El Día del Presidente

MARIA DEL SOCORRO CASTAÑEDA DÍAZ

Al comenzar a escribir esta semana, no puedo evitar tocar el tema que la gran mayoría de columnistas ya desmenuzaron desde este domingo: el informe del presidente de México, Andrés Manuel López Obrador. Claro que para quienes ya tenemos una cierta edad, ha resultado curioso ver cómo, a través de los años, hemos pasado de un fastuoso ritual en que se honraba desmesuradamente al presidente en turno, a un acto aparentemente austero en el que, sin embargo, el primer mandatario sigue siendo el centro de la atención, aunque esta vez parece que con menos ostentación que en otros tiempos. Pero son solamente apariencias, a decir verdad.

A riesgo de revelar los años que tengo, debo decir que desde pequeña me tocó ver, cada año, cómo las transmisiones de las dos televisoras existentes entonces se dedicaban exclusivamente al informe del presidente. La cadena nacional incluía desde la salida del mandatario de la entonces residencia oficial de Los Pinos rumbo a la sede del Congreso de la Unión. Se trasladaba en auto descubierto, con cadetes del Colegio Militar que lo escoltaban. De quién sabe dónde caían papelitos verde, blanco y rojo. El presidente leía su kilométrico informe y en los tiempos de Carlos Salinas de Gortari, por ejemplo, eran famosas las interpelaciones, mejor conocidas como “interpeladeces”, que comenzaron a hacer del acto un verdadero circo que con el paso del tiempo, los mandatarios prefirieron evitar. Claro que después de tan patética exhibición, venía una recompensa (no menos patética, por cierto) que consistía en un interminable besamanos, en el que hasta los funcionarios de ínfimo nivel se sentían obligados a ir a felicitar al presidente. Eran épocas francamente nefastas, pero no me atrevería a decir que los tiempos han cambiado.

Si no mal recuerdo, el gran innovador en ese tema no fue un presidente, sino un gobernador mexiquense, César Camacho Quiroz, quien en su último informe de gobierno, dadas las pésimas condiciones políticas en la entidad, decidió que mandaría el documento a los diputados y daría un mensaje a sus gobernados en el Palacio de Gobierno. Muy hábil y atinado, apegado seguramente a la ley, pero sobre todo, astuto en un movimiento que le permitió lucirse con sus simpatizantes en lugar de exhibirse ante sus muchos detractores. Y por supuesto, el besamanos no fue una práctica abolida. Lo único que se evitó fue exponer al gobernante a los abucheos e interrupciones de la oposición, que dicho sea de paso, sería lo más lógico y democrático que podía pasar.

Como sea, volviendo al ámbito federal, hay que mencionar que el llamado “Día del Presidente” fue desapareciendo, o al menos lo que dejó de existir fue esa exposición del titular del Ejecutivo ante sus críticos, lo que demuestra que, antes que rendir cuentas realmente, lo que se busca es preservar una imagen que incluye el aplauso y la alabanza de sus pocos o muchos partidarios. Y en eso, digan lo que digan, la situación no ha cambiado nada.

La diferencia entre AMLO y sus antecesores no es mucha. La forma quizá es diferente, porque en una clara actitud de engañabobos, el presidente pretende hacernos creer que nos informa a nosotros, porque desde su punto de vista, la mayoría de los mexicanos estamos más que interesados en escuchar su continuo autoelogio, así nada más, sin cuestionarlo. Y ya sé que más de uno va a decir que 74 por ciento de los mexicanos apoya que el de Macuspana nos siga gobernando, según una encuesta de El Universal[1]. Sólo les recuerdo que hablamos de 740 personas de un total de 1000 entrevistadas. Si ese es el plan, entonces también es igual de válida la opinión de las 1100 personas que se manifestaron frente al monumento a la Independencia en la Ciudad de México para exigir al presidente que cumpla con lo prometido en campaña y atienda la seguridad[2].

En realidad poco hay que analizar del informe de gobierno, porque todo indica que lo que leyó el presidente no es precisamente lo que el poder Legislativo tendrá que examinar, y que las comparecencias serán lo más interesante, eso, en el caso de que la mayoría morenista no muestre complacencia ante las acciones del gobierno que, de acuerdo con la visión de AMLO, sería poco menos que perfecto.

