Jerez… Miel y veneno a la vez

RICARDO EVODIO CABRAL VERA

Cae primero un hablador que un cojo
Quizá estaremos de acuerdo en que nadie puede quitar a Felipe Salazar Correa, un derecho que parece legítimo, si se toma en cuenta que fue la cabeza principal de un proyecto en el que no existe encima de él una dirigencia partidista, un consejo o equipo de asesores, ni debe por lo tanto someterse a una disciplina partidaria, ni a ningún tipo de normatividad interna.

Sin embargo, en una sola acción, el excandidato independiente debió tragarse sus propias palabras y echó por la borda el discurso que le llevó a conseguir más de ocho mil firmas y el respaldo de más de cinco mil ciudadanos en las urnas y aunque a final de cuentas quedó lejos de la posibilidad de ser presidente municipal, logró un capital político que podría causar preocupación a los partidos tradicionales, en un proceso que está muy próximo, menos de dos años.

Tú decides, sólo hay dos opciones, los mismos de siempre o una candidatura independiente, repetía una y otra vez el candidato que a final de cuentas, cayó en los vicios de los mismos de siempre y emuló la fórmula tan criticada por él; «…meten de regidor al compadre, al amigo, al hijo, a los hermanos…” se le escuchaba decir cuando presentaba a su planilla como algo diferente.

Queda en Familia

En un madruguete muy al estilo de la política tradicional y tras obtener el resolutivo jurídico para que la nueva alternativa de candidatos independientes aspire a regidurías, no obstante que no registraron en tiempo y forma planillas por esta vía, la fórmula de Salazar Correa obtuvo dos posiciones para el próximo Cabildo.

Muy cuestionable que teniendo una amplia baraja para seleccionar de manera cuidadosa y no caer en las prácticas de los mismos de siempre, optara por su padre Felipe Salazar Salazar, para que sin mayor dificultad y sin haber hecho campaña para ello, asuma el cargo en el nuevo Ayuntamiento.

El caso de Nora Elena Román Saldaña, podrá ser menos cuestionable, pero preocupa de igual manera que durante la conferencia de prensa la joven haya expresado su certeza de que aunque no tiene el menor conocimiento en política, ahí estará Felipe para apoyarla, algo así como una regiduría virtual, a distancia o abiertamente, manejada por los hilos de quien ya dio muestra de querer manejar a su antojo todo lo que tenga que ver con el movimiento que pareciera de su propiedad.

Con el gran número de personas que rodearon la candidatura y que trabajaron para ello, Felipe Salazar contaba con múltiples opciones de cómo llenar el hueco, pero curiosamente decidió por el tráfico de influencias y sacar ventaja de una situación orillada por los vacíos en la ley, para favorecer a un miembro de su familia.

Y no les mintió

Sin embargo, hay que recordar que Salazar Correa también fue claro en las expectativas y en todo momento precisó que su planilla se jugaba todo o nada, ganar o perder, porque no existen –dijo–, candidaturas independientes plurinominales, si no ganamos nos vamos, al menos eso explicó en un mitin del que fuimos testigos en Ermita de Guadalupe.

Y visto desde esa perspectiva, no tenía mayor compromiso con quienes le acompañaron en el proceso, porque simplemente no le mintió a nadie, todos estaban conscientes que se la jugaban a todo o nada.

Sin embargo, la situación cambió al momento de promover exitosamente un recurso legal ante las instancias respectivas en materia legal, se abrieron repentinamente dos espacios y aunque la cantidad es insignificante en comparación con el extenso número de personas con las que de alguna manera pudiera haber compromiso, era una buena oportunidad para demostrar que su intención real era cambiar las formas de hacer política (eso decía en sus discursos), pero adoptó la práctica tan criticada de “los mismos de siempre”.

Le salió lo malo

Curiosamente varios de los que lo apoyaron, observan ahora los errores que no veían cuando idolatraban a su candidato y que en su momento provocaron severas reacciones a la defensiva cada vez que alguien se atrevía a hablar de la soberbia, altanería y otros detalles en las redes sociales o publicarlo en algún medio de comunicación.

Pese a que Felipe Salazar dice que todo lo ha hecho pensando en el futuro del grupo, se palpa un desencanto de parte de algunos que trabajaron a su lado y que sienten tener el mismo derecho que los palomeados, pero con la desventaja de no ser familiar ni amigo cercano del que fuera su candidato.

Es natural que se decepcionen sobre todo quienes nunca habían participado de este juego llamado política y que creyeron en un planteamiento distinto. No pocos se sienten traicionados y afirman que su líder cambió de la noche a la mañana, otros aseguran que ya era así, pero nunca quisieron verlo.

Palo dado ni Dios lo quita

No se puede hablar de un desencanto generalizado, porque a final de cuentas la mayoría de los que pudieran sentirse dolidos con el madruguete, no quieren moverle más al asunto, aunque no están seguros de volver a participar, ni de que el grupo tenga futuro claro para 2018.

Otros mantienen su lealtad hacia su líder que por su parte, expresa seguridad de que tiene todas las posibilidades de ganar dentro de dos años y por ello decidió hacerles el favor de no ser el quien asuma la regiduría, lo que dejaría inhabilitado para contender en la siguiente, por lo que la cedió a su papá.

Tal vez el capítulo no esté del todo cerrado, aunque cuando se habla de recursos legales dependen más de la habilidad de un buen abogado y parece que esta vez aplica el refrán de palo dado ni Dios lo quita; al mismo tiempo, se demuestra que cae más pronto un hablador que un cojo.

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