No llega el cambio prometido

OSVALDO ÁVILA TIZCAREÑO

El pasado miércoles 1 de julio se cumplieron 2 años de la histórica elección a favor de Andrés Manuel López Obrador (AMLO), hoy presidente de México, lo que confirió la responsabilidad de conducir los destinos de la patria en una votación que superó 30 millones de personas que acudieron a las urnas con un profundo malestar social que se tradujo en el rechazo contundente de los otrora imbatibles partidos (PAN-PRI) que habían detentado la presidencia de la república.

Las expectativas fueron muchas y con una campaña construida sobre la base del odio y la inconformidad social el candidato estuvo comprometiéndose a resolver los problemas en corto plazo cambiando de raíz la situación desfavorable para millones de mexicanos, así fue que se logró despertar la conciencia cívica y con ello un voto masivo para su partido Movimiento Regeneración Nacional (Morena) y con ello pudo colocar a sus correligionarios en Alcaldías, Diputaciones Locales, Federales y el Senado.

Nadie en su sano juicio pretende un radical cambio de la noche a la mañana, hacerlo sería imposible de lograr cuando se tiene un país con más de 100 millones de pobres, cambiar esta calamidad sólo podría ser obra de un pueblo educado y organizado que lleve a una nueva clase social al poder y sea garante del anhelado bienestar.

A dos años de López Obrador en el poder pululan los análisis en todos los sentidos y opinadores mayoritariamente en contra, afirman que las cosas van mal y como no podía ser de otra manera, el jefe del ejecutivo se empecina en convencernos que los cosas marchan bien, insiste que se están cumpliendo cada uno de los compromisos de campaña, incluso los apoyadores de autollamada 4T dan como elemento de juicio a favor la aprobación superior al 40% de la actual administración federal, sin embargo no aportan ningún dato estadístico que demuestre que la “felicidad” de la gente obedece a que su realidad cambia favorablemente, pierden de vista los defensores de oficio el excesivo protagonismo de AMLO que incurre en una sobreexposición mediática que lleva a estar presente en el sentir ciudadano considerando como aceptable su desempeño y olvidan también que el pueblo se resiste aún a admitir que se equivocó al conferir la confianza a Morena y sus candidatos.

Un somero análisis sobre los principales compromisos  de campaña dan cuenta del terrible incumplimiento: la corrupción crece desaforadamente, allí están los escándalos de Bartlett e hijo, Zoé Robledo, Eréndira Sandoval y Yeidkol Polenski que son la prueba de que por más que se empeñen en negarlo no se ha erradicado este terrible flagelo y al contrario sigue como práctica común y crece diariamente; por otra parte, la estrategia de seguridad es errática, los abrazos no sirven para disuadir la creciente violencia siendo una muestra escalofriante de ello los terribles acontecimientos que ocurren en Guanajuato y constituye un grave desafío la agresión sufrida la semana pasada por Omar García Harfuch, Secretario de Seguridad Pública de la Ciudad de México, pero a ello se suman las 53 mil muertes violentas en lo que va del actual gobierno superando con creces los datos en ese rubro al de Peña Nieto y Felipe Calderón.

En materia económica las cosas marchan mal también, en campaña se comprometieron a que el Producto Interno Bruto (PIB) se incrementaría  al 4% anual, pero en el primer año se alcanzó el pírrico 0.01% y los pronósticos más alentadores auguran una contracción mayor al -7%, mientras que los datos sobre el manejo de la pandemia hoy dan cuenta de tratamiento desastroso colocándonos ayer 2 julio en 10 lugar mundial en el número de contagios con más de 238,511 enfermos y en el 6 lugar de pérdidas humanas con 29,189 defunciones superando a España y otros países donde se declaraba los peores resultados. Y los datos sobre desempleo, educación y bienestar no son mejores a pesar de que se ha autonombrado el gobierno de los pobres.

La esperanza, como en el mito de Pandora es lo último, es lo que nos queda; aún hay el deseo de que pronto se reorienten las decisiones gubernamentales, pero a decir verdad poco podemos esperar conociendo el carácter tozudo de López Obrador. Y localmente las cosas no marchan mejor, baste decir que varios de los ediles zacatecanos emanados del partido guinda transitan entre la desaprensión ante los problemas de la gente y el protagonismo irracional que sólo lleva a los actores a realizar acciones que den notoriedad, pero poco o nada se hace por las comunidades y colonias, si esto es un desastre los representantes populares andan peor, me refiero a los diputados locales, que hay desde los críticos sistemáticos que no proponen nada pero están en contra de todo, hasta las soberbias legisladoras que llaman ignorantes a quienes cuestionan y piden algún tipo de apoyo ante la pobreza que creció debido a la pandemia. Bastante preocupante la situación, ¿qué hacer ante ello?

No hay de otra, debemos persistir sin descanso para cambiar la realidad aunque en el intento llevemos descalabros como los que hoy sufrimos y la solución es fusionarnos en un gran bloque social que destaque a los más comprometidos y visionarios hombres de entre ellos, para acometer los retos que nos impone hoy la realidad, no debemos nunca cansarnos, no desalentarnos, ni acobardarnos jamás ni ante las peores vicisitudes sabedores de que la historia tarde o temprano pone a cada uno en su lugar.

Hay ejemplos de que es posible lograrlo y nos lo muestra la historia, a principios del siglo actual se consideraba al pueblo chino una economía emergente, pero hoy se levanta como un gigante en todos los ámbitos dando lecciones importantes en el terreno económico y social, logrando en la década anterior un crecimiento promedio del 3.8% anual y sacando cada año a 20 millones de ciudadanos de la pobreza (El capital en el siglo XXI, Thomas Piketty), por ello ni un paso atrás sabedores que estamos condenados irremediablemente al triunfo.