El incidente o accidente de Pemex

JAIME ENRÍQUEZ FÉLIX *

El lamentable hecho ocurrido en la torre de PEMEX la semana pasada, es muy grave para el pueblo de México, por lo que Petróleos Mexicanos representa para la nación.

La historia hace ahora recordar el año de 1938, cuando el general Lázaro Cárdenas expropió a favor de nuestra patria, el oro negro.  Pemex es una empresa pivote para la economía y garantiza la independencia sobre otros países en cuanto al suministro de insumos básicos indispensables para un desarrollo industrial ordenado.

Las últimas dos semanas estuvo en los escenarios de los presidentes de América.  Allí se habló de potenciales asociaciones con la petrolera brasileña Petrobras, y con otras alternativas energéticas para fortalecer el área de Latinoamérica.

En México, el debate sobre las modificaciones legislativas que permitan innovaciones en la operación de Pemex, tenía semanas en las primeras planas. El tema que mayor inquietud causaba era la potencial privatización de la paraestatal; un hecho que no debiera estar ya a discusión a estas alturas, sobre todo cuando muchas de las funciones que en sentido estricto le correspondían, poco a poco han sido cedidas a la operación de terceros. La distribución del combustible es una de ellas, la refinación de parte del crudo es otra, la misma comercialización de los productos es una más. “Ni tanto que queme al santo, ni tan poco que no lo alumbre”, se suele decir.  Hay un debate falso en este sentido.

Lo que ahora debe decidirse de manera fundamental, es la exploración de yacimientos que están localizados en condiciones de alta complejidad para su explotación, por hallarse por ejemplo en altamar, o en lugares fronterizos con los Estados Unidos, en un hecho que pudiera dar lugar a diferendos internacionales. A principios del siglo pasado, el petróleo yacía a flor de tierra en lugares como Tamaulipas o Tabasco.  Los vecinos lo utilizaban como un líquido para encender fuego y hasta lo comercializaban en pequeña escala.  Pero ahora cada vez es más difícil su extracción.

Para poder obtenerlo de altamar, se requiere de una tecnología con la que México no cuenta, y los países que han tenido experiencias en este orden deberán ser consultados y habrá que convenir con ellos de una u otra forma. Hay petróleo en los mares que colindan con nuestro suelo, que podría incluso estar siendo ya explotado por naciones vecinas sin nosotros estar siquiera enterados a estas alturas.  Esto haría que México entrara a debates jurídicos cuya resolución podría tardar el tiempo en que tarde en consumirse el carburante que allí se ubica.

La Cámara de Diputados debe estar presta para legislar por condiciones que beneficien al país de manera profesional y eficiente.  Pero con una izquierda formada por legisladores iletrados que, como no pueden hablar en tribuna, se dedican a sacar mantas como si fueran mudos para que las televisoras –sus enemigas- los filmen, el asunto parece perdido de antemano.  El debate debe darse y la modernización también.  Antes que todo está México y sus recursos, pues de nada sirve tener oro escondido en el subsuelo de la casa, si no podemos hacer uso de él, o sacarlo, si las mineras internacionales no pagan impuestos por llevárselo a otras latitudes.

En este contexto se inserta la explosión provocada por un accidente –o un incidente- en las oficinas administrativas de la Torre de Pemex. El resultado ha sido catastrófico: 35 muertos, más de cien heridos y la consternación de un país que vive el luto nacional. El presidente y su gabinete han estado presentes en el lugar, primero para observar los avances de las labores de rescate y han visitado a los enfermos en los hospitales –en un hecho que habla en su favor, políticamente-, sin que la población acabe de comprender realmente lo que pasó. Las voces populares no creen que se trate de un accidente y rumoran sobre un incidente, sin que les quepa duda.  En el pasado de “sospechosismo creeliano” que se ha sembrado con raíces profundas, están las muertes de dos Secretarios de Gobernación en el sexenio de Felipe Calderón, ambas relacionadas con accidentes aéreos que nunca han tenido una investigación concluyente y convincente.

Además, hay versiones de la revista Proceso, que se refieren a vestigios de un fuerte explosivo conocido como “composite C4” que es una mezcla química con agregados plásticos.

Para la República es fundamental que se esclarezca este hecho que cimbró a la torre de Pemex, pero que también cimbra al nuevo gobierno.  La coincidencia de las marchas del Sindicato Mexicano de Electricistas, el fallo del IFE inculpando a López Obrador y al PRD comos únicos condenados por excesos en los gastos de campaña presidencial, son sucesos que enlodan la que hubiera querido ser para el nuevo gobierno, una entrada celestial, con todo y arcángeles y que ahora, con la explosión en Petróleos Mexicanos, se enturbia y se enluta para meter a un gran debate los nuevos tiempos que estamos empezando a vivir.

0 0 votes
Article Rating
Subscribe
Notify of
guest

0 Comments
Inline Feedbacks
View all comments
0
Would love your thoughts, please comment.x
()
x