Genaro Borrego

JAIME ENRÍQUEZ FÉLIX

Los zacatecanos en el Distrito Federal en nuestra orfandad, ante la ausencia de un Zacatecas “defeño” nos reuníamos a comer mensualmente en el restaurante del Casino Español.  Por esa mesa transitaban importantes empresarios, grandes profesionistas y de vez en cuando algún invitado por consenso, de la clase política.  Esto último era muy poco frecuente pues el grupo se negaba a ser utilizado por la ya podrida jerarquía política nacional.

Genaro Borrego asistía  prácticamente desde que era alumno de la Iberoamericana. Cuando salió candidato a Gobernador, nos invitó a algunos de nosotros. Nos convocamos por los rumbos del Periférico Sur donde tenía su residencia, y de allí partimos en avión privado a la Ciudad de Zacatecas.  Participé en su campaña. No tenía partido y fui invitado a su gabinete. Decliné en virtud de que tenía una responsabilidad académica importante en el ITAM.

Borrego tiene la votación a Gobernador más alta de la historia. Hizo un gran gobierno. Sus relaciones con el presidente De La Madrid fueron fundamentales: su carisma y su entrega fueron parte de su éxito.

jef-borrego-romo-sep-16Transitó por posiciones relevantes: una de ellas la Presidencia Nacional de PRI, cuando Arturo Romo era ya gobernador. Se decía que entre ellos había una confrontación dadas sus respectivas posiciones ideológicas: Romo Gutiérrez del Nacionalismo Revolucionario y Borrego Estrada articulado a un grupo político que se decía estaba próximo a Miguel de la Madrid.

Tenía yo relaciones personales, no políticas, con ex gobernadores zacatecanos, así como con políticos nacionale: el ingeniero Bracamontes de Obras Públicas y Bravo Ahuja entre otros. Me reunía a comer o a desayunar con don Leobardo Reynoso, quien tenía un despacho modesto sobre Viaducto Piedad, y vivía en la calle de Agua en el Pedregal de San Ángel.  Había sido vecino del desaparecido López Mateos, del Alazán Tostao y de otros personajes. Su casa era modesta: comíamos y a veces veíamos televisión, una telenovela venezolana sobre la que se disculpaba, “no podía dejarla de ver porque estaba picado”.

Una tarde me buscó. Fui a visitarlo y lo encontré con un whisky light en una mano y unos cheetos en la otra –eran su botana preferida- y me dijo “esta cabrón de Borrego ya se coló: de la Presidencia del PRI va a tener un puesto intermedio y llegará a Presidente de la República”.  Le recordé que eso él mismo me lo había señalado: cuando Genaro Borrego fue nombrado Oficial Mayor del PRI era ya la señal de que le estaban creando un camino para Presidente y que el joven López Mateos también había ocupado esa posición.  Me dijo que en la política mexicana “la forma es fondo”.

Yo por mi parte, fui invitado a ser candidato a diputado por el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas. Me negué por mi trabajo en el ITAM, institución de la familia Bailleres y después articulada con Pedro Aspe –también “Itamito”- Cárdenas me insistió en que aceptara participar, que al fin no ganaría y que siendo candidato ayudaría a su causa. Me registraron antes de Semana Santa: pasando estas fiestas mi nombre apareció publicado en todos los periódicos. Me mandó llamar el rector del ITAM para preguntarme al respecto: le dije que se trataría de algún homónimo. Me pidió que mandara una carta al periódico Novedades señalando eso: ningún otro periódico parecía importarle, sólo este.

Fui diputado. La campaña de Cuauhtémoc Cárdenas me confrontó con el gobernador dado que yo fui orador en la primera gira de Cuauhtémoc por Zacatecas, lleno de mantas que decían que en Zacatecas no aceptaban a los traidores de la Revolución.  Mis discursos en la Cámara nunca fueron afectivos y mi crítica –a mi juicio racional contra Borrego- fue severa. Los diputados zacatecanos, entre ellos Monreal: cuando subía a tribuna se acurrucaban pero nunca se atrevieron a contestar para generar un debate.

Genaro Borrego es el político contemporáneo más importante de Zacatecas. Su carisma,  su presencia y su transparencia en actos de gobierno lo congratularon con la sociedad.  Llega con admiración a Zacatecas y se va con el cariño del pueblo y su tránsito en la política nacional es positivo, con beneficios que alcanzan al estado de Zacatecas.

La presentación de su libro de esta semana, es importante porque nos ayuda a recuperar a un personaje que, de una u otra manera estaba alejado.  La fotografía que logré ese día entre Arturo Romo Gutiérrez y él es muy valiosa, aunque sea una reconciliación no consultada. Los dos la aceptaron con una frialdad como beso de madrastra, pero Zacatecas necesita de esa reconciliación de su clase política, de sus intelectuales, sus artistas, de sus migrantes (que hay muchos en los Estados Unidos pero hay más en la zona metropolitana de la Ciudad de México) que no encuentran un arropamiento en donde habitan y Zacatecas con su historia, su presente y su futuro es como una madre para quienes viven en la orfandad.

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