“El presidente que lucha por la justicia no tiene nada qué temer”[3], es una de las frases que el mandatario pronunció en su mensaje a la nación, que por cierto, para variar, despertó polémicas desde el título, porque eso de “Tercer informe de Gobierno al pueblo de México”[4] parece un intento más por demostrar que él solamente le responde al pueblo y que lo que tenga que ver con los otros dos poderes se le resbala. Total, que eso de autonombrarse defensor de la justicia suena muy bonito, pero habría que preguntarnos qué es lo justo para una persona que considera correcto que si no hay medicinas en los hospitales públicos, sean los médicos y las enfermeras quienes las compren[5]. Un sentido de justicia muy particular, diríamos. Y parece que, en efecto, López Obrador nada teme, ni siquiera a la indignación de los padres de los niños enfermos de cáncer, que sólo reclaman la atención que el sector salud debería darles.

«Se suprimieron los viajes sin sentido al extranjero y los gastos de publicidad del gobierno», fue otra de las sentencias que disparó el Peje en su informe, ante alrededor de 400 invitados, entre los que figuraban empresarios, gobernadores, legisladores y demás personajes que poco o nada tienen que ver con el “pueblo bueno y sabio” al que en teoría iba dirigido su mensaje. Habría que decirle a AMLO que los viajes que ha evitado en los últimos meses, que para él no tienen sentido, son también importantes porque representan la manera de encontrarse con sus pares en el mundo y algo bueno deben traer, sobre todo porque son un buen pretexto para ponerse frente a frente con nuestro vecino presidente, Donald Trump, que cada vez se esfuerza más por dejarnos muy mal parados, por ejemplo, ante la situación de las personas migrantes. Aunque bueno, al final tal vez es mejor que en su representación vaya Marcelo Ebrard, porque con todo respeto, nos hace quedar menos mal porque al menos sabe ya no digamos cómo comportarse, sino cómo comunicarse, pues por alguna extraña razón, el Peje ni siquiera habla inglés. Y por cierto, a lo mejor también debería bajarle a los gastos de publicidad porque sus spots para promover el informe, por cierto muy parecidos a los del sexenio anterior, aparecían hasta en la sopa.

“Es un hecho la separación del poder político, del poder económico”, dijo también el presidente. Y para dar fe estaban, entre sus invitados, esos magníficos representantes del pueblo llamados Carlos Slim y Emilio Azcárraga, por sólo mencionar algunos que claro que le están dando espaldarazos últimamente, como la presentación del primero en la mañanera del 27 de agosto[6], donde quedó claro que, gracias al acuerdo para construir gasoductos, el poder económico no estará tan distante de la política, como el presidente presume. Eso, sin tomar en cuenta que el segundo empresario aquí mencionado, casualmente no pudo llegar a un acuerdo con el periodista Carlos Loret de Mola, como si con eso quisiera darle gusto al Peje.

Entre las joyas que nos dejó el presidente está además que «El gobierno federal pone por encima el respeto a las libertades sobre las prohibiciones». Sólo que entre esas libertades no está oponerse a sus dichos y acciones, por lo visto. En el mismo mensaje, habló de opositores “moralmente derrotados” y eso, francamente, habla de dos cosas: la primera, una falta de respeto total hacia quienes no piensan como él y una soberbia que sobrepasa lo que un presidente con nueve meses en el poder debería tener, particularmente si consideramos todas las cifras negativas que esos opositores derrotados, junto a un pueblo mexicano más consciente tendríamos que reclamarle, particularmente las relacionadas con la inseguridad.

A fin de cuentas, Andrés Manuel López Obrador parece cada día más convencido de que todo lo que hace, incluso defender a Manuel Bartlett y su fortuna inexplicable[7] y decir todas las barbaridades posibles, porque al fin y al cabo, durante los próximos cinco años y tres meses, nos guste o no, será el presidente y seguirá haciendo lo que cree que es mejor, aunque todavía no podamos descifrar a quién favorecen sus acciones.

[1] Disponible en https://www.eluniversal.com.mx/nacion/encuesta-74-votaria-por-que-amlo-siga

[2] Disponible en https://www.animalpolitico.com/2019/09/marcha-anti-amlo-cdmx-informe-gobierno/

[3] Disponible en https://www.informador.mx/mexico/El-primer-Informe-de-Lopez-Obrador-en-20-frases-20190901-0070.html

[4] Disponible en https://politica.expansion.mx/mexico/2019/09/01/por-que-tercer-informe-de-amlo-gobierno-al-pueblo-de-mexico

[5] Disponible en https://www.animalpolitico.com/2019/08/mariana-nina-cancer-no-murio-falta-medicamentos-secretaria-salud/

[6] Disponible en https://www.reporteindigo.com/reporte/las-frases-de-carlos-slim-en-la-mananera/

[7] Disponible en https://www.sopitas.com/noticias/amlo-irma-sandoval-sfp-defienden-bartlett-casas-fortuna-reportaje/

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