Hospital de la mujer, una moneda de cambio para pagar una deuda

SOLEDAD JARQUÍN EDGAR

¿Qué hacemos? Esta es una pregunta retórica para las mujeres de Oaxaca y de más allá. Por qué pagar una deuda con un hospital que costó años de espera para las mujeres de Oaxaca, que vivimos en la vacilada del eterno anuncio de “este año vamos a inaugurar el hospital de la mujer”. Un hospital que empezó a construir el gobierno de Oaxaca y el gobierno federal, que acabó de construir la Sedena y que cuando estaba a punto de nacer, se convirtió en hospital Covid. Es decir, parece que no nació nunca.

Si, la nota periodística Pedro Matías en Página3 ejemplifica esa toma de decisiones que lleva a vender lo que no es del patriarcado, léase la hegemonía del poder local, sino de las mujeres.

“Alejandro Murat entrega el Hospital de la Mujer al ISSSTE para saldar deuda de 4 mil mdp”, dice el titular de nota periodística en la que además se informa que el hospital de la mujer, que ya no es de Oaxaca sino del ISSSTE y fue empleado para pagar una deuda de Oaxaca por 4 mil 800 millones de pesos heredada del pasado a esa institución.

Así, dice Pedro Matías en su nota, será una especie de centro médico para la derechohabiencia del ISSSTE ¿y el hospital de las mujeres, qué…?

Es el acuerdo entre dos hijos de ex gobernadores de Oaxaca. Uno como gobernador actual y el otro como director de un sistema moribundo según ellos mismos afirman, un sistema quebrantado en mucho por lo que hoy, la nueva generación de esa especie de seguimiento de linajes políticos, representan.

Pregunto ¿Por qué con el hospital de la mujer? ¿Por qué al gobernador Murat y a sus funcionarios no se les ocurrió vender o intercambiar otra cosa? Sus casas blancas (por no decir sus calzones), por ejemplo. Y ¿por qué le debemos al ISSSTE, nos darán la explicación? Acaso insisto ¿es por culpa de las mujeres? Quisiera que la chiquillada gobernante nos responda.

Es, como dice una amiga, una acción política discriminatoria a la que hoy estamos asistiendo las mujeres, ¿no les suena esta acción como un acto que se repite en nuestras vidas? Y es que para quienes no saben la historia, muchas mujeres la tenemos muy presente.  Históricamente discriminadas las oaxaqueñas tenemos mucho que decir, mucho que pensar y muchas buenas razones para entender lo que hoy parece un acto de humor negro.

El hospital de la mujer fue una larga demanda de las oaxaqueñas. En 2009, Perla Woolrich Fernández, era diputada local del PAN y presidenta de la Comisión de Equidad y Género, pidió al ejecutivo local que se construyera ese hospital y en 2009 se inició la obra, que incluso, se dijo en un acto público, contaría con un espacio para realizar partos humanizados.

En la siguiente administración, la de Gabino Cué, el entonces secretario de Salud, Germán Tenorio, dijo que no se haría dicha obra con ese fin y puso, recuerdo bien, un burdo ejemplo, al señalar que si se destinara solo como “hospital de la mujer”, no se podría llevar a ese hospital a un señor que hubieran atropellado en las cercanías del municipio de San Bartolo Coyotepec, donde se encuentra ubicado.

Así o más difícil de creer. Luego tendríamos que sacar nuestras propias conjeturas que no eran tan equivocadas, considerando que el entonces secretario de Salud era dueño de una clínica privada ¿qué empresario de la salud estaría dispuesto a perder a sus pacientes-clientes y dejar de ganar el dinero que representa la atención médica de las mujeres? El tiempo nos daría la razón, el titular de Salud hoy paga sus errores.

Murat anunció –entre vivas y hurras- que concluiría el hospital de la mujer, esa vieja promesa volvía por tercer sexenio de gobierno consecutivo a los titulares de los medios locales de información. Luego se explicó que sería la Sedena quien terminaría la construcción y cuando eso sucedió vino la pandemia de Covid 19, el anhelo de un hospital para la mujer se volvió un sueño no logrado, porque se convirtió, dada la emergencia, en una institución para atender a pacientes del nuevo coronavirus. Pero la sorpresa hoy es mayúscula. Ya no será un hospital de la mujer, ese objeto del deseo de las oaxaqueñas se convirtió en moneda de cambio para saldar una vieja deuda.

Y así, en esa espera murieron cientos de oaxaqueñas cuyo destino pudo ser otro y muy distinto.

Otra vez vemos cómo la política de desigualdad está confirmada en este país. A la vista del mundo se toma una decisión y el instrumento de regateo es el hospital de la mujer. ¡Total, a quién le importan las mujeres!

Luis Antonio Ramírez Pineda, director del ISSSTE, otro hijo de ex gobernador, me refiero a Heladio Ramírez López, ha sido claro al señalar que este nosocomio extenderá sus servicios en beneficio de las y los oaxaqueños. Es posible leer entonces que, cuando termine la pandemia de Covid 19, y tome las instalaciones no será solo un hospital para las mujeres, sino que ampliará sus servicios, pero que nos quede bien claro, a la derechohabiencia del ISSSTE.

A estas alturas ya a nadie le importa si las mujeres siguen muriendo antes, durante o después del parto, si por falta de instalaciones paren en los baños, las banquetas o en las calles, como si eso ya no pasara. A nadie le importa si siguen muriendo por cánceres femeninos, como el de cérvix, mama o de ovarios.  Enfermedades derivadas de los padecimientos de Oaxaca: la pobreza y la exclusión condición que desconocen los privilegiados que hoy toman las decisiones.

Pregunto ¿qué harán al respecto los y las diputadas de Oaxaca?

¿Qué hacemos las oaxaqueñas?

Insisto: ¿es posible hacer lo que han hecho al firmar un acuerdo entre el gobernador de Oaxaca y el titular del ISSSTE? ¿Se puede disponer así de las instituciones?

Quizá nos digan que las oaxaqueñas podrán ser atendidas en el que según dicen será un centro médico para la derechohabiencia del ISSSTE, bueno nada cambia mi percepción de que algo no está bien.

Lo cierto es que una vez más la política pública de igualdad es la gran ausente en Oaxaca. Las cifras lo demuestran.