Dos realidades un solo Guadalupe

GABRIELA PERALES

Como regidora de Guadalupe he recorrido todo el municipio, pero hay historias a las que nunca me he podido acostumbrar, por un lado Guadalupe se ha convertido en un municipio que se desarrolla vertiginosamente, pero sigue siendo profundamente pobre, por eso quiero compartir la historia de dos jóvenes que acudieron a pedirme algunas gestiones, el primero me pidió ayuda para atender a su niño enfermo, el segundo me pidió asesoría para proceder contra los policías municipales que intentaron extorsionarlo cuando lo encontraron tomando en su auto, son dos realidades, un solo Guadalupe:

José vive en Tierra y Libertad, viste ropa de segunda y todos los días debe levantarse a las 5:00 de la mañana, tiene dos años trabajando en Delphi cableados por $90 pesos al día, frente a la casa de José, vive Fernando, un joven del fraccionamiento La Cañada viste ropa de “marca” y se levanta a la hora que quiere, pues su mayor preocupación es ir al “Gym” y por la tarde acudir a la “Tec”.

Según pude platicar con José, se había desayunado una torta de frijoles con chiles curtidos, aunque su platillo favorito en el mundo es la carne asada, pero con un salario de 90 pesos diarios y tres hijos que alimentar, una carne asada es un lujo que no se puede dar. Fernando desayunó en el frutal, un restaurant que me recomendó ampliamente, sobre todo por los Sándwich de soya que le encantan.

José no estudia, aunque quisiera estudiar debe trabajar para mantener a sus tres hijos y a su esposa, Fernando estudia en el Tecnológico de Monterrey y planea estudiar una maestría en España para el próximo año.

Por la tarde José regresó a su casa de cartón y su esposa le dijo que el bebe había estado con fiebre y era necesario llévalo al médico, fueron al Seguro Social pero no tenían el medicamento que necesitaba el niño, esa misma noche, Fernando regresaba del Barezzito en Aguascalientes, confiesa que estaba un poco deprimido y cuando llegó a Zacatecas decidió seguir tomando, José también estaba deprimido, tener a su hijo enfermo y sin medicamentos lo motivó para volver a inhalar Resistol. Nadie le ha dicho a Fernando y a José  que al seguir consumiendo drogas acostumbrara a su cuerpo a depender de ellas y se le volverá una necesidad.

José acudió temprano a la Presidencia Municipal de Guadalupe para pedir ayuda y comprar los medicamentos de su bebe, Fernando acudió para denunciar el trato que recibió cuando fue detenido y extorsionado por los policías municipales que lo encontraron tomando en su coche, son dos historias que reflejan dos realidades en un solo Guadalupe.

La casa de cartón de José y la residencia de Fernando se encuentran separadas únicamente por una avenida y son un ejemplo claro de la incongruencia que hay en la distribución de la riqueza en nuestro país, en nuestro estado y en nuestro municipio.

El gobierno podría ayudar a equilibrar esas diferencias, pero la mayoría de los recursos de gobierno se utilizan en obras inútiles, publicidad, guaruras, adornos y camionetas blindadas para los gobernantes, cosas que no benefician para nada a quienes verdaderamente lo necesitan.

Le pido perdón a Fernando y a José por contar su historia, no busco exhibirlos ni ensalzarme, pero sus vidas son un reflejo de la enorme desigualdad que vivimos en Guadalupe y que nadie quiere ver.

Es necesario hacer conciencia de la enorme desigualdad que vivimos y enfocar los recursos en mejorar las vidas de las personas. Para poder cambiar la realidad debemos usar el presupuesto para que las personas de escasos recursos cuenten con las mismas oportunidades.

Ya es tiempo de darles prioridad a las personas, necesitamos terminar con el derroche y usar el dinero público para mejorar la vida de los ciudadanos.

* Regidora del Municipio de Guadalupe

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