El gen maligno de los mexicanos

RAÚL SILVA TORRES

¿Es normal, qué como mexicanos, nos autodevaluemos?. No necesitamos de armas de fuego para ser letales, nuestra idiosincrasia “malinchista” es peor.
Tal pareciera que criticar, denostar y desdeñar fuera una condición genética de los mexicanos. No puede ser normal que “nos echemos tierra” unos a otros, que nos destruyamos.

Los últimos días, Alexa Moreno, gimnasta mexicana, fue criticada severamente por su desempeño en los juegos olímpicos de Rio de Janeiro 2016, luego su aspecto físico se convirtió en su tumba.

Pocos, muy pocos, se sintieron orgullosos de que una compatriota haya representado a nuestro país en esta justa deportiva, y que ella haya formado parte del selecto grupo de gimnastas del All Around mundial.

Los resultados de sus ejecuciones en los aparatos de gimnasia no favorecieron a Alexa Moreno, ese fue su castigo. Una bola de mexicanos se dedicaron a despedazarla cruelmente en las redes sociales.

En ese momento salió a flote ese gen maligno que nos lleva a agredirnos a otros mexicanos, a envidar a otros mexicanos, a despreciar a otros mexicanos, a odiar a otros mexicanos.

En pocas palabras somos malinchistas, somos traidores de la patria, somos nuestros propios enemigos, y somos especialista en ponernos el pie para tumbarnos en el camino.

¿Qué es ser malinchista? nosotros los mexicanos lo decodificamos como el acto de despreciar lo nacional y anteponer a lo extranjero.

Ser malinchista en estos tiempos ha adquirido otra connotación, también lo es quien disfraza su envidia con críticas y agresiones al prójimo.

No hay motivo para detestar a quien logra tener un merito, éxito o triunfos. No hay motivos que sustenten críticas voraces por el aspecto físico, personalidad o desempeño de una persona en ninguna actividad.

Este gen maldito, que tenemos los mexicanos, es única en el mundo. Es una extraña patología psicosocial que tiene como objetivo destruirnos y evitar el desarrollo integral de todos.

Hemos sido malinchistas por más de cinco siglos, y desde entonces hasta nuestros días, nada ha cambiado. Seguimos prefiriendo el inglés que el español, seguimos denostando en lugar de aplaudir, seguimos poniendo trabas en lugar de eliminarlas.

Todo en la vida tiene una doble función, como el bien y el mal. Lo lógico sería utilizar las redes sociales para cosas productivas. ¿Cuántos siglos más tendremos que esperar para sacar de nuestro organismo el gen del malinchismo?   

Basta de devaluar nuestra raza, nuestra identidad y sentido de pertenencia. Basta de las agresiones, de crear ese ambiente hostil tan dañino que nos evita crear condiciones de desarrollo para todos.

* Periodista Independiente

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