Juventud resiliente: El verdadero terror

RODRIGO RODRÍGUEZ OLVERA

Ante el escenario que vive el mundo y que está por presenciar nuestro México, se torna telenovelesco el actuar de los legisladores federales, esos que “son la voz del pueblo, los representantes de la nación, los defensores de los ciudadanos” actúan sin la más mínima conciencia del porqué están ahí, en lo que se supone es el recinto para velar por el bienestar común.

Resulta que deberían de trabajar por temas urgentes para la nación, intentando lanzar decretos, reglamentos y leyes que permitan que la iniciativa privada sobre todo la micro y pequeña empresa pueda sobrevivir sin mayores daños a la pandemia viral que actualmente vive el mundo, pero sobre todo haciendo su labor como jerarcas de la creación de la ley para intentar salvaguardar la salud física y mental de los mexicanos.

Lejos de todo lo anterior los soeces, ruines y apocalípticos diputados aprobaron fast track (en consenso rápido y sin meditación) una reforma a la Ley que permite que ellos mismos puedan permanecer en el cargo por hasta cuatro periodos consecutivos (eso si mediante el voto ¡ja!), es decir doce años o dos periodos presidenciales, y como la Ley debe de aprobarse también por los senadores … ¡pues también para ellos aplica! dos periodos consecutivos o lo que es lo mismo 12 años como senadores.

Lo anterior es lacerante debido a las condiciones en que se quiere aprobar esta indignante Ley, en miedo de crisis generalizada y sobre todo porque no tiene razón de ser, ningún plan de desarrollo lo justifica, ningún estudio indica que sean más productivos si están por doce años y sobre todo resulta indignante que se crean personas superiores a los poderes que representan.

Esta Ley aún puede ser revertida por los senadores, aunque parece difícil que se resistan a que casi casi les aseguren estar hasta el 2030 “representando a México”, espero desde estas humildes líneas no aprueben esa Ley y el exhorto para que se pongan a trabajar por los temas urgentes para México y Zacatecas.

Nos leemos la próxima si Dios, adiós.

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