Fátima Salazar, biología molecular para el desarrollo

Zacatecas, Zac.- “En México, tenemos todas las condiciones para hacer trabajos de investigación de calidad. Realizar una estancia académica en el extranjero me ayudó a darme cuenta de que es excelente el nivel de la ciencia mexicana, ahora necesitamos impulsarla, ya que es una pieza fundamental para el desarrollo del país”, expuso la doctora en biología molecular Fátima Berenice Salazar Badillo.

Fátima Salazar, candidata al Sistema Nacional de Investigadores (SNI), actualmente es docente investigadora de la Unidad Académica de Agronomía de la Universidad Autónoma de Zacatecas (UAA-UAZ).

En la búsqueda de soluciones alternativas a los fertilizantes químicos, durante los últimos siete años Salazar Badillo se ha dedicado a la investigación de microorganismos benéficos, como el hongo Trichoderma spp., que incide en el crecimiento y prevención de enfermedades de las plantas.

Originaria de Zacatecas, Salazar Badillo estudió la licenciatura en químico farmacéutico biólogo en la Unidad Académica de Ciencias Químicas de la Universidad Autónoma de Zacatecas (UACQ-UAZ). Realizó su maestría y doctorado en biología molecular en el Instituto Potosino de Investigación Científica y Tecnológica (Ipicyt) y una estancia de investigación en el Centro de Bioprotección en la Universidad de Lincoln en Nueva Zelanda.

Primeros contactos con la ciencia

En entrevista con la Agencia Informativa Conacyt, Fátima Salazar expuso que desde pequeña quería estudiar medicina o química. Cuando cursaba la preparatoria a su papá le diagnosticaron diabetes, por lo que surgió en ella la curiosidad de averiguar qué era lo que sucedía en las células del organismo para que se desarrollaran las enfermedades, por lo que después de estudiar la licenciatura, se enfocó en la investigación, específicamente de biología molecular.

“Mis padres han sido para mí un gran ejemplo de lucha y dedicación. Mientras mi mamá era ama de casa y nos cuidaba a mis hermanos y a mí, mi papá siempre estuvo trabajando para sacarnos adelante. Verlos me sirvió de inspiración para no quedarme estancada y tener una mentalidad de continuar formándome profesionalmente. Desde niña yo tenía esa inquietud de salir de mi ciudad natal para seguir estudiando”.

Interés por la investigación en biología molecular

Durante su licenciatura, empezó a trabajar su tesis experimental titulada Echinococcus granulosus: la relación hospedero parásito y el comportamiento de las quimiocinas IL-5, IL-8 y RANTES en hígado de cerdo con hidatidosis”, en la Unidad Académica de Ciencias Biológicas (UACB) de la UAZ. En ella abordó la enfermedad de hidatidosis en los cerdos con un enfoque molecular, por lo que continuó en esta disciplina durante su posgrado.

“La biología molecular me gustaba porque me ayudaría a entender cuál era el proceso desencadenado para que se produjeran las enfermedades. Me llamaba mucho la atención y mi idea era irme por algo de investigación en humanos, jamás me imaginé que terminaría estudiando las plantas”.

Manifestó que en una feria de posgrados Conacyt, realizado en Aguascalientes, se informó sobre la maestría de biología molecular en el Ipicyt y aunque era una institución de reciente creación, ya eran conocidos su calidad y prestigio educativo, por lo que decidió que estudiaría allí.

“Esto fue un gran reto personal, ya que aunque soy una persona independiente, también soy muy unida a mi familia y sabía que me enfrentaría a muchas nuevas experiencias. Después de varios cursos, finalmente fui aceptada en la maestría y en el primer semestre nos daban la opción de hacer pequeñas estancias por varios laboratorios para seleccionar el que más nos gustaba. Así me decidí por trabajar con el doctor Francisco Bremont en un proyecto de caña de azúcar, ya que aplicaría microbiología. El tema me encantó”.

El tema de estudio sobre el aislamiento de microorganismos benéficos llevó a continuar a la exbecaria Conacyt en el doctorado en la misma institución para reforzar su investigación con estudios a nivel molecular, que hasta la fecha continúan.

“Lo que me encantó de este proyecto es que  es ciencia aplicada. Trabajaba en el laboratorio, pero también lo aplicaba en el campo y hasta tenía contacto directo con los agricultores para analizar los resultados de la investigación”.

Nueva Zelanda, una experiencia personal y profesional

En un periodo de cinco meses, Fátima Salazar realizó una estancia académica en Nueva Zelanda con los doctores Artemio Mendoza Mendoza y María Fernanda Nieto Jacobo, científicos e investigadores mexicanos.

“Esta estancia me cambió por completo en términos profesionales y personales. Considero que las estancias al extranjero deberían de ser obligatorias, ya que presenciar las técnicas científicas hechas en países desarrollados me hizo tener la certeza de que en México también tenemos una gran capacidad para hacer ciencia”.

LNY/AgenciaConacyt

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