Juana Gallo

jaime enriquez felixJAIME ENRÍQUEZ FÉLIX

La música de la película es de un zacatecano nacido en Nochistlán: Ernesto Juárez Frías. Autor de un sin número de canciones –quizá la más identificada popularmente es Juana Gallo. El argumento es también de él-.

Juana Gallo fue filmada en 1961 con  María Félix interpretando a la heroína, aún apetecible, enérgica, con el encanto de su lenguaje popular cuando personificaba soldaderas.

La acompañó la natural belleza de Christian Martell, nuera de un ex presidente de la República y esposa de un ex  gobernador de Veracruz; Ignacio López Tarso –popular pioquinto-; Jorge Mistral, quien todavía conservaba el seseo de gachupín; Rita Macedo –la madre de Julissa- de muerte trágica y esposa de Carlos Fuentes; René Cardona padre –el de “Allá en el Rancho Grande”- ya en las últimas etapas de la vida; José Alfredo Jiménez en una de sus escasas actuaciones como soldado “barriga llena, corazón contento” que cantaba en la película, “el caballo grande, aunque no ande”; Sonia Infante, esposa de aquel famoso Remington; Gustavo Alatriste mecenas de Luís Buñuel –no sólo financiero sino con la aportación de Silvia Pinal en películas como Viridiana- …

Parte de la escenografía se da en la Hacienda de Malpaso donde nace el affaire Juana Gallo – Guillermo Velarde, quienes no eran otros sino María Félix y Jorge Mistral. Precisamente allí, junto a la presa del mismo nombre, cerca de las deliciosas tortas de chorizo con el pan dulce original de la hacienda, arriadas por una cerveza Victoria o una Coca –Cola.  Allí se dieron las grandes escenas de la película.

La toma de Zacatecas parece presentarse como una pequeña reyerta: un Zacatecas de lejos que en 1961 tenía los cerros pelones por lo que el de la Bufa destacaba hermosamente en cualquiera de las tomas. Aun no llegaban los Zesatti, ni las constructoras Plata o los Lara para sembrar en toda la topografía de esa vista, fundamentalmente casas de interés social.

El director, Miguel Zacarías, le dio 2 horas de duración al filme.

El personaje es prácticamente creado por la canción.  Basado en una leyenda inexistente, como lo son muchos argumentos de las películas, por lo que no hay que reclamar la autenticidad de las historias.

La película de Salma Hayek sobre Frida Kahlo, no es la realidad de la vida de la pintora. No tendría por qué serlo.  Era un producto fílmico que buscaba conquistar el mercado de habla inglesa para tan importante personaje mexicano.

Así, quienes conocimos a Juana Gallo, vimos que nada tenía que ver con la visión que dio de ella María Félix.  Se trataba en realidad de una mujer enclenque, de zapatos hombrunos, medias de popotillo, falda de colores negros o grises oscuros, lentes tipo soldador –de los que hace algunos años se pusieron de moda-, un sombrero de paja de los que vendían los Borrego cerca del Laberinto, un bastón con carita rústica de venado de los que traían los huicholes y, desde luego, una canasta con tacos y una lengua de la que había que cuidarse –y del bastonazo también, cuando de niños le gritábamos: “¡Juana Gallo va montada en su caballo!”.  El “¡Viva la Revolución!” se lo agregaron en la película.

Su verdadero nombre, Ángela Ramos.  Había nacido el 1º de octubre de 1876 por la calle de Vergel.  De ella se cuentan muchas historias: desde defensora de la vida de un cura, hasta la de un obispo. Mitotera si era, por lo que es factible que hubiera organizado alguna pequeña revuelta urbana en tiempos de la Revolución, en defensa de algún personaje, pero nada más trascendente que eso.

Sin embargo las leyendas y los personajes se forman así.  Hoy Juana Gallo ha alcanzado fama internacional. Creada por Ernesto Juárez es tan popular como la Valentina –o quizá más- porque fue encarnado por María Félix ya consolidada como actriz, triunfante en Argentina, Italia o París, porque como ella decía “Yo nunca quise ser cheyena, por eso no hice cine en los Estados Unidos. Me fui a donde estaba el verdadero arte: Europa”.

En Zacatecas ya hay antros y hasta  su propio espacio en el Museo de la Historia de Zacatecas, como un personaje carismático, el de una zacatecana común que, con un apodo encantador, forjó una historia que no existió jamás, pero que los mexicanos y el mundo han tomado por cierta.

Los zacatecanos no tenemos derecho a desacreditar esta leyenda.  Sencillamente identificamos su historia y reconocemos estos azares del destino que han elevado el mito a la escena internacional. En esos términos, bienvenido el mito al Zacatecas moderno, que describe a la mujer arrinconada por la sociedad con un final de soledad e incluso de burla, de quienes en la niñez, sin identificar el inicio de la leyenda, simplemente nos asombrábamos ante su vestimenta.

Es un honor, de cualquier forma, ver a un zacatecano en decenas de películas en la década de los 50 y tener el orgullo de que viva en Zacatecas.  El maestro Juárez Frías fue miembro de la Orquesta de Ingeniería, que llegó a tocar en los patios de la UAZ, sin duda la “orquesta show” de las décadas de los 50’s y 60’s y ajonjolí de todos los moles en las películas roqueras de aquel tiempo.

Desde esta trinchera periodística libertaria, un reconocimiento al nochistlense distinguido, Ernesto Juárez Frías.

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