Entre huracanes y sequías

RAYMUNDO MORENO ROMERO

El nuestro es un país con una extraordinaria biodiversidad y climas variados, la riqueza natural que nos obsequió la madre tierra, sin embargo, lleva aparejada la constante amenaza de desastres naturales.

Nuestra compleja orografía, amplias costas y la convivencia de placas tectónicas, hace de México una zona de riesgo perenne. Terremotos, huracanes y sequías son comunes en los distintos territorios, la familiaridad con tales fenómenos permitió, en otro tiempo, desarrollar una robusta infraestructura de respuesta que nos convirtió en ejemplo de prevención y acción. Esa realidad cambió con la llegada de la autodenominada cuarta transformación.

López Obrador, así como sus legisladores y gobernadores vasallos, asumieron que gobernar era cambiarlo todo, destruirlo todo, reinventarlo todo. Como en muchos otros rubros, el gobierno de morena desmanteló el sistema nacional de protección civil cancelando su eje primordial: el Fideicomiso Fondo de Desastres Naturales (Fonden).

El Fonden fue creado en 1996 y tenía como objeto el garantizar apoyos contundentes a los Estados y entidades de la administración pública en tiempos de catástrofes. Se trataba de un instrumento de política pública que probó su eficacia y de la mano de los Planes DN-III y Marina, que tantos réditos han dado a las fuerzas armadas, se traducía en esperanza de rescate y reconstrucción. Era ejemplo global, hasta que López Obrador lo extinguió en 2020.

En apenas tres años México perdió su capacidad de respuesta ante las inclemencias de nuestro mundo. La terrible tragedia que padece Acapulco da cuenta del estilo de gobierno de morena: la improvisación, el caos y la retórica demagógica. Ya son decenas las muertes -oficialmente- que pudieron evitarse. Poner en pie a la otrora joya del turismo nacional costará años y decenas de miles de millones.

Zacatecas también ha sufrido la desaparición del Fonden, en nuestra tierra no son los huracanes, sino las sequías las que nos flagelan. En este 2023 buena parte de las cosechas se perdieron, algo así como 700,000 hectáreas de temporal y miles de pequeños productores hoy permanecen de rodillas. Este año no llovió, ni hubo apoyo federal ante la emergencia climática. Nos dejaron solos.

Entre huracanes y sequías los mexicanos y los zacatecanos estamos obligados a rascarnos con nuestras uñas. Sin Fonden de por medio, pedir apoyo a la Federación es perder el tiempo. Sin gobierno, ante un desastre natural, hoy lo que nos queda es apelar a la solidaridad de la gente y encomendarnos a Dios.