viernes, julio 11, 2025
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La Casa de los Perros | La hipocresía como política educativa

CLAUDIA G. VALDÉS DÍAZ

En Zacatecas, la educación parece haberse convertido en un territorio baldío, minado por el clientelismo y saqueado por quienes deberían custodiar su integridad. No se trata de rumores. Las acusaciones provienen de un hombre que formó parte del sistema, que lo conoce por dentro: Roberto Juárez Hernández, exdirector de Educación Básica.

Con voz firme, Juárez ha revelado un entramado de corrupción que atraviesa la Secretaría de Educación como una gangrena. La denuncia no es menor: señala que funcionarios incrustados en áreas clave de administración han acumulado plazas y beneficios mediante artimañas burocráticas, con códigos que permiten esconder, manipular o favorecer. Es un sistema paralelo de favores, diseñado para proteger a los de siempre.

Roberto Navia Ortiz, asesor con tres plazas pese a estar inhabilitado. Edgar Sepúlveda Martínez, con seis plazas bajo su control. Perla Puente, Edgar Silva, Lucero Aguilera… todos con nombres y cargos específicos. La denuncia es puntual. Las pruebas —según Juárez— están en los talones de pago. Y si es así, el silencio institucional ya no puede sostenerse.

Gabriela Pinedo Morales, titular de la SEZ, ha optado por la ceremonia y el discurso hueco. Mientras posa para la foto en un acto de graduación, la educación que representa se hunde en el descrédito. Aplaude logros estudiantiles mientras evade responder por las tropelías de sus funcionarios. No es casualidad. Es la vieja política del escaparate, de fingir avance donde sólo hay descomposición.

El caso también pone a prueba a Ernesto González Romo, secretario de la Función Pública, que hasta ahora ha presumido una cruzada contra la corrupción. Hoy no bastan las frases. Tiene en las manos un expediente incómodo, protagonizado por operadores del mismo régimen que lo impulsó. ¿Se atreverá a investigar a los suyos?

Filberto Frausto, del SNTE, exige pruebas para proceder, pero olvida que la omisión también es cómplice. El sindicato se calla, se dobla, se acomoda.

La educación no puede ser rehén de estructuras putrefactas. La denuncia de Juárez no es un simple ajuste de cuentas: es el grito de alerta ante un modelo agotado. Lo mínimo que se exige es una investigación a fondo. Lo imperdonable sería que, como tantas veces, se archive la verdad para proteger intereses mezquinos.

Mientras tanto, miles de maestros honestos siguen esperando justicia. Y miles de estudiantes, una educación que no esté manchada por la simulación.

Villanueva: epicentro del horror silenciado

En el mapa dolido de Zacatecas, Villanueva arde con una herida más profunda. Del 1 de junio al 10 de julio de 2025, seis personas —cinco hombres y una mujer— desaparecieron sin dejar rastro. El dato, frío y contundente, proviene del Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas. Pero más allá de las cifras está el vacío: las casas cerradas, las madres sin voz, los calendarios que se detienen en el día exacto en que alguien no volvió.

Villanueva no está sola en esta tragedia. Fresnillo y Guadalupe siguen con cinco y seis desapariciones, respectivamente. En Loreto, tres hombres fueron tragados por la misma sombra. Trancoso, Concepción del Oro y Ojocaliente, con dos casos cada uno, se suman a una lista que no deja de crecer. Incluso municipios tradicionalmente ajenos a esta violencia —Zacatecas, Morelos, Sombrerete, Calera y Tepechitlán— reportan al menos una persona ausente en el mismo periodo.

Las desapariciones ya no distinguen región ni condición. No son daños colaterales: son el síntoma más crudo de una estructura institucional carcomida. No hay estrategia efectiva, no hay Estado presente. La impunidad es la norma y el silencio, la respuesta.

Cada número es un nombre, una historia, un cuerpo que no está. En Villanueva, como en el resto del estado, la estadística ya no alcanza para narrar el horror. Y, sin embargo, los boletines oficiales, las ruedas de prensa, las redes sociales de los gobernantes —de los que deben proteger, buscar, castigar— siguen con el mismo guion: evasivo, triunfalista, cómplice.

No basta con decir que hay crisis. La crisis se nombra con rostro, con dignidad, con verdad. Y si el gobierno no está dispuesto a enfrentarla, a aceptarla, será la sociedad quien la grite, una vez más, desde las calles, desde las sillas vacías, desde los nombres impresos en mantas desgastadas por el sol.

Zacatecas, tierra de ausencias. Villanueva, su nuevo epicentro.

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