martes, diciembre 2, 2025
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La Casa de los Perros | Fachada para el año de Hidalgo

CLAUDIA G. VALDÉS DÍAZ

La política suele anunciarse con silencios. Hay presupuestos que gritan; otros, como el de Zacatecas para 2026, hablan en susurros que huelen a urna. Basta revisar las cifras entregadas por la Secretaría de Finanzas, y que hoy serán explicadas ante los integrantes de la LXV Legislatura, para entender que este documento no nació para gobernar, sino para seducir.

Es una casa con la pintura fresca y las tuberías podridas. Una promesa brillante levantada sobre cimientos que crujen.

El total asciende a 42 mil 092 millones de pesos, un incremento del 4.9% respecto al año en curso. Nada extraordinario. Lo extraordinario está escondido en el reparto: el presupuesto se engorda justo donde más votos rinden y se esquelitiza donde más necesidades existen.

Es un plan financiero pensado para congraciarse con la ciudadanía un año antes de las elecciones de 2027, no para enfrentar la fragilidad del estado.

Empecemos por el músculo que sostiene esta estrategia: el Capítulo 4000, ese territorio amable donde caben transferencias, ayudas, despensas, apoyos del campo y cualquier forma sofisticada de abrazo electorero. Ahí se concentran más de 11 mil millones de pesos, colocándolo como el segundo rubro más grande, solo debajo de la nómina.

El SEDIF, la joya emocional y propagandística del gobierno, recibe un aumento de 26%: pasa de 563.3 millones a 709.7 millones de pesos. Dentro, los programas alimentarios crecen casi 40%, con 99.9 millones adicionales para el reparto de despensas. Es difícil encontrar un gesto más transparente: en un estado con desigualdad profunda, cada caja de comida puede convertirse en una promesa de gratitud política.

A su lado, la Secretaría del Campo también disfruta del festín: 26% más, al pasar de 509.1 millones a 641.2 millones. El campo, ese territorio histórico del clientelismo, vuelve a ser la patria chica del favor.

Mientras tanto, la infraestructura estratégica —esa que fortalece el futuro y no el aplauso inmediato— recibe apenas migajas. La Secretaría de Obras Públicas suma sólo 102.7 millones adicionales. No hay obra mayor proyectada para 2026. No hay visión. Solo barniz.

La otra distracción llega por el camino del espectáculo. El Instituto Zacatecano de Cultura eleva el gasto en difusión y festivales de 54 millones a 89.6 millones. La Secretaría de Turismo pasa de 34.4 millones a 55 millones en promoción. Pan y circo, aunque el pan se reparta en despensas y el circo lleve patrocinio oficial.

Pero donde el maquillaje se cae es en los recortes. El golpe más cruel se lo lleva la salud. La incorporación al IMSS-Bienestar funciona como coartada perfecta para un tajo del 35%, equivalente a 948.2 millones de pesos. La atención de salud mental se desploma de 91.3 millones a 41 millones. Y los apoyos para la inclusión de personas con discapacidad se reducen a una cifra ofensiva: de 17.1 millones a 330 mil pesos. La pensión para personas con discapacidad también cae: de 240 millones a 215 millones.

En un estado con crisis de violencia, pobreza creciente y abandono institucional, reducir estos recursos es algo más que un error. Es una renuncia ética.

Los organismos autónomos recibirán un aumento raquítico de 2.8%, mientras la Secretaría de Administración enfrenta un recorte de 79.8 millones. No sorprende: en tiempos electorales, la autonomía estorba; la administración que no reparte favores, también.

En educación, los 200 millones adicionales al programa U080 evidencian que la federalización de la nómina sigue en el aire. El déficit podría profundizarse, pero el gobierno prefiere mirar hacia otro lado.

Y aunque el discurso insiste en la “cero deuda”, la realidad canta otra melodía: mil 170 millones de pesos se irán al servicio de la deuda; 528.7 millones únicamente para intereses. El capital se amortiza con apenas 229.9 millones. La herencia maldita no se corrige: se administra.

Para compensar, la mano se endurece sobre el contribuyente: el Impuesto sobre Nóminas crecerá 13.74%, los recargos por mora subirán a 1.38% mensual y los estímulos para el Impuesto a la Infraestructura vehicular se reducen a la mitad.

Este presupuesto no busca reparar la casa. Solo la decora. No fortalece los muros: disimula las grietas. La salud se vacía, la discapacidad se invisibiliza, la infraestructura se posterga. Pero las despensas, los apoyos y los festivales florecen como si fueran árboles de temporada.

El mensaje es claro: antes de entregar las llaves, el gobierno pinta la fachada. Apuesta a que el electorado mire el color brillante y no escuche las tuberías rotas. Una estrategia vieja, que siempre encuentra quien la crea o quien la necesite.

Lo que hoy parece ayuda, mañana será factura. Porque cuando el presupuesto se diseña para ganar votos y no para servir vidas, la deuda no es financiera. Es moral. Y esa, Zacatecas la pagará durante años.

Sobre la Firma

Periodista especializada en política y seguridad ciudadana.
claudia.valdesdiaz@gmail.com
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