El día que recuerdan los universitarios

PEDRO JASSO CARRILLO

Desde que entré a la preparatoria número 2 de la Universidad Autónoma de Zacatecas, empecé a comprender el acontecimiento del 2 de octubre del año de 1968, y me di cuenta de que es uno de los acontecimientos que la mayoría de los mexicanos recordamos, ya que se llevó a cabo una de las acciones más sangrientas en la historia de nuestro país ejecutada por la administración de aquel Gobierno en contra de los estudiantes y la población civil. El número de muertos no se sabe con precisión, sin embargo, fuentes oficiales refieren no más de 50, mientras que investigadores afirman que fueron más de 300, además de cientos de desparecidos.

Entonces, cada 2 de octubre que pasaba, en la Universidad festejábamos con una protesta o una marcha, gritando en contra del gobierno, fuera del partido que fuera, en ese tiempo, mis compañeros teníamos bien definido la defensa de los derechos humanos que ostentábamos como estudiantes, sobre la libertad que tanto aludían los maestros en el aula, entre otros valores universales; así crecí en la UAZ con la influencia de liberalismo, con un matiz de libertad y justicia.

Es por eso, que digo que los universitarios recuerdan con más fervor el 2 de octubre, como un día en que se suspendieron los derechos de los jóvenes, de los estudiantes, donde el gobierno reprimió con todo su brutal poder las ideas y la libertad de expresión de los mexicanos.

La tarde del 2 de octubre de 1968 en la ciudad de México, después de que desde un helicóptero que sobrevolaba la Plaza de las Tres Culturas, en Tlatelolco, arrojara una luz de bengala, empezaron los disparos en contra de los miles de estudiantes.

Ese día, se realizaba una gran manifestación estudiantil en demanda de mayor libertad de expresión, a unas cuantas semanas de que se celebraran en México los Juegos Olímpicos. Lo que dicen los testimonios es que justo cuando se iniciaba el mitin, una bengala que surcó el aire fue la señal para que el Ejército Mexicano empezara a disparar contra la multitud con la intención de liberar el espacio y no manchar la imagen del país durante los festejos que traerían a miles de extranjeros.

También dispararon sus armas los integrantes de la famosa “Brigada Blanca», vestidos éstos de civil, pero identificados por portar un guante blanco como distintivo. De acuerdo con investigadores, en esa trágica tarde fueron disparados 15 mil proyectiles y tuvo como saldo 300 muertos, además de 700 heridos y cinco mil estudiantes detenidos.

En el año de 1968 nuestro país era gobernado por Gustavo Díaz Ordaz como Presidente Constitucional, mientras que Luis Echeverría Álvarez fungía como Secretario de Gobernación, quienes según la opinión de miles de estudiantes que marchan cada año, nunca pudieron explicar de forma clara y veraz esos acontecimientos.

Es por estos hechos crueles y denigrantes que a partir de aquel año, miles de estudiantes de todos los Estados de la República Mexicana, llevan a cabo una marcha por las calles de sus ciudades en memoria de los estudiantes acribillados, gritando con fervor y enojo la frase ya aquilatada por cada uno de ellos: «2 de octubre no se olvida».

Sigo preguntándome:

¿Cada año que recordamos el 2 de octubre, sirve de algo?

 ¿El gobierno se abstendrá de cometer más delitos de lesa humanidad?

Para que el gobierno tenga cimentado el valor de los derechos humanos, de legalidad y justicia, será necesario tomar en cuenta la siguiente frase:

“Un país que no garantiza la vida de sus muchachos

Está en grave peligro”

Elena Poniatowska.

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