La Revolución no ha sido justa con las jerezanas

RICARDO EVODIO CABRAL

La celebración del Día Internacional de la Mujer, motiva a la reflexión en el desempeño que algunas de ellas han tenido en la política local.
Es indiscutible que las mujeres han alcanzado en los últimos años, importantes espacios, sin embargo –por lo menos en Jerez–, la política no ha sido tan generosa para este sector del que aún no se puede decir que ya le hizo justicia la revolución.
Como ejemplo más claro, hasta el momento, sólo dos mujeres han llegado a la presidencia municipal, por medio de la elección directa, Bertha Torres Valdés en el periodo 1988-1992 y Alma Araceli Ávila Cortés en el ejercicio 2007-2010. Dos más lo han hecho en calidad de suplentes, María Esther de la Torre Herrera, que completó el gobierno de Jesús Sánchez García, en 1995 y Martha Rico Oyarzábal, quien le cuidó el despacho por un mes a Ávila Cortés en 2010.
En los últimos 35 años, es decir 13 Ayuntamientos, incluido el actual, el Cabildo ha estado representado por casi 200 regidores de los que apenas un 20 por ciento son mujeres y eso tomando en cuenta que en los recientes años incrementó considerablemente, debido a que los partidos deben sujetarse a las actuales políticas de género, pero la historia registra varios momentos en los que hubo sólo una regidora entre puros caballeros.
Y si hablamos de proporción, para el cargo de síndica disminuye más drásticamente, pues sólo en los dos últimos Ayuntamientos el cargo se asignó a mujeres, con Elsa Duarte Rosales y la actual, Adriana Margarita Acuña Berumen.
En cuanto a la diputación local, son cuatro las féminas que llegaron a ocupar una curul, representando a los jerezanos; tanto Bertha Torres Valdés como Alma Araceli Ávila Cortés antes de ser alcaldesas, fueron diputadas, por el Partido Revolucionario Institucional (PRI), mientras que las panistas Sonia de la Torre Barrientos, también por mayoría, formó parte de la LXIII Legislatura y Emma Lizeth Murillo López llegó a la LIX por representación proporcional. Hasta ahora ninguna jerezana ha logrado un escaño federal.

Los partidos políticos registran múltiples dudas para depositar la confianza de sus dirigencias en mujeres, algunas han asumido el cargo por norma, en calidad de secretarias generales, (cumpliendo la obligada cuota de género) y en algún momento pasan a sustituir al presidente electo.

En 1984, el Partido Revolucionario institucional anunciaba que María Guadalupe Márquez Acosta sería su dirigente y ella no fue sólo la primera mujer en asumir tal responsabilidad, sino que ha sido a única, surgida de un proceso de elección.

La exregidora Verónica Alamillo, es la segunda mujer en dirigir el Partido Acción Nacional, desde que en la década de los ochentas, éste formalizó su comité directivo municipal; a principios de este siglo, María del Refugio Sánchez había sido presidenta de este instituto.

El Partido de la Revolución Democrática, como parte de los tres de mayor importancia en el municipio, no ha tenido formalmente una mujer dirigente, en la actualidad existe un cargo compartido, pero no hay precisión al respecto.

Y en cuestión del servicio público la situación no es mucho mejor, hablando de cargos directivos de primer nivel; por ejemplo, desde que en 1992 se instituyó por norma la Dirección de Desarrollo Económico y Social, es Alma Araceli Ávila Cortés la única mujer en ocupar el cargo.

Pero en cambio, en la Dirección de Seguridad Pública, desde su creación en 1995 sólo ha tenido hombres como titulares; situación similar ocurre en la Dirección de Obras y servicios Públicos y esto podría remontarse a la historia del municipio, pero al menos en los últimos 40 años, jamás ha tenido una mujer al frente del cargo.

En lo que se refiere a la contraloría, desde que por ley se asignó a la primera minoría en 1995, la actual Alejandra García Barrios, es apenas la primera mujer, mientras que Laura Martínez Torres es el único caso de una fémina en la dirección del Sistema Municipal de Agua Potable y Alcantarillado de Jerez (SIMAPAJ), esto en el gobierno de Alma Araceli Ávila Cortés.

En donde se registra mayor presencia de mujeres es en el manejo de los recursos, sin embargo, desde que adquirió el rango de dirección, sólo Leticia Ibarra Bautista ha tenido tal título, aunque existen antecedentes de cuando era simplemente tesorería municipal, con mujeres como Alicia Rincón en el primer gobierno de Jesús Sánchez García y Oralia García Duarte, en la siguiente administración que presidió Gonzalo González del Río.

Amelia González Escobedo fue la tercera tesorera en forma consecutiva, en el periodo de Juan de Santiago Silva, aunque a la renuncia de éste, fue sustituida por Salvador Núñez, situación que impidió que fueran cuatro funcionarias en el cargo de manera ininterrumpida, pues Bertha Torres Valdés depositó la confianza de los dineros, en María del Carmen de la Torre.

Entre los puestos que no son directivos o conocidos como de segundo nivel, llama la atención el caso del Registro Civil, donde en las últimas 10 administraciones, ocho han tenido al frente a una mujer, Leticia Menchaca, Ofelia Reveles de la Torre, Carolina Robles (en dos ocasiones), Verónica Medina, Ana María Acevedo Carrillo y actualmente María Soledad Barrios. En la segunda administración de Jesús Sánchez García hubo tres titulares una de ellas mujer, Irene de la Torre Herrera.

En la actualidad, los cambios en la ley, obligan (no se le puede llamar de otra manera) a integrar cierto porcentaje de candidaturas femeninas y para próximos procesos será mitad y mitad, con ello, las mujeres han dejado –en parte–, de ser adorno de campaña o las encargadas de organizar las porras para los señores; hoy muchas de ellas le entran parejo a la competencia política.

Sin embargo, con frecuencia escuchamos comentarios de dirigentes partidistas o candidatos que al estructurar sus planillas, señalan con cierto lamento, “tenemos que cumplir con la cuota de género”, es decir, lo hacen más por obligación que por convicción, o confianza en el llamado sexo débil.

Se avizora que las reformas en materia electoral, podrían motivar cambios favorables de fondo, tanto en los cargos de elección, como al interior de los partidos políticos y naturalmente, en las estructuras de los gobiernos en todos los niveles.
Lo deseable y más justo, sería que las mujeres pudieran alcanzar espacios de representación popular, no por decreto, sino por la total y absoluta voluntad de la población, pero para ello hace falta una revolución total, en la cultura machista de nuestra sociedad.

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