El gobierno zacatecano

JAIME ENRÍQUEZ FÉLIX *

Ha cumplido su segundo año de gestión. Proviene de un triunfo contundente sobre el Partido de la Revolución Democrática –que gobernara los 12 años anteriores- permitiendo que el PRI regresara al poder en el Estado.

Por lo que toca a la elección federal no hay certidumbre de si el triunfo priísta debe acreditarse a Enrique Peña Nieto o a Miguel Alonso Reyes.  Desglosar este enigma resulta complicado, sin embargo, un indicador significativo es la victoria del tricolor sobre la coalición de izquierda,2 a1.  Desde luego, en todo esto debieron influir los pésimos candidatos impuestos por el CEN del PRD y palomeados por AMLO. ¿Perdió el partido del Sol Azteca y ganó el PRI en cambio? Tampoco es fácil asegurarlo, empero, el “carro completo” en la elección federal es más un defecto que una cualidad.  Habría que preguntárselo a Amalia García y ver la forma en que finalizó su gobierno.   No estamos ciertos de que este régimen esté a salvo de que le ocurra algo similar.

Los cambios en el gabinete fueron tibios pero acertados. El reemplazo generacional en la Secretaría General es sano. No es lo mismo un funcionario fatigado, que un político en la madurez. Los atributos de ambos son pobres, hay que decirlo.  La mejoría se notará seguramente.

La comunicación es fundamental en estos tiempos de violencia nacional. La vocería es imprescindible y el amateur que deambulaba en esa oficina es reemplazado por una profesional del periodismo escrito. Su debilidad estriba en que tendrá que dirigir la política informativa de quienes eran su competencia directa hasta hace unos días.  Sin embargo, la nueva funcionaria sí conoce del tema. Eso no puede escatimarse. Otra bondad en este ramo, pudiera ser su fraterna relación con el nuevo director de su ex periódico, quien tiene vínculos importantes con la prensa nacional, lo que podría ser otro elemento para imprimir una política informativa que saque a Zacatecas de la nota roja nacional –que no merece ese lugar- y se modifique la imagen para bien de los ciudadanos, del turismo y de los empresarios. Porque con violencia no hay inversiones ni japonesas, ni alemanas, ni chiapanecas. El inversionista es tímido –con toda razón- para exponer su capital. Con la violencia tampoco llegan los visitantes: el turista ha cambiado sus ámbitos tradicionales (como Acapulco, Michoacán o Veracruz) para preferir Los Cabos, Cancún y nuevos nichos como San Miguel Allende o Valle de Bravo que atraen a los viajeros nacionales por su seguridad cotidiana. Zacatecas debiera ser una alternativa turística, si la imagen de violencia fuera suavizada y se blindara la ciudad para el turista y para sus habitantes.

Creemos que el cambio en la estrategia de comunicación tendrá otros aciertos: La gacetilla diaria de Televisa sobre el secuestro de la ex directora del penal de Cieneguillas nos hace mucho daño, pero esto siempre se puede resolver con un buen comunicador.

El golpe de Proceso la semana pasada sobre la violencia fue contundente, lo mismo que el reportaje de “sociales” de Índigo, el periódico nacional que circula profusamente a través de Internet, sobre todo. Ambas cosas se suman a la crisis informativa que vive el gobierno de Zacatecas y que debe resolverse cuanto antes.

En la prensa local, con la que existen convenios gobierno – empresa, el pasado viernes 14 de septiembre se muestra la fotografía del gobernador tomando protesta a uno de los funcionarios, mientras que a ocho columnas se subraya el atentado al Centro de Atención para Jóvenes y, desde luego el macabro hallazgo de las cabezas de Villanueva. El problema no es ocultar la información, pero el alarmismo provoca inquietud entre los ciudadanos y también en la imagen nacional que resulta trascendente para nuestra supervivencia económica.

Estamos en el advenimiento de un nuevo gobierno, que va entrando a la vida pública con mucha mayor facilidad de lo previsto: El PAN lo ha certificado en Los Pinos, en varias ocasiones, ya comió quien encabezará el nuevo Ejecutivo con los gobernadores y con el presidente de Acción Nacional, lo que nos recuerda que el apoyo del descerebrado Vicente Fox durante la campaña no fue un mero incidente, sino la táctica dentro de una estrategia.

Los partidos de izquierda han ido reconociendo “la institucionalidad de los órganos electorales”, y pronto vendrán las reuniones públicas donde se le guiñará el ojo al presidente entrante.

Sin embargo, Zacatecas no está en el interés del nuevo gobierno. Si bien el triunfo de Peña Nieto en la entidad fue contundente, al Grupo Atlacomulco sólo le importa lo relevante electoralmente: Jalisco, Nuevo León, Veracruz, el DF y el Estado de México. Lo demás son guirnaldas. Los zacatecanos tendremos que luchar con nuestras propias fuerzas para vencer las adversidades. Contra la violencia, tenemos que estar todos juntos a pesar de nuestras diferencias.  No queremos un Nuevo León, un Sinaloa, una Ciudad Juárez o una Tijuana en sus diferentes momentos de terror. Zacatecas debe pronto volver a ser no sólo la ciudad más bella de América, sino la más tranquila, donde podamos cohabitar en la cultura, en el progreso y en la cordialidad.

Los dedos de la mano todos son diferentes. Pero cuando el puño se cierra, nos da una fuerza exponencial que logra trascender. Ese debe ser el próximo objetivo: hacernos notar como entidad pujante, de ciudadanos solidarios, interesados en crecer y en compartir nuestro hermoso patrimonio cultural y en recibir inversiones  de todas las latitudes, a las que trataremos con justicia y por las que trabajaremos hacia la rentabilidad y la consecución de nuevas metas económicas como las que Zacatecas merece.

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