Corrupción, seguridad y pandemia: malos resultados

RAYMUNDO MORENO ROMERO

Durante las últimas dos campañas presidenciales el candidato López Obrador centro su discurso en dos temas: el combate a la corrupción y el cese de la violencia. Al cabo de poco más de veinte meses en el cargo, los resultados distan mucho de ser los deseables.

En materia de corrupción, salvo por la detención mediática y fifi de Emilio Lozoya, y el encarcelamiento, no sin un halo de venganza, de Rosario Robles, no hay mayores elementos que nos permitan presumir que dicho mal fue desterrado del servicio público, más aún, el uso y abuso de las adjudicaciones directas como método de contratación es uno de los problemas que abre más posibilidades para el desperdicio de recursos, el tráfico de influencias y, en general, para la corrupción y la impunidad.

Al cierre de julio de 2020, la base de datos de Compranet arrojó que, de los 84,372 procedimientos realizados, 65,156 fueron adjudicaciones directas, es decir, el 77.2%, en contraparte, la licitación pública fue utilizada 10,786 veces, apenas el 12.8%.

En el rubro de seguridad, los datos que refleja el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública son desastrosos: más de 57,000 homicidios durante lo que va de la administración de la autodenominada cuarta transformación (julio de 2020). Para ponerlo en perspectiva, durante los primeros dieciocho meses del sexenio del Felipe Calderón se cometieron 15,694 asesinatos; durante el mismo periodo de Enrique Peña Nieto se perpetraron 35,116 homicidios; en tanto que, entre diciembre de 2018 y junio de 2020, en el actual gobierno, 53,628 personas perdieron la vida de forma violenta. La estrategia de seguridad no ha funcionado.

El presidente López Obrador prometió poner fin a la violencia a partir de una renovación moral, de la generación de empleos y de la retirada del ejército y la marina a sus cuarteles. Al día de hoy, no obstante, las fuerzas armadas y la Guardia Nacional, institución que en los hechos tiene un carácter eminentemente castrense, han asumido un mayor protagonismo en la política de seguridad pública con los evidentes riesgos en cuanto a la vulneración de los derechos humanos.

A los fallecimientos por la violencia se suman las víctimas del Covid-19. Este lunes el prestigioso diario estadounidense The New York Times dedicó su portada a los casi 53,000 muertos que oficialmente ha dejado la pandemia en México, aunque acotó que el verdadero número de fatalidades podría ser mayor, toda vez que “una cantidad incalculable de personas muere sin haber sido examinada, y contada oficialmente”.

En suma, más allá de la retórica o de los solitarios actos simbólicos en el patio central de Palacio Nacional, la fría realidad de los números nos permite concluir que tanto en lo que toca al combate a la corrupción, como a la pacificación del país y la respuesta a la emergencia sanitaria, hoy no hay buenos resultados. Al tiempo.