¿Qué espero del presidente?

JUAN GÓMEZ

Ya pasaron los discursos de la entronización al poder presidencial de Andrés Manuel López Obrador y la parafernalia de la toma de protesta, el impacto mediático y las reacciones de los distintos sectores sobre el contenido de las primeras palabras del nuevo presidente de México. 

Ahora empieza a gobernar, a enfrentar sus demonios y sus palabras, sus compromisos y promesas. Y se inicia también la cuenta regresiva y el desgaste del sexenio. 

Hasta este momento todo es simbólico. Falta la ejecución de las medidas y el resultado de las políticas públicas del mandatario federal. 

¿Qué espero del presidente López Obrador? 

Que combata con firmeza y efectividad no a la corrupción, porque esa es una figura retórica que no dice nada aunque abarca todo, sino que con valor y la ley en la mano castigue a los corruptos que saquearon al país, a los estados federados y hoy todavía viven de la política y de la administración pública. 

Como mexicano me decepciona cuando dice que no es hombre de rencores y que perdonará a los corruptos, porque si los castiga se va a empantanar y no podrá gobernar. 

Sus palabras parecen sacadas de un arreglo personal con la administración peñista. Tal pareciera que negoció para ejercer un gobierno sin sobresaltos, sin incomodidades, que le permitan transitar en una zona de confort. 

Si algo hizo AMLO fue pelearse para lograr el poder. Riñó primero con el PRI, de donde salió en el estrépito de la “corriente crítica” que demandaba una mayor democratización en la selección de candidaturas; Después se peleó con las tribus perredistas que buscaron más el arreglo con el gobierno en turno para negociar gubernaturas, diputaciones y senadurías. Así que señor presidente no nos venga con el cuento del “punto final”, con el “borrón y cuenta nueva” y que ahora sí, a partir del 1 de diciembre no se permitirá la corrupción. 

Sí usted no cumple su compromiso de campaña de castigar a los corruptos, menos aún le vamos va creer que “ahora sí” se les castigará a los de su administración. ¿Por qué tendríamos que creerle? 

En cambio, si constatamos que castiga a los corruptos del pasado sexenio peñista, incluido al propio ex presidente, tendremos una base para creerle que sancionará a los corruptos de su administración. Menos no. 

La otra aspiración es la distribución justa de la economía. Esto, es la base del desarrollo equilibrado de la sociedad y de todos sus componentes. Empecemos por algo sencillo. Cobre equitativamente los impuestos y que ya no se le perdone las deudas fiscales a los grandes corporativos como ha sucedido con las televisoras. 

Entre 2015 y 2016 la presidencia de Enrique Peña Nieto a través del SAT (Servicio de Administración Tributaria) condonó a 15 empresas el pago de impuestos por el orden de los 15 mil millones de pesos aproximadamente. 

Por otro lado durante siete años (2006 a 2012) el SAT no pudo cobrarle a 15 contribuyentes adeudos por el orden de los 46 mil millones de pesos, los cuales desde el primer año del presidente panista, Felipe Calderón, se incorporaron a un programa de condonación de sus adeudos para “regularizar” su situación fiscal. 

Espero que el gobierno de López Obrador ya no condone adeudos tributarios a los poderosos, empresarios y políticos, y que en cambio genere estímulos fiscales para las pequeñas y medianas empresas que son las que más empleos generaran. 

Tampoco espero que regale dinero a través de becas sino que estimule la economía para que los jóvenes tengan mejores oportunidades de empleo, los empresarios generen más riqueza y los trabajadores obtengan mejores sueldos. ¿Por qué regalar dinero cuando no se ha devengado? 

México no necesita redentores que entreguen dinero como maná caído del cielo para recibir el agradecimiento en los procesos electorales. El país no requiere de redentores que otorgan el bien ajeno, la riqueza que no les pertenece. 

Espero también que mi país deje de ser un cementerio, que las mujeres puedan vivir libremente sin el terror al feminicidio, que los empresarios ya no paguen derecho de piso y que todos podamos vivir en paz. 

Que la impunidad deje de ser el salvoconducto para robar y matar en un México que se debate entre la miseria de millones y la opulencia de unas cuantas familias que trafican con el chantaje y la influencia. 

También aspiro a que se respete la libertad de expresión, el derecho a disentir y manifestar abierta y libremente las ideas. Que cuando se cuestione una medida gubernamental o un error, no se descalifique en automático con expresiones como “fifí” y “mafia del poder”. 

Espero que el presidente de mi país no sea un dictador, un intolerante; y que nos gobiernen los más capaces y honestos, independientemente de sus convicciones ideológicas o religiosas. 

No necesitamos un simulador que solo manipule las formas de gobierno a través de consultas ciudadanas a modo, sino que tome decisiones por el bien de la nación, no de sus apetitos personales o del grupo de intolerantes y ambiciosos que le rodean. 

Más que un presidente o jefe político, aspiro a un jefe de Estado. 

Al tiempo. 

Twitter: @juangomezac

0 0 votes
Article Rating
Subscribe
Notify of
guest

0 Comments
Inline Feedbacks
View all comments
0
Would love your thoughts, please comment.x
()
x