No es lo mismo ser borracho que cantinero

MIGUEL TORRES ROSALES

«No es lo mismo ser borracho que cantinero”, dicho popular mexicano que describe perfectamente al presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, que de callar a chachalacas pasó a ser una gran chachalaca violentadora de la ley, por su desesperación de perpetuarse en el poder, a través de una de sus “corcholatas”. Que vale la pena mencionar, todas ellas van en caída libre en la popularidad de la gente.

En un cajón de su natal Tabasco, López Obrador dejó olvidados los ideales democratizadores, el interés superior del pueblo y los valores de legalidad, pluralidad y respeto, que impulsó como militante y candidato presidencial del Partido de la Revolución Democrático (PRD). Como presidente de México por Morena se transformó en un amante del poder. Es decir, en un dictador intolerante.

Extraño al candidato perredista, Andrés Manuel López Obrador. Aquel que fue un líder que movía masas para enfrentarse al Gobierno Federal, que defendía la democracia, que veía a las instituciones como la única vía para defender los derechos humanos y la Constitución. Esas garantías que hoy, desde el poder, violenta descaradamente con el uso del aparato del Estado para destruir a sus adversarios, la división de poderes, los órganos electorales, la transparencia y la democracia mexicana.

Desde su posición presidencial desacata las resoluciones de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), el Instituto Nacionql Electoral (INE) y del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF).

López Obrador incumplió y hasta se burló de la resolución emitida recientemente por los organismos electorales, que le ordenaron acatar la ley y dejar de hablar en la tribuna de “Las Mañaneras” de los procesos electorales. ¿Cómo lo hizo? Primero, dijo que no había sido notificado, cuando en su Palacio Nacional no permitieron entrar al funcionario del INE que le entregaría el aviso y obligó al instituto a publicarlo en estrados, a fin de que pudiera darse por enterado.

Luego aceptó que lo conocía y acataría “bajo protesta”, porque lo querían “callar”, en referencia a la aplicación de una legislación que él mismo promovió como oposición y que ya en el poder desdeña. Y, para poner el punto final a la inobservancia, en su conferencia de prensa matutina creó la sección “No lo digo yo”, así continuará hablando indirectamente de las elecciones y candidatos, ya sea para ensalzar a sus “corcholatas” o destruir a aspirantes de oposición.

Por esa lamentable actitud, hoy se le revierte a Andrés Manuel aquella exigencia de “cállate chachalaca”, dirigida a Vicente Fox cuando era presidente del país y estaba apoyando al candidato panista a sucederlo. Ahora la oposición le decimos a él lo mismo: “cállate chachalaca”, dedícate a gobernar la nación que tiene crisis de inseguridad, economía, salud, educación y desarrollo.

La oposición le exigimos a López Obrador que deje de entrometerse en los procesos internos de todos los partidos con rumbo al 2024, porque con la ley en la mano le haremos cumplir las normas para que se abstenga de hacer cualquier manifestación sobre temas electorales y se ajuste a los principios constitucionales de imparcialidad y neutralidad. Para el Ejecutivo también “la ley es la ley”, aunque no le guste.