Nuevo truco mediático para legitimación, Reforma a Ley de Telecomunicaciones

José Narro CéspedesJOSÉ NARRO CÉSPEDES *

En el pasado proceso electoral, un grito de democratización de los medios de comunicación, surgido del fracaso a la visita a la Universidad Ibero Americana del entonces candidato presidencial del Partido Revolucionario Institucional (PRI), Enrique Peña Nieto,  revitalizó el debate acerca de la presencia de los llamados poderes fácticos en la economía y la política nacional.

Así, el colectivo de jóvenes universitarios conocido como #yosoy132, exigía el cumplimiento a una información plural y democrática ante la producción informativa controlada (¿monopolizada o duopolizada?) por Televisa y TvAzteca.

En México, el 80% de los mexicanos se informa por medio de la televisión, es una realidad difícil de cambiar. Ambas televisoras dominan el territorio nacional y sólo el grupo Televisa, el mayor productor mundial de contenidos de televisión en español, generó ganancias mayoritarias por 2 mil 998 millones de pesos (233 millones de dólares) para el cuarto trimestre del 2012, un alza interanual de 36 por ciento.

La información del duopolio televisivo mexicano construye, en millones de mexicanos, un mundo que se proyecta hasta el hastío de un mundo inexistente que es altamente rentable a los dueños de los capitales que controlan el país. Es un hecho demostrado que en el pasado proceso electoral el PRI contaba con un aliado incondicional, fuerte y muy grande: Televisa preparó escenarios, guiones, clases de actuación, una novia de novela y a millones de fieles televidentes.

Sin embargo, durante los últimos días, el hoy Presidente de la República, da la imagen de un golpe de timón con respecto a la realidad que viven las grandes empresas de comunicación en México. La reforma a la Ley Federal de Telecomunicaciones propuesta por el ejecutivo parece golpear a los monopolios (Telmex y Televisa) que en buena parte lo llevaron al poder político nacional.

La reforma le suma puntos a Peña Nieto y parece dar respuesta al grito de batalla del #yosoy132 y los legisladores le han dado a la ley un trato de “iniciativa preferente”.

Pero habrá que dar cuenta de la vuelta de turca que tiene la reforma presidencial.

Es verdad que la reforma incluye el surgimiento de dos nuevas cadenas de televisión abierta nacional, donde no pueden participar Televisa o TvAzteca. Pero la reforma es básicamente administrativa la cual habla de nuevos participantes (se incluyen a extranjeros que pueden invertir hasta el 100%) en el mercado de la televisión y de la telefonía fija y celular.

Pero con esto, la ganancia de los señores de los monopolios (que celebran una reforma que parece golpearlos directamente), será que podrán intervenir en mercados que han estado prácticamente cerrados para ellos, donde Carlos Slim podrá tener acceso a la televisión y Azcárraga a la telefonía.

Es una nueva repartición del mercado que está siendo disfrazada de una reforma democrática, pues la apertura de los mercados mediáticos, no es lo mismo que la democratización de los mensajes mediáticos y el acceso a la información.

La reforma poco se mete en asuntos como el Derecho a la Información y el Derecho de Réplica.

Dos cadenas de televisión abierta nacionales, no significan per se, que todos los grupos que no existen en los monopolizados medios de comunicación aparecerán, que tendrán voz millones de mexicanos en pobreza, los indígenas, jóvenes, niños y niñas, mujeres y el gran número de excluidos de los mensajes mediáticos dominantes.

La exigencia del #yosoy132 y de múltiples organizaciones y voces que han exigido la democratización de la información no estaba centrada en nuevos dueños de las empresas que utilizan los espacios radioeléctricos de la nación.

Es decir, la participación de la ciudadanía en la producción de contenidos mediáticos seguirá siendo marginal, será una concesión de los dueños de las televisoras y no un derecho largamente exigido.

La televisión comercial mexicana, no es un instrumento de información, educación o transmisión de la cultura, es una herramienta altamente redituable, para colocar audiencias frente a la televisión para consumir comerciales.

Sólo habrá que recordar las formas ingeniosas que han construido para que veamos ciertas marcas, durante el transcurso de los programas, o la cantidad de anuncios en las transmisiones de mayor audiencia.

Ese concepto de una audiencia pasiva y consumidora de anuncios, no es transformada en la nueva reforma, para convertirlo en un espectador (que está expectante, o una persona que espera observando con interés y curiosidad lo que ocurre para actuar en consecuencia) activo y exigente de sus necesidades y su realidad.

Habrá que ser cuidadoso en la lectura de las celebraciones mediáticas vertidas en torno a una reforma a la Ley de Telecomunicaciones, la cual es una reforma administrativa que en los medios de comunicación es convertida en una gran reforma democrática.

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