Breves Recetas de Economía: Les hago una apuesta

JAVIER LARA CABALLERO

Los latinoamericanos, y en especial los mexicanos nos caracterizamos por ser impulsivos, pasionales, poco planeadores y demasiado optimistas. Tal vez en eso radica nuestra felicidad, en pensar que a pesar de que las cosas luzcan difíciles, siempre nos caerá del cielo una solución mágica. Al final, siempre dios proveerá y saldremos de cualquier problema en el que nos metamos.

Lo mismo sucede cuando estamos en una fiesta tomándonos un trago de más, sabiendo que al día siguiente tenemos que trabajar, que cuando nos llega la inesperada visita de la cigüeña. Total, si Dios nos envió una bendición, será Dios quien nos ayude a salir de problema.

Lo mismo sucede con las decisiones económicas que afrontamos todos los días. Los impulsos por estrenar cosas que a veces no necesitamos acaban siendo mayor que nuestra realidad económica y es dónde aparecen como aves rapaces las tiendas como Coppel o Elektra que a la justificación de otorgar créditos rápidos y de pagos chiquitos, acaban por cristalizar nuestros sueños. El último teléfono, la sudadera de moda, ese par de sneakers tan solo al alcance de nuestra simple firma y promesa de pago.

Nada como abrir un empaque nuevo, ningún afrodisiaco como el olor a nuevo, nada como los químicos y olores de la ropa nueva. El ego supera nuestras realidades y nuestras expectativas, desafortunadamente también contribuye a arruinar nuestro futuro, apenas in darnos cuenta, lentamente sin que lo notemos.

En esta columna lo hemos venido repitiendo hasta el cansancio. La carrera inflacionaria seguirá porque su motor y su tanque de gasolina aún dan para varios meses y la respuesta gubernamental de subir las tasas de interés no cesará. Suben los intereses y el dinero prestado se vuelve más caro y luego entonces, lo que debíamos no hará más que incrementarse y si al mismo tiempo se pierden empleos y los que se conservan no aumentan los salarios, estamos fritos.

Infortunadamente, nuestras costumbres no cambian ni se adaptan a la realidad. Estamos viendo que el niño que recién está empezando a caminar se va a caer, y no hacemos nada por evitarlo. Estamos a medio año, nos acaban de anunciar que estamos arriba el 8 por ciento en inflación y que las tasas de interés aumentaron a niveles de 2001 y basta con que nos demos una vuelta por un centro comercial, o que intentemos conseguir una mesa en un restaurante un sábado por la tarde y nos aremos cuenta que estamos viviendo en nuestro mundo alternativo en donde el destino jamás nos alcanzará, como si mañana n o tuviésemos que pagar lo que hoy firmamos después de deslizar un plastiquito bancario en una terminal.

Se aceptan apuestas. Pago 10 a 1 a que viviremos la peor cuesta de enero (2023) de la que tengamos memoria. Dice el dicho: ayudate que yo te ayudaré. Lo que no gastes hoy, lo vas a agradecer mañana, no compres lo que no necesites y haz a un ldo el ego por unos cuantos meses. México te lo agradecerá.