¿Por qué Morena adelantó su proceso interno?

OSVALDO ÁVILA TIZCAREÑO

Hay un nuevo acto de incongruencia del presidente Andrés Manuel López Obrador que demuestra la facilidad con la que cambia de discurso, pues al inicio de su mandato supuestamente había pedido licencia en su partido, pero ahora tomó el control del proceso sucesorio y adelantó el arranque de este. Fue en una cena efectuada cerca de Palacio Nacional a donde se convocó a los cuatro aspirantes: Marcelo Ebrard, Claudia Sheinbaum, Adán Augusto López y Ricardo Monreal, también a los 22 gobernadores de Morena, incluida la recién electa por el Estado de México Delfina Gómez Álvarez, además de los coordinadores parlamentarios y el líder formal del movimiento, Mario Delgado.

Ahí, según trascendió, se dictaron las reglas del juego y se estableció el acuerdo de arrancar oficialmente con la farsa denominada “elección del coordinador de los comités de defensa de la cuarta transformación”, que es el nombramiento de su candidato a la Presidencia de la República; a pesar del acuerdo de mantener en secrecía lo convenido, rápidamente circuló en los medios de comunicación cuáles fueron las líneas generales del actuar de la élite morenista: los aspirantes debían abandonar a más tardar el 15 de junio sus responsabilidades públicas, se les asignarán cinco millones de pesos a cada uno para viáticos en su andar por el país; la definición se daría luego de una encuesta a realizar a finales de agosto y los gobernadores no deberán pronunciarse por ninguno de los contendientes, finalmente, se tendrían resultados para el 5 de septiembre cuando se anunciará a quien resulte elegido o elegida. Estos acuerdos se ratificaron en el Consejo Nacional efectuado el 11 de junio.

Legalmente los procesos deberían iniciar a finales de noviembre y aún faltan nueve meses para el arranque formal de las campañas, los líderes partidistas se ufanan que todas las encuestas dan a Morena una amplia ventaja, convendría entonces preguntarse a qué se debe la urgencia de adelantar el proceso electivo interno.

Desde mi particular punto de vista, con los elementos de juicio que proporciona el acontecer diario no resulta difícil deducir las causas. Veamos.

En primer lugar, creo sin temor a equivocarme que a pesar del análisis tranquilizador del jefe del ejecutivo, que afirma una y otra vez que los mexicanos están felices y que esto se concluye del alto nivel de aceptación en las encuestas, la realidad  cotidiana se impone a la mayoría de los mexicanos y son muchos los males que afectan a la población generando cada vez mayor malestar e incertidumbre; la situación económica es compleja aunque se habla de incrementos salariales, de la bonanza del peso y pactos con los potentados, pero los bolsillos de los ciudadanos no reflejan tales efectos, muestra de ello es que los precios de algunos productos básicos como blanquillo escala más de 50 pesos o las tortillas casi 25; el sexenio ya es el más violento con más de 158, 098 gentes que han perdido la vida (superando los 156 mil de todo el sexenio anterior).

Nunca llegó el sistema de salud como el de Dinamarca y los anaqueles de los hospitales siguen vacíos; la eliminación de programas como PROSPERA, Estancias Infantiles, Fondo Minero, Ramo 123 o 3×1, supuestamente para combatir la corrupción tampoco se tradujeron en bienestar social y aún hay más, pero con este apretado resumen podemos concluir que ante el crecimiento de los problemas no queda otra que centrar los reflectores y traer al centro del debate la futura elección para que el pueblo se olvide sus desgracias.

Segundo, los resultados electorales del proceso del 4 de junio prenden las alarmas, pues se reitera el fenómeno declarativo que más bien da la impresión de pretender inducir a los indecisos en que ya Morena ganó y así desalentar a la oposición, pues  se reitera el alto nivel de aceptación en las encuestas e incluso en el Estado de México se hablaba de más de 20 puntos y aunque ganó Delfina Gómez, el resultado final quedó en 52 contra 44 de la aliancista que no contó con un poderoso aparato gubernamental, con recursos provenientes de los estados y con la promoción de los llamados siervos de la nación, es decir, en condiciones de igualdad los resultados serían otros y eso lo saben bien los morenistas, por eso están urgidos de sumar voluntades en territorio.

Tercero, ciertamente resulta un despropósito la suma automáticamente de los votos de Coahuila y Estado de México, pues al hacerlo se pierde de vista el arraigo y respaldo social de los candidatos, la estrategia mediática y de redes, la calificación de los gobiernos y otros factores, pero resulta útil traerlos a cuenta para constatar que el partido gobernante no es una máquina de hacer votos pues la suma de ambas elecciones da tres millones 548 mil 410 (47.66%) contra tres millones, 494 mil, 61 (46.93%), una diferencia en votos de 54, 349 que apenas representa el 0.73%, lo que compromete la aplastante victoria de la que hablan los morenistas.

En conclusión, la crisis que campea en todos los ámbitos y castiga principalmente a los menesterosos, la falsa expectativa que pretenden sembrar con las encuestas y sobre todo los resultados electorales recientes ponen al descubierto las debilidades del partido guinda que deben resarcirse con acciones adelantadas, cierto es que la competencia electoral de Morena anda extraviada entre el protagonismo personal de sus líderes y la mayoría de sus aspirantes solo ofrecen sacar del poder a los actuales gobernantes para resolver los males de México, mala estrategia que ya conocemos porque no cambia la realidad, quedando la sensación que al pueblo solo le queda decidir si saltar del sartén a la lumbre, dado que hoy los problemas se han incrementado y las consecuencias las sufrimos la mayoría de los mexicanos.