho: “las mujeres pueden ser lo que quieran”, frase vacía. ¿Qué les pasa?   ¿se olvidan? ¿no saben? ¿se doblan ante mandatos de sus jefes? No puedo dar crédito a la perdida de palabras de estas mujeres.

Hoy se promueve una petición a las y los consejeros del Instituto Nacional Electoral, que dice entre otras cosas:

“La violencia política contra las mujeres constituye el principal obstáculo para el ejercicio de los derechos políticos y electorales” existe la figura administrativa y el tipo penal que la sanciona. Mujeres de todo el país piden al INE mayor compromiso, tutele los derechos, acompañe las denuncias y de medidas de protección, a quienes denuncien.

En 2024 competirán miles de mujeres y es probable que dos busquen la presidencia de la República. No se trata de algo simple, peor cuando todo apunta a que tendremos elecciones violentas en todos los sentidos. Consentir la violencia política contra las mujeres obstaculiza su pacífica participación. Se trata de vidas y dignidad, no es un juego. Veremos.