Economía solidaria para la reactivación económica en Zacatecas 

MARÍA DEL CARMEN SALINAS FLORES

El 2021 trae consigo una gran crisis económica debido a que la pandemia aún forma parte de nuestras vidas. Desde hace meses, se ha convertido en un reto para los gobiernos lograr mantener las actividades económicas abiertas y a la vez mantener las medidas sanitarias para controlar el número de contagios. Desafortunadamente, esta realidad persiste en nuestro Estado.

Son estos momentos de crisis en los que se debe diversificar la manera en la que concebimos el modelo económico y mirar hacia otros horizontes, pues esta coyuntura nos invita a una transformación. Es por esto que la Economía Social y Solidaria puede brindar elementos importantes para un cambio en el modelo económico.

La Economía Social y Solidaria se refiere a un modelo incluyente y participativo, que parte de las experiencias económicas de personas organizadas de manera asociada o en cooperativas, y que se encuentran en un punto medio entre el sector público y el privado.

Al hablar de Economía Social y Solidaria, me refiero a una que promueva la protección medioambiental, el empoderamiento económico y político de las personas históricamente excluidas como es el caso de las mujeres, bajo una ética de trabajo y colaboración, de consumo local y beneficio medioambiental. Se trata de un equilibrio entre objetivos económicos, sociales y medioambientales.

Es un terreno fértil para la inclusión de las mujeres porque el empoderamiento es uno de los ejes centrales de esta clase de economías, se ofrece voz y representación mediante la autogestión, la gobernanza participativa y la acción colectiva a múltiples niveles, espacios en donde las mujeres pueden participar de manera activa para impulsar su economía local desde una posición de líderes.

La economía solidaria tiene como principal característica la autogestión de los proyectos económicos. Esta peculiaridad trae consigo condiciones idóneas dentro de los cuáles las mujeres pueden integrarse y generar comunión entre su trabajo y su vida privada.

Al tratarse de proyectos autogestivos, son ellas las que deciden cuánto tiempo pueden y quieren dedicar a este trabajo, pues no existen horarios preestablecidos difíciles de combinar con su familia y los trabajos de cuidados de los que se encuentran a cargo.

Otra de las barreras que se eliminan dentro de la Economía Social y Solidaria son las prácticas discriminatorias de contratación de mujeres, pues al tratarse de proyectos colectivos no existen requisitos preestablecidos como en el mercado laboral común, tanto privado como público. Al contrario, son espacios en donde las mujeres pueden elegir la actividad que desean desempeñar.

Por otro lado, es importante destacar que la ONU ha detectado que, con frecuencia, las mujeres conforman el núcleo de los miembros de los grupos de autoayuda y de crédito y ahorro agrícolas dentro de la Economía Solidaria; en este sentido, logran cerrar otra de las grandes brechas, con miras hacia la inclusión financiera, en donde requisitos como comprobantes de ingresos, avales y garantías no son necesarios.

Además, este Organismo Internacional ha detectado que cada vez más mujeres conforman sus propias cooperativas y empresas sociales, asumiendo papeles de liderazgo en asociaciones nacionales, regionales e internacionales; es decir, la Economía Social y Solidaria permite a las mujeres colocarse en estructuras empresariales en donde son tomadoras de decisiones, situación que en el modelo actual suele pasar.

A través de dichas organizaciones, las mujeres pueden adquirir voz, así como competencias sobre creación de redes, que les permitirán romper con las relaciones tradicionales de género y acceder y plantear demandas ante instituciones más poderosas.

Si bien dentro de las comunidades y colectivos aún prexisten desigualdades de género, la Economía Social y Solidaria es un terreno de mucho mayor acceso para las mujeres. El número de mujeres en posiciones de liderazgo en este tipo de organizaciones corresponde al 13,6%. Podemos comparar este dato frente al 2,6% de las 500 mayores empresas del mundo.

Esta crisis ha sido muy fuerte para todas y todos, muchos han perdido sus empleos, sus empresas, o peor aún a sus seres queridos; sin embargo, la esperanza y la unión para sobreponernos a este momento no debe abandonarse. Estoy segura de que juntas y juntos podremos salir adelante buscando diversificar nuestro modelo económico para seguir generando recursos aún bajo este escenario.

* Tesorera del Senado de la República