La Casa de los Perros: El invitado de honor
CLAUDIA G. VALDÉS DÍAZ
¡Nos están matando señor presidente! Ese fue el reclamo que, apenas bajando de la camioneta que lo trasladó a la Plaza de Armas, escuchó fuerte y contundente de parte de Mara Muñoz, el invitado de honor a Zacatecas.
Los feminicidios, la mayoría no resueltos, que efectivamente están matando a las zacatecanas, y a muchas mujeres, de todas las edades, en el país entero, le fueron recordados a Andrés Manuel López Obrador. Un pendiente, uno más, que Enrique Peña Nieto dejará como herencia sexenal.
Pero hubo otro reclamo, el que no escuchó directamente pero que sí inundó las redes sociales. El desaire que, a quienes lo acompañaron “en su travesía en el desierto” hizo el presidente electo.
Y es que sí, fue muy obvia la forma en que el invitado de honor ha sido encapsulado al grado que aquellos que siempre estuvieron de su lado, esos que estuvieron con él en las malas, ahora ni siquiera fueron considerados “en las buenas”.
En el olvido dejaron, por ejemplo, a Luis El Oso Medina Lizalde, quien antes, remando contracorriente, invitaba a las reuniones que López Obrador encabezaba en Zacatecas, y a las que apenas acudían unos cuantos entusiastas. Allá, entre los cientos que, por cierto, no alcanzaron a llenar la Plazuela Miguel Auza, detrás de la valla, quedó también el dirigente estatal de Morena, Fernando Arteaga. Así es la vida, de caprichosa.
Hoy son otros tiempos y las mieles del triunfo se reparten entre sólo unos cuantos, los nuevos consentidos, los que son listos para arrimarse en los tiempos buenos, los que gozan de la habilidad de estar siempre con los ganadores, aunque a su paso hubieran aplastado al que ahora alaban, adoran y encierran en exclusivo círculo.
Por ello se vio en la puerta de “las llegadas” en el Aeropuerto Internacional de Calera, al perredista, aliancista y priista, según las circunstancias lo manden, Le Roy Barragán Ocampo, acompañado del cuñado del ex gobernador Miguel Alonso Reyes, Pedro de León Mojarro. Para ambos hubo sólo un saludo frío, de compromiso, por parte de Andrés Manuel, quienes se manifestaron listos “para lo que se ofrezca”.
También hubo enojo de parte de un par de legisladores federales: la senadora Geovanna Bañuelos de la Torre y el diputado Alfredo Femat Bañuelos, a quienes no invitaron a subir al templete. Sólo los de Morena, fue la indicación. Ambos petistas, supuestos compañeros de coalición con la que juntos se hará historia, tuvieron que hacer de tripas corazón y quedarse abajo, a convivir con los otros, con los demás. Tuvieron que codearse con esa mayoría de arribistas que hoy buscan, a como dé lugar, la selfie para presumir en el Facebook.
Fiel a su guión, López Obrador acudió a desayunar gorditas en “Las Cazuelas”, en donde fue atendido por Ramona Ibarra y Juan José Macías, según lo relató el senador Ricardo Monreal Ávila en su Twitter. Ahí estuvo acompañado del otro Monreal, David, y de la esposa de otro Monreal, Verónica Díaz. Desayunaron en familia pues.
Ya luego, al pie de la camioneta, al inicio de una valla colocada exprofeso en la Plaza de Armas, como una especie de alfombra roja, lo esperó el inquilino de La Casa de los Perros, quien observaba, siempre sonriente, eso sí, cómo López Obrador, el futuro presidente de México, saludaba a todo aquel que le extendía la mano y se fotografiaba con quien se lo pedía, ante la mirada siempre complaciente del ex gobernador, el poderoso zacatecano Ricardo Monreal.
En el interior del Palacio de Gobierno, en el Salón de Recepciones, un brunch coffebreak fifí servido por la empresa Jessher&Co, que encabezan Jesús Hernández y Alexander Solís, un par de jóvenes emprendedores zacatecanos a quienes, por cierto, ordenaron bajar del Facebook las fotografías de los aperitivos que ellos, con orgullo presumieron como producto de su trabajo, esperaba al invitado de honor. También el gabinete en pleno, así como los diputados locales, quienes se declaraban listos para extender la mano de quien arrasó en las urnas el pasado 1 de julio.
Aunque todos los del gabinete despotricaron durante la campaña electoral en contra Andrés Manuel, hoy, bajo la orden de trabajar unidos, olvidando las ofensas pasadas, tuvieron que sonreír, aunque ya después, en su chat interno, volvieron a las andadas. “Sigue en campaña, prometiendo y prometiendo. Imposible cumpla lo que ofrece”, escribirían.
Y sí, antes que dar las gracias a sus seguidores por el esfuerzo, López Obrador llegó a Zacatecas a hacer lo que sabe, prometer desde apoyo para llevar a buen término el proyecto del Sistema Milpillas, ese que cambiará de nombre a Presa “San Andrés”, hasta la construcción de tres universidades públicas en Pinos, Mazapil y Pánfilo Natera.
También, adelantándose a todo y todos, fijó el precio del frijol en 14.50 pesos, y el de maíz a 5.5 pesos; igualmente, dijo sí a la petición de ampliar la carretera Zacatecas-Aguascalientes y, claro está, aprovechó también para retratarse con el gobernador Alejandro Tello Cristerna, con el cuadro de Bento Juárez como fondo, esa pintura hoy tan publicitada por el gobierno diferente.
Andrés Manuel López Obrador se comprometió, también, a regresar a Zacatecas ya como presidente, las veces que sea necesario, lo que sin duda deja una esperanza para quienes habitan esta entidad olvidada durante sexenios por los gobernantes priistas y panistas, y que hoy alberga la esperanza de que, ya sentado en la silla, no recuerde que aquí fue en donde obtuvo la votación más baja del país.
Twitter: @lasnoticiasya @claudiag_valdes