La inesperada pandemia del COVID-19 y otros riesgos globales

DAVID MONREAL ÁVILA

El 2020 ha sido un año atípico a nivel mundial, quizá el más complicado que hemos enfrentado en este siglo debido a la pandemia por coronavirus y sus graves consecuencias en la vida de las personas y en lo económico, político y social. Ya en diciembre de 2019 se comenzaron a tener las primeras noticias sobre una nueva enfermedad respiratoria, originada en Wuhan, China; sin embargo, para inicios de 2020 aún no se contemplaban a cabalidad sus alcances. Por ejemplo, en el Informe de Riesgos Globales 2020 del Foro Económico Mundial publicado en enero de 2020 –que clasifica los riesgos que enfrentamos como planeta en cuanto a su probabilidad e impacto– se indicaba que los cinco riesgos más probables estaban relacionados con el medio ambiente (clima extremo, fracaso de las acciones climáticas, desastres naturales, pérdida de biodiversidad, desastres ambientales ocasionados por el ser humano), seguidos de los riesgos derivados de las nuevas tecnologías como los ciberataques y el fraude con datos electrónicos; la crisis del agua, considerada por sus implicaciones como un problema social; la inestabilidad en la gobernanza dentro de la esfera política; y en el contexto económico, una posible burbuja de activos financieros. Las enfermedades infecciosas no figuraban entre los escenarios más probables, y sólo ocupaban la décima posición en cuanto a su posible impacto.

Es claro que para inicios de 2020 ningún informe de riesgos globales ni de prospectivas económicas –ya sea del Foro Económico, el Banco Mundial, agencias calificadoras o consultoras– contemplaba la actual pandemia, declarada como tal por la Organización Mundial de la Salud el 11 de marzo de 2020, y tampoco se habían previsto sus rápidos y fuertes impactos negativos a nivel global. La enfermedad causada por el virus SARS-CoV-2, nombrada COVID-19, ha puesto en jaque a la humanidad y ha generado una crisis mundial sanitaria, social, política y económica sin precedentes en las últimas décadas, y lamentablemente ha cobrado la vida de miles de persona. De acuerdo con los reportes de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para el 17 de julio de 2020 había a nivel global casi 14 millones de casos confirmados de infección y lamentablemente más de 593,000 muertes por COVID-19, con presencia en prácticamente todos los países del mundo. En el aspecto económico, el Banco Mundial calcula una caída del 5.2% del PIB global, y de entre 2.7% y 7.2% dependiendo de la región, siendo Latinoamérica una de las más afectadas.

La actual pandemia nos ha enseñado que la prioridad de cualquier gobierno siempre debe estar centrada en el bienestar de las personas, mediante políticas públicas que garanticen los derechos básicos de todos los habitantes como salud, alimentación, agua y vivienda, además de generar empleos formales y bien pagados que les permitan a los ciudadanos una mayor seguridad financiera en tiempos de crisis. Por otra parte, esto no significa que los otros riesgos globales hayan cambiado o desaparecido: el cuidado del agua y el medio ambiente, medidas para frenar el calentamiento global, garantizar la estabilidad política, la regulación de los mercados financieros, y la seguridad en el nuevo mundo digital siguen siendo temas fundamentales a nivel internacional.

Si el contexto en el que vivíamos antes del COVID-19 ya era difícil, hoy nos encontramos ante retos aún más complejos, ya que en un breve lapso la pandemia ha tenido un efecto sin precedentes a nivel global en todas las esferas de la vida pública y privada, alterando significativamente las previsiones que se tenían para 2020. Aunque el panorama es complicado, desde el sector público y los diferentes niveles de gobierno, con la cooperación es posible plantear diferentes estrategias para coadyuvar a la recuperación económica. Ante estos retos, es momento de permanecer unidos como país, y trabajar en la construcción de una sociedad y una economía resilientes, capaces de hacer frente a los retos de los próximos años en esta nueva realidad.