Mujeres esperan ayuda tras matanza en Chihuahua

Chihuahua, Chihuahua.- Esposas e hijas de hombres asesinados en la capital del estado narran cómo sobreviven a la tragedia, y cómo afrontan la falta de justicia por parte de las autoridades.

La noche del pasado 20 de abril, María Guadalupe Berrueto no quería que su esposo, José Luis Herrera Pichardo, fuera a tocar con su grupo de rock –como cada viernes desde hacía tres años– al bar “Colorado”, en la colonia Granjas, al norte de la ciudad de Chihuahua.

Sería un mal presentimiento de su esposa, pero José Luis –a quien le decían “Pepillo”– estaba más entusiasmado que nunca porque esa noche iba a estrenar su nuevo bajo eléctrico color azul.

“Pepillo” y otras 15 personas fueron asesinadas por sujetos que entraron al bar y dispararon indiscriminadamente contra las y los presentes. Catorce personas murieron de inmediato. Otras dos –entre ellas el baterista Jaime Manuel Ramos Hernández– fallecieron en el hospital.

En el “Colorado” también fueron ultimados los periodistas Héctor Javier Salinas y Francisco Javier Moya Muñoz.

Jaime Manuel y “Pepillo” formaban parte del grupo “Franky y sus amigos”, en el que interpretaban temas rockeros de los años 60. A la banda también pertenecían el vocalista Francisco Bonilla Márquez, “Remache”, y el requintista José Luis Vázquez García, “Cheliz”. Ambos fueron asesinados en el bar. Al grupo apenas le pagaban 200 pesos por tocar cada viernes de 8 a 11 de la noche.

La matanza en el “Colorado” se suma a la ola de homicidios múltiples que al menos desde hace cuatro años se han vuelto comunes en el estado de Chihuahua. Entre los crímenes que han conmocionado a la entidad y al país está la masacre de Villas de Salvárcar el 31 de enero de 2010, en la que murieron 16 adolescentes.

Frente a esta violencia destructora del tejido social y la falta de castigo para los responsables, las familias de las víctimas han aprendido o se han resignado a vivir o sobrevivir ante la adversidad.

FAMILIAS DESTROZADAS

María Guadalupe Berrueto, esposa de “Pepillo”, recuerda que desde tiempo atrás ella y la familia temían que le pasara algo a José Luis por andar de noche en la ciudad. Incluso ya le habían pedido al músico que dejara de tocar.

“Él decía que era su música, su pasión, su pasatiempo, que ahí se desestresaba”, relata la ahora viuda. Ese 20 de abril ella le dijo a su marido que no fuera a tocar porque “lo veía fastidiado del día”.

“Pepillo” era carpintero. Tenía 58 años de edad. “Él me arreglaba pequeñas cosas de la casa, hizo cómodas de la recámara, muebles, repisas, adornos que le pedía. Era mi compañero”, dice María Guadalupe con la voz entrecortada. Tres hijos quedaron huérfanos de su padre.

La familia de José Luis Vázquez –el guitarrista del grupo– cuenta  que desde el miércoles anterior a la tragedia, “Cheliz” había comentado que “por primera vez en su vida tenía miedo de ir a tocar al bar”.

Y es que el viernes anterior al “Colorado” llegó gente que no era asidua al bar. “Despilfarraron dinero y contrataron banda y mariachis. El grupo de rock casi no tocó aquella noche”, narran los familiares del músico.

Las familias de Francisco Bonilla, José Luis Herrera y José Luis Vázquez recuerdan a las víctimas como hombres de trabajo que cimentaron la unidad de padres e hijos. “Ellos envejecieron con sus esposas, iban a bailar con ellas”, relatan.

El grupo “Franky y sus amigos” hasta era famoso: Fueron invitados a tocar en el legendario y ya desaparecido programa de TV “Siempre en Domingo”; acompañaron en eventos a comediantes como El Piporro y Los Polivoces, y tocaron en las “bodas de plata” de los padres de la cantante Lucha Villa.

DESAMPARO

”No es fácil enfrentar esto sobre todo por como fue, es lo mas difícil. Cuando uno escucha: cuatro muertos allá, 13 allá, desgraciadamente se acostumbra uno, aunque te toque, es feo, pero te acostumbras. Ahora nos preguntamos ‘¿por qué a ellos?’. Eran trabajadores, honestos, personas mayores”, expresan Hilda y José Luis, hijos de José Luis Vázquez “Cheliz”.

Denuncian que ninguna autoridad estatal les ayudó en los gastos de velación y funerales de sus seres queridos; cada familia corrió con los pagos e incluso quedaron endeudadas.

Con la muerte de Francisco Bonilla, sus cuatro nietas (Wendy, de 13 años, Alondra de 9, Otilia de 7, y Samantha de 2), quedaron desamparadas, toda vez que en vida el músico les pagaba su alimentación y la escuela, explica Norma Bonilla, hija de quien fuera el vocalista del grupo.

Norma está a la espera de que la Unidad de Víctimas del Delito de la Fiscalía General de Chihuahua cumpla su promesa de brindar apoyo psicológico para sus cuatro hijas. También el DIF estatal se comprometió a darles becas escolares. Aún no hay nada del apoyo anunciado.

Con información de: Patricia Mayorga/CIMAC

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