Brenda, una Historia de Odio y Violencia

Por Benny Díaz

Aguascalientes, Ags.- Su nombre es Brenda, tiene 18 años y ya es madre de dos niños: Uno tiene cinco años y el otro apenas un mes de nacido. Su historia es realmente aterradora, tiene miedo, pero se atreve a hablar “porque necesito desahogar lo que llevo dentro”, dice mientras llora.

Sólo acepta que se le tome una foto, y de espaldas, porque tiene terror a que su verdugo la vea y se desquite con lo que más quiere: Sus hijos.

A los 12 años conoció al que ahora es su concubino, se llama Pepe y también tiene 18 años, no tiene trabajo, es adicto al alcohol, la pornografía y el Internet.

“Los dos íbamos a la secundaria y me sentí identificada con él porque era muy cariñoso conmigo. En ese tiempo me sentía muy sola, porque mis padres estaban separados. Mi papá se fue al norte de bracero y por cinco años se olvidó de nosotros, a veces mandaba dinero pero luego nos dimos cuenta que allá tenía otras mujeres. Mi mamá se tuvo que meter a trabajar para mantenernos y mis hermanos y yo (Brenda es la segunda de tres hijos) pasábamos el día solos”.

Fue así como Pepe se fue ganando su confianza, además de la escuela se veían en la calle porque eran vecinos, sus casas están juntas y se conocían desde niños.

“Antes de cumplir los 13 salí embarazada de mi primer hijo. A mi me dio mucho gusto y a Pepe también, pero mis papás se pelearon muy fuerte por eso y me sentí muy culpable. MI padre acusó a mi mamá de no haberme cuidado y ella le reclamaba su proceder por dejarla sola. No sabía qué hacer, yo quería ser feliz, salir de esos pleitos y soñaba con tener una casa con Pepe, mi hijo y yo”.

A pesar de todo contó con el apoyo incondicional de su mamá, quien la cuidó durante todo el embaraza por ser de alto riesgo. “Era una niña y me decían que podría morir en el parto o el producto podría salir con deformaciones. Lloraba mucho porque me alejaron de Pepe, pero nos dábamos nuestras “mañas” para vernos a través de la barda que separa nuestras casas”.

Nació su hijo y coincidió con el regreso de su padre de Estados Unidos: “Entonces Pepe y su papá fueron a hablar con él para que pudiéramos vivir juntos. MI mamá se oponía, pero mi padre aceptó… y ahí empezó mi calvario”, cuenta mientras vuelve a llorar.

Me llevó a vivir a la casa de su mamá, nos prestaron un cuartito donde sólo tenemos la cama y un ropero para guardar ropa. Mi suegra no me hizo buena cara y cada vez que bajaba a cocinar se molestaba porque le ensuciaba trastes, le gastaba el gas, agarraba comida, por todo.

Cuando llegaba Pepe de trabajar, de albañil igual que su padre, “su mamá le decía que yo era una floja que no le ayudaba en nada, que no lavaba la ropa del niño y él me golpeaba hasta que se cansaba”.

Pasaron dos años y con la ayuda de mi mamá y de mi abuelita decidí entrar a Mujer Contemporánea con todo y mi hijo. Estuve un mes y conocí a una chava que también estaba por las mismas con su novio, ella me decía que nos saliéramos del refugio y nos fuéramos a Ciudad Juárez a trabajar, si me daban ganas porque me decía que allá se gana bien, pero mi mamá se opuso rotundamente y me amenazó con quitarme al niño y como yo tenía 15 años lo podía hacer fácilmente”.

Cuando salió del refugio se fue a vivir con sus padres, comenzó a trabajar en una cocina económica “porque con el embarazo ya no pude continuar estudiando, ni la secundaria terminé”, ahí estuvo unos meses y comenzó otra vez el “cortejo” y las promesas vanas de Pepe para que volvieran.

Yo al principio no quería volver; si sentía cariño por él pero me dolían más los golpes que me daba.

Luego Pepe se fue un año a Estados Unidos para “juntar dinero y casarnos, me prometió una boda muy bonita”.

Sin embargo a su regreso ni boda, ni dinero… regresó con el vicio del alcohol y con una fijación por la pornografía. “Luego me enteré que allá tuvo varias mujeres, una de ellas lo mantenía porque en realidad no trabajaba”.

A pesar de todo Brenda volvió a caer: “Me sentía sola y cansada de luchar, en mi casa los problemas seguían entre mis padres y estaba cansada, Ya iba a cumplir 17 años y decidí volver con Pepe”.

Regresó al cuarto de la casa de su suegra y las cosas fueron de mal en peor. Pepe dice que no consigue trabajo “sólo de vez en cuando hace “parches” por lo que le pagan muy poco y si no fuera por su papá que se lo lleva a sus trabajos como chalán no tendríamos ni para comer”.

Los golpes se incrementaron, pero ahora no sólo a ella sino también a su pequeño hijo.

“Diario ve películas pornográficas y me obligaba a verlas yo también, luego quería que le hiciera todo lo que ahí se veía y si no, eran golpes y varias veces llegó a ahorcarme con las manos hasta que casi perdía el conocimiento; luego me obligaba a tener relaciones”, recuerdo con un llanto incontenible.

De esa manera quedó embarazada de su segundo hijo. “Cuando él lo supo se puso muy contento y me “exigió” que fuera niña, yo estaba feliz y le pedía a Dios que me mandara una nena”.

Durante los primeros meses del embarazo la violencia cesó un poco, pero un día, a los cinco meses de gestación, le hicieron una ecografía y les dijeron que  era un niño.

“Se enojó muchísimo, me golpeó el estómago, me pateó y no pude levantarme en varios días. No quise decirle a mi mamá porque sabía que se enojaría mucho conmigo”.

Las borracheras de Pepe fueron más frecuentes, los golpes y las violaciones también a pesar del embarazo.

“No trabajaba y no había para comer, pasaba días enteros sin probar nada de alimento, sólo agua. Me dio anemia y varias veces me tuvieron que internar. Tuve amenazas de aborto y entonces mi familia se dio cuenta, Se pelearon con él pero para mi era peor, porque luego sus desquites eran de ahorcarme ya no con las manos, sino con cuerdas, sábanas, bufandas o lo que hubiera cerca de él en ese momento”, dice.

Nació su segundo hijo, tiene un mes y a días de haber dado a luz se dio la violación más dolorosa, tanto que tuvo que volver al hospital.

Ante eso el médico le aconsejó levantar una denuncia, pero Brenda no lo hizo a pesar de que sus padres le exigieron que lo hiciera.

“Pero ya no pueden obligarme, ya soy mayor de edad y tengo miedo por mis hijos. Se quedaron con él y mi suegra. Yo ahorita estoy aquí (en Mujer Contemporánea) y él lo sabe. Ya intervino el DIF y siento pavor de que me quiten a mis hijos. Estoy muy confundida, aquí me dicen que lo tengo que dejar porque si no un día me va a matar, pero a mis niños yo no se los dejo a él ni a nadie. No tengo idea que vaya a pasar conmigo, sólo sé que enamorarme de Pepe fue lo peor que me pudo haber pasado en la vida, pero al mismo tiempo lo mejor, porque gracias a él tengo lo más maravilloso: mis dos niños”, concluyó la joven en un mar de lágrimas.

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