La Casa de los Perros: Los aferrados al poder en la UAZ

CLAUDIA G. VALDÉS DÍAZ

Acostumbrados en México, desde que la 4T llegó a Palacio Nacional, a mandar a volar a las instituciones y despreciar las leyes y reglas establecidas, ahora en la Universidad Autónoma de Zacatecas (UAZ) –institución castigada por no saber siquiera organizar un partido de futbol con las condiciones mínimas de seguridad–, su rector, Rubén Ibarra Reyes — vencido recientemente en las urnas–, y el líder del SPAUAZ, José Juan Martínez Pardo, buscan cómo hacerle de chivo los tamales a Jenny González Arenas.

Resulta que la docente, en una apretadísima elección, por dos votos ganó la Secretaría General del Sindicato de Personal Académico de la Universidad Autónoma de Zacatecas (SPAUAZ).

La planilla Defensa Sindical y Democracia, encabezada por Jenny González, obtuvo 956 votos; es decir, el 44.40 por ciento de los votos emitidos.

En el camino se quedó Manuel Rivera, el candidato oficial de la Rectoría, que con la planilla Movimiento Acción Sindical obtuvo 954 votos, algo así como el 44.31 de los votos emitidos.

En el camino fueron anulados 24 votos.

Y cuando todo parecía que sin problemas llegaría la primera mujer en liderar el SPAUAZ ¡zaz!, que siempre no. Que en la UAZ también hay malos perdedores.

Ahora, los arruinados en 10 urnas, en colaboración con la Comisión de Honor y Justicia –un organismo que forma parte del Colegio Electoral–, se reunieron en un lugar que, dicen, estaba muy obscurito, para proceder a dictaminar las impugnaciones que las planillas perdedoras habrían presentado.

Pero como esta reunión levantó sospechas por ser ilegal, integrantes de la planilla ganadora decidieron darse una vuelta para enterarse de lo que ahí, en un rincón, deliberaban.

Con el Jesús en la boca se levantaron José Juan Martínez Pardo, todavía secretario general del SPAUAZ, y Rolando Alvarado, flamante presidente de la comisión de Honor y Justicia, alegando que no había las condiciones para continuar con su sesión y decidieron marcharse. Se ofendieron pues.

Aferrado a no dar su brazo a torcer, y aprovechando que todavía tiene en sus manos el poder, Martínez Pardo se hizo el Tío Lolo cuando le recordaron que esa honorable comisión concluyó sus funciones el viernes 12 de mayo porque, oficialmente, nunca hubo impugnaciones.

Al líder del sindicato de docentes de la UAZ –vaya ejemplo para el estudiantado–, y a la Comisión de Honor y Justicia –en el nombre llevan la penitencia–, se les hizo ver que esas impugnaciones de las que se agarran habrían sido presentadas fuera de tiempo.

El día de la elección no se registró ninguna. Y ahí está el Acta de Cierre que, por cierto, fue signada por todos, como prueba fehaciente de los hechos.

Además, y eso lo deberían saber los docentes de la UAZ, las impugnaciones tienen que ser notificadas a todas las planillas participantes, pero resulta que justamente a la de Jenny González, ni le hablaron.

Como en los tiempos en donde los neoliberales embarazaban urnas, lo que por ejemplo en Morena no hacen ni por equivocación; o cuando los aspiracionistas procedían a coaccionar el voto, lo que tampoco sucede ahora que llegó la Cuarta Transformación al país, hoy se acusa que en la elección del Sindicato que integran quienes tienen en sus manos la formación de los profesionistas del futuro, esas prácticas tan horribles habrían sucedido.

¡Ah!, pero también hay acusaciones de que, en la elección de hace ocho días, hubo apoyo financiero a candidatos y planillas, lo que nadie invariablemente hizo recordar a los gobernadores de Morena y a las corcholatas de Andrés Manuel López Obrador.

Igualmente, rondaron las acusaciones de algunos vivillos que ofrecieron “prebendas escolares”, es decir, un punto o más para mejorar alguna calificación.

La cuestión es que estos señalamientos de corrupción –materia que parece formar parte de los programas educativos en la UAZ–, no se hicieron en tiempo y forma, y de eso hizo constancia el notario público Jaime Casas Madero, quien certificó los resultados finales de la elección y el hecho de que impugnaciones no hubo.

Qué bonito sería que los docentes, empezando por el rector Rubén Ibarra y el secretario general José Juan Martínez, dieran ejemplo de honorabilidad a la comunidad universitaria y a toda la sociedad que, aunque no les guste, los tiene en la mira.

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