Sin Hambre (Cruzada contra el escepticismo)

PEDRO DE LEÓN MOJARRO *

La respuesta social al proyecto SinHambre, no ha estado exenta de pasión y de contradicciones

Apenas unas horas después de que el presidente Enrique Peña Nieto suscribió públicamente este proyecto, se manifestaron muchas voces favorables y entusiastas, y otras, críticas y severas, cuya agudeza demostró que sólo con el despliegue concreto y práctico de las acciones que el decreto bosqueja, comenzarán a disipares las dudas.

DARNOS UN VOTO DE CONFIANZA.

Dentro de estos juicios destacan algunos cuya pretensión es descalificar (sin haber abundado en la profundidad de su contenido, en la amplitud social de su convocatoria ni en el ritmo de su aplicación) las líneas esenciales del proyecto SinHambre. Muchos de sus argumentos expresan un posicionamiento político, y soslayan ir a fondo en las cualidades del análisis y los considerandos que alimentan a este programa; lo disminuyen con calificativos infundados, debido a que falta conocer los COMO, CON QUE y PARA QUIEN. Bajo este entorno, puede ser complejo y tardado reconocer las motivaciones  de quienes lo concibieron y lo diseñaron.

Por lo pronto, de lo que no hay duda es que el programa  SinHambre va más allá de las políticas de emergencia o asistenciales, porque considera seriamente, las causas estructurales del hambre y la miseria; pone de manifiesto que, sin asociar el tema de la seguridad alimentaria a un conjunto de estrategias de desarrollo económico y social, garantes de mayor equidad e inclusión social, el problema se perpetuará y no logrará trascender el marco estrecho del asistencialismo.

El problema del hambre debe ser enfrentado con seriedad por todos, si en realidad deseamos cubrir la asignatura pendiente que tenemos con varios millones de mexicanos que sobreviven sin esperanza ni destino. La urgencia lo exige, Ya no es posible enfrentar  los grandes problemas nacionales con un razonamiento distante y apriori; los mexicanos  tenemos en el programa SinHambre una razón para incentivar nuestra corresponsabilidad, y más aún la unidad. Démonos un voto de confianza.

ACOMPAÑAR LA NECESARIA CRÍTICA CON PROPUESTAS.

Ningún inicio de proyecto está exento de vicisitudes; apenas concluye su acto inaugural, aparecen nuevos problemas técnicos y ajustes extraordinarios que evidencian, por definición, la temporalidad de los supuestos originales, realinear cientos de programas y recursos de varias dependencias de los tres niveles de gobierno, será una tarea titánica.

Los dirigentes políticos e ideólogos que han impulsado en otros países un proyecto similar al SinHambre comentan, a veces con ironía, el extraño síndrome de la descalificación apriori e incluso lo consideran elemento connatural a todo esfuerzo generoso. Sin embargo, las causas parecen ser las mismas en todas partes. Por ejemplo, José Graziano da Silva actual director de la FAO, en el libro Hambre Cero afirma que,  “A pesar de su construcción permanente y participativa, el proyecto ha sufrido incontables intentos de descalificación, motivados por dos causas principales: el desconocimiento de su contenido, al estilo «no leyó o no le gustó», ya que muchas críticas se originaron a partir de los titulares de los periódicos; y motivos políticos, por parte de quienes intentaban descalificar al ex presidente Lula da Silva, su principal inspirador.”

Confieso que esta apostilla de José Graziano me sonó muy familiar.

Por fortuna, lectora, lector queridos, en la izquierda progresista, existen voces serias y sobrias. En lo personal, me ilustra y estimula la de Adolfo Sánchez Rebolledo, quien escribió recientemente que “…junto con la vigilancia para impedir la manipulación política, las fuerzas progresistas deberían asumir en serio su responsabilidad, embarcándose en la fiscalización crítica de las asignaciones públicas y sus usos (y no sólo en la denuncia de sus consecuencias), asumiendo que la lucha contra el hambre y la desigualdad requiere de un cambio de fondo en el régimen y en la economía.” Afirmación con la que coincido plenamente, sin crecimiento económico, a lo más que podremos llegar es a mitigar el hambre, pero la pobreza persistirá, y si ustedes no tienen inconveniente nos leemos el próximo jueves.

P.D. «Ingresos bajos y recaudación pobre…. pensar en una solución audaz que rompa el equilibrio estancador», dice Denise Dresser. Yo agregaría dejar de depender de la renta petrolera y como dice el presidente Obama «que paguen más los que más ganan» mediante una reforma hacendaria que genere los recursos que el país necesita para enfrentar la terrible desigualdad. No hay de otra.

Correo: [email protected]

Facebook: Pedro de León Mojarro

twitter: @Pdeleonm

*Coordinador de Delegaciones de la Sedesol

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