La Casa de los Perros: ¿O guinda o rosa? Esa es la cuestión

CLAUDIA G. VALDÉS DÍAZ

Aquellos que soñaban que el inquilino de La Casa de los Perros se iba a quedar cruzado de brazos mientras un par de ciudadanas vestidas de guinda lo acusaban sin sustento de ser un delincuente electoral se quedaron con un palmo de narices. Y no sólo eso, ahora deberán responder ante la Fiscalía de Francisco Murillo Ruiseco, por sus dichos.

La calentura llevó a Lucía Venegas Rodríguez, a quien conocen y hablan de tu en su casa, y a Blanca Lilia Rodríguez Barragán, que dice ser la secretaria general del Comité Ejecutivo Estatal de Morena, a señalar a Alejandro Tello Cristerna del clásico: tiene metidas las manos en el proceso electoral.

Pero si algo espera Tello Cristerna es marcharse de Zacatecas, cuando concluya este quinquenio con sabor a milenio, con la frente en alto, y por ello le cayó como patada de mula el que estas mujeres, en contra de quienes también levantó una queja administrativa en el Instituto Electoral del Estado de Zacatecas (IEEZ), lo anden calumniando.

Ahora, Lucía y Blanca deberán romper cochinito o pedir auxilio al eficiente equipo jurídico de Morena para que las salven de este embrollo en el que alguien las metió. Triste su historia.

Visto lo anterior, será harto importante que nuestro todavía inquilino le hable al oído a algunos candidatos de Morena, que son los que realmente platican a quien los quiere escuchar, y muestran capturas de pantalla a quienes las quieren ver, dejen de involucrarlo en el proceso electoral y presuman lo que no es. No vaya siendo que, en una de esas, una captura de esas charlas en WhatsApp caiga en manos equivocadas.

Ricardo Monreal de corazón rosado

Los monrealistas de hueso colorado que habitan en Guadalupe se encuentran harto confundidos.

Por una parte, el candidato a la gubernatura de la coalición Juntos haremos historia, David Monreal Ávila, los invita a votar todo Morena, pero por otra, el hermano favorito, el senador Ricardo Monreal, se placea feliz con los candidatos rosas.

Hoy los monrealistas piden que alguien, por el amor al Santo Niño de Atocha, les explique realmente qué hacer.

El exgobernador, quien al menos esta semana cambió su oficina del Senado por las giras proselitistas al interior de los municipios de Zacatecas, se retrató con Mauro Ruiz Berumen, uno de los candidatos consentidos de Caty Monreal en el partido Fuerza por México, que quiere ser diputado local por Guadalupe.

Así, el otro candidato que no estará en las boletas, pero sí está en la campaña, aunque no se quitó su chamarra guinda, sí posó feliz con su compañero de la escuela, El Profe Mauro. Mientras, del otro lado, a la priista Violeta Cerrillo no le quedó más que quedarse con el coraje y hacer tremendo berrinche.

Esta mujer, gracias al PRI, ha vivido plácidamente los últimos años de su vida como regidora de Guadalupe, pero un día decidió que en el tricolor ya no quería estar y, para granjearse el afecto de los Monreal, como otros personajes de la vida judicial, se unió al equipo jurídico que le hizo la vida de cuadritos al alcalde capitalino con licencia Ulises Mejía Haro.

Ella, mientras cobraba como regidora tricolor, dedicada su tiempo a elaborar el entramado para impedir, nomás para cumplirle el capricho a alguien, que Ulises Mejía fuera candidato a gobernador, a alcalde, a diputado y, por si las dudas, hasta a jefe de manzana.

Su trabajo, como el de algunos magistrados, recibió una recompensa. A ella le dieron un chaleco guinda y la candidatura a diputada por el Distrito III. Hoy, si bien tiene amplias posibilidades de ganar la elección y llegar a formar parte de la bancada morenista en el Congreso local, eso no le quita el coraje de saber que, a pesar de haber traicionado al que fuera su partido –supuestamente porque no la valoraban–, no está del todo en el ánimo del Doctor que siempre, ante todo, privilegiará apoyar los pininos rosas de su hija.

Odio jarocho

Fue en Río Grande, y durante un mitin de David Monreal, en donde el odio jarocho entre morenistas y verdeecologistas salió a relucir. Se soportan porque no les queda de otra, pero de ahí a ser amigos y aliados de verdad, nada de nada.

En el lugar, en donde la sana distancia brilla por su ausencia. Los golpes, jaloneos, insultos y demás se llevaron la tarde que, supuestamente, era del candidato a gobernador. Ni modo, en donde no hay amor, no hay ni cómo pagarles.

A separar a los rijosos tuvo que llegar la policía.

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