Elecciones, política sin valores y pragmatismo excesivo

manuel ibarra santosMANUEL IBARRA SANTOS

Las elecciones del próximo siete de julio, a celebrarse en 14 entidades de la República –entre ellas Zacatecas-, se constituyen en un singular experimento de política sin valores y en una especie de evidente laboratorio de cínico pragmatismo, en donde la orfandad ideológica hace su aparición como denominador común que conduce, irremediablemente, la acción de todos los partidos contendientes.
​Quizá, como lo explicara el escritor norteamericano Walter Lippman (1884-1974), en coincidencia con John Dewey (1859-1952), el pragmatismo ha reducido la política y la democracia a un cálculo mercantil y de negocios, que forja lamentablemente ciudadanos, con un armazón ética demasiado débil y frágil.
​Lo que es obligado para los ciudadanos, en ésta coyuntura, es reflexionar sobre si tiene relevancia o no la ética y los valores en la política, para propiciar los cambios que requiere la sociedad zacatecana, atrapada en una cadena histórica de continuos y permanentes rezagos.
Por eso, resulta importante reivindicar hoy el valor ético de la política, para oponerlo a la concepción excesiva del pragmatismo, que ve en el ciudadano votante, una especie de mercancía que es posible prostituir con su compra, sin contemplarlo con un mínimo decoro y de dignidad.
El pragmatismo político tenemos que verlo, a la luz de los acontecimientos actuales, como el ejercicio simbólico del más claro oportunismo mezquino, como bien lo concibieron los pensadores franceses Denis Jeambar e Yves Roucaute, en su célebre ensayo “Elogio de la Traición”.
Efectivamente, el pragmatismo es traición, que conduce a gobernar a los ciudadanos por la vía de la negación de los valores democráticos. En ocasiones re/encarna en las más exquisitas formas autoritarias de ejercicio del poder público.

PARTIDOS POLÍTICOS Y AUSENCIA IDEOLÓGICA:

La reciente muerte de Arnoldo Martínez Verdugo, el dirigente histórico del socialismo mexicano de la segunda mitad del siglo veinte en México, ha venido a recordar a todos los partidos – de izquierda, centro y derecha-, pero en especial a los de corte “progresista”, la importancia de la ideología, de los valores en política y de las consecuencias sociales del pragmatismo.​
Pero cuáles son los aportes a la democracia mexicana de este personaje, que las nuevas generaciones deben conocer: Martínez Verdugo logró la legalización del Partido Comunista Mexicano, lo sacó de la clandestinidad en 1978 y un año después lo llevó a la integración y representación al seno del Congreso de la Unión. Fue protagonista y testigo del complicado y sinuoso viaje de la izquierda mexicana hasta su consolidación.
La muerte de Arnoldo Martínez, en estos momentos, aparece como un terrible fantasma, justo cuando izquierdas y derechas, se han perdido en la dinámica de la acción de una política sin valores, dominada por un cínico pragmatismo.
Con la desaparición física de este importante líder, coincidentemente todos los partidos políticos, se encuentran atrapados en la trampa de la orfandad ideológica, lo cual no es cosa menor, porque el componente de los valores en la democracia sirve para definir en términos éticos los compromisos de la política y los políticos con el desarrollo de la sociedad.

LAS ESTACIONES IDEOLÓGICAS DE LA IZQUIERDA:

Arnoldo Martínez, como viajero en el tiempo, fue un protagonista del tránsito de la izquierda mexicana por una gran cantidad de estaciones ideológicas:
El observó cómo la izquierda mexicana se desplazó lo mismo que por el horizonte del autoritarismo estaliniano, que por el comunismo ortodoxo, la izquierda nacionalista, el socialismo tradicional, el euro/comunismo, el neo/cardenismo o bien el lombardismo.
Tal vez lo que nunca imaginó fue ver a la izquierda mexicana mimetizada con la ultraderecha nacional, movida sólo por dinámica del interés de acceder a los espacios del poder, tesis contraria incluso a la visión humanista del Estado planteada por el mismísimo Manuel Gómez Morín, uno de los siete sabios de inicios del siglo XX en nuestro país y fundador del PAN.

​LOS DILEMAS ACTUALES:

Ante este escenario, el dilema se encuentra, entonces, en la perspectiva ética, en cómo la sociedad puede establecer límites al desenfreno de los partidos y de las elites políticas que le han apostado al avance de sus pretensiones, si es necesario bajo el aplastamiento de los intereses colectivos.
Reivindicar la función ética de la política, es una exigencia individual y colectiva.
Los partidos, todos, en estos comicios, tienen la obligación de operar más allá del voluntarismo personalista de líderes, caudillos y caciques, y atender las demandas y necesidades del pueblo zacatecano.

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