La confianza, Tello y la gobernabilidad 

MANUEL IBARRA SANTOS

La confianza ciudadana en sus autoridades es factor y mecanismo determinante en la creación del capital social necesario para el desempeño óptimo de las estructuras productivas, base del funcionamiento adecuado de las instituciones y fundamento de la prosperidad colectiva. Seguramente en la construcción de este pilar imprescindible para toda administración pública de calidad, habrá de empeñar su trabajo Alejandro Tello, a fin de forjar la legitimidad que requiere en el horizonte de los próximos cinco años de su mandato.

El gobernador electo, perfilando singulares diferencias con sus antecesores, en la proyección de un deslinde de estilos, ha tomado la iniciativa en diversos frentes de acción: 1).-emprendió el diálogo, en un acto de apertura, con los representantes de las más distintas fuerzas políticas locales y nacionales; 2).-ha comenzado con fuerza la gestión ante el gobierno de la república de recursos públicos para Zacatecas; y 3).-trazó ya la línea para el diseño de las bases jurídicas, técnicas, humanas y materiales de su administración, que comienza el 12 de septiembre próximo.

El objetivo de esa toma de decisiones, tal pareciera ser, es aprovechar, prolongar y consolidar (a fin de no despilfarrar) el uso del bono democrático que le dio a Tello en las urnas el triunfo electoral en el mes de junio, sabedor además que sin confianza ciudadana no es posible gobernar a plenitud, condición necesaria para promover los cambios políticos y económicos de fondo que requiere Zacatecas para su desarrollo. Sería un error, por otra parte, echar al bote de la basura esa fuente legitimadora.

La confianza política es incuestionablemente el pegamento ético que en una sociedad hace que sus integrantes trabajen en una misma dirección a favor del bienestar colectivo. Sin este ingrediente no hay éxitos en un pueblo y si múltiples fracasos.

Dicho componente (lo afirmó Francis Fukuyama, en su libro Confianza: Las Virtudes Sociales y la Creación de la Prosperidad), es el fundamento de la estabilidad, de las relaciones económicas productivas y del bienestar, por una simple razón: “sólo triunfarán las sociedades unidas por sus elevados niveles de confianza”.

Pero la confianza política sólo se erige en la percepción social cuando los gobernantes y las instituciones públicas sirven bien a la “gente”, con eficiencia y honestidad, alejados de los antivalores de la corrupción. Eso quiere decir, que la ausencia de patrones éticos y morales abona la aparición de la desconfianza en la acción del gobierno.

El origen de la confianza política y el respeto al Derecho 

El estudio y análisis de la confianza ciudadana en el trabajo de los políticos y en la legitimidad de un gobierno, no es nuevo. Hace más de dos mil años, fue tema que ya había abordado Aristóteles en su obras La Política y en La Ética a Nicómaco. El filósofo señaló en su tiempo que “el fin de la política es la autarquía o libertad del hombre en el marco del bien de la polis”.

Los pensadores de antaño como los modernos coinciden en señalar que los altos niveles de confianza ciudadana en los políticos, en los partidos y en las instituciones públicas, es sinónimo de buena salud democrática, sin los cuales no se puede gobernar ni mantener la estabilidad de una sociedad.

Por lo tanto, la creación de confianza ciudadana tendrá que ser en el gobierno de Alejandro Tello una de las mayores prioridades para garantizar legitimidad y legitimación.

La confianza en el gobierno de Alejandro Tello

La existencia tangible de altos niveles de confianza ciudadana en un gobierno, se traduce también en el cumplimiento de expectativas políticas.

Por eso, la confianza implica respeto irrestricto a la Ley.

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