La corrupción y su peso negativo en el desarrollo social

* La corrupción, mal endémico que afecta al desarrollo de la Nación

* La tipología de los políticos inmorales y corruptos, que dañan a la sociedad

* Retroceso escandaloso en el Índice de Percepción de la Corrupción

MANUEL IBARRA SANTOS

La corrupción, tema reincidentemente abordado en los últimos días, es incuestionablemente la mayor fuente de las desigualdades  en nuestra sociedad y origen de la  impunidad que afecta al desarrollo del país. La crisis que vive actualmente la nación es, sí, económica, pero sobre todo es fundamentalmente una crisis ética y moral, que se traduce en la pérdida de sentido de la política como instrumento de cambio social.

El asunto adquiere relevancia en instantes en que se han ventilado en el ámbito nacional, los nombres, en una relación interminable, de políticos deshonestos que han sangrado (con desfachatez,  cinismo y descaro) el erario de la República y en momentos en que se discute en el país la relevancia de avanzar en materia jurídica en la regulación estricta del conflicto de intereses -hecho que ya sucede en muchos países del orbe, como Francia, Inglaterra o Estados Unidos-, así como la conveniencia de crear un sistema mexicano anti/corrupción, herramienta necesaria para poner límite a los abusos y excesos cometidos desde el poder público.

La corrupción está vinculada con el déficit de valores morales, con el uso deshonesto del dinero público, con la complicidad con el crimen organizado, con la fragilidad en la impartición de la justicia penal, con la debilidad de los mecanismos de control y de rendición de cuentas y, sobre todo, con la falta de compromiso ético del Estado con el ciudadano.

Ese fenómeno, no sólo genera  consecuencias funestas en la distribución de los recursos públicos y de la riqueza de una sociedad, sino que su dinámica repercute además en la eficiencia del Estado y en la competitividad de la economía. La percepción de la corrupción por parte de la sociedad, en relación al funcionamiento de los asuntos públicos, ha crecido exponencialmente en los más recientes años.

En un caño interminable se ha constituido la corrupción, por el que anualmente se escurren y pierden miles de millones de pesos y cuyo costo para el país representa entre el 2 ó 3 por ciento del Producto Interno Bruto Nacional (PIB). El caso es preocupante.

En 14 años, del 2001 al 2015, México ha tenido una caída dramática y estrepitosa en los indicadores proporcionados por la organización Transparencia Internacional (TI) y pasamos a ocupar en el contexto mundial, en ese lapso, de la posición 51 a la 103 en el Índice de Percepción de la Corrupción, en una lista de 175 países. Retrocedimos más de 50 lugares.

Puntos clave para combatir la corrupción:

En una democracia real, el combate efectivo de la corrupción  está sujeta al ejercicio de un poder público sometido a controles ciudadanos rigurosos, a la existencia de sólidos mecanismos de rendición de cuentas, a una cultura enraizada de la legalidad, a instituciones públicas eficientes, a gobiernos en todos sus niveles sometidos al escrutinio popular y a elites políticas formadas en los valores de la ética de la responsabilidad.

Ya en el siglo XVIII el Barón de Montesquieu (1689-1755) se encargó de advertirnos que la democracia  se puede convertir en el peor de los regímenes, si ésta carece de los requisitos básicos de prohijar gobiernos justos, fundados en la separación  de  poderes y en la virtud de la legalidad.

El filósofo ilustrado, Emanuel Kant (1724-1804), por su parte, ya distinguía en su obra La Paz Perpetua, entre los políticos inmorales y los políticos honestos, estos últimos convencidos de la práctica de los valores éticos, para servir con justicia a la sociedad, conforme a los imperativos de las virtudes morales.

El político inmoral, en cambio, observa a la ética desde la trinchera de la simulación retórica, carente de validez, lo que permite auspiciar la corrupción y fetichiza la estrategia para alcanzar por cualquier medio, la apropiación con fines personales de los bienes de un pueblo. Para éste, no importa el uso del artilugio de la corrupción para mantenerse en el poder y si es necesario utilizará los mecanismos de la violencia criminal, para tal fin.

El combate a la corrupción y la formación de nuevo capital humano

El combate a la corrupción, ante la situación crítica que experimenta la República, es una de las mayores prioridades que tiene la sociedad mexicana. Y en ese reclamo ciudadano se encuentra la responsabilidad de avanzar en la formación de nuevo capital humano, a través de una educación fundada en los valores éticos, que desmantele la estructura hecha cultura, expresada en la sentencia moral falsa de que “el que no transa no avanza”.

El peor error que podemos cometer es no hacer nada, como lo señaló el filósofo Edmundo Burke (1729-1797), por pensar que es muy poco lo que podemos hacer para limitar la corrupción. Eso se traduciría en un incomprensible fatalismo irracional.

La rendición de cuentas en Zacatecas

Contar con instrumentos jurídicos e institucionales adecuados sobre rendición de cuentas públicas, es sólo uno de los muchos mecanismos para por límites a los actos de opacidad. En Zacatecas esa discusión no ha culminado, más aún cuando falta concretar la actualización de la Ley de Adquisiciones, que hoy en día es una pieza de museo, que proyecta evidentes niveles de obsolescencia.

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