La Casa de los Perros: Cómo duele la nueva mayoría en el Congreso de Zacatecas
CLAUDIA G. VALDÉS DÍAZ
A través de las benditas redes sociales, la diputada de Morena, Violeta Cerrillo Ortiz, se quejó amargante porque, según ella, los diputados del PRI, PAN, PRD, PT y Nueva Alianza, a pesar de los enormes resultados logrados y el ritmo de trabajo “que les molesta”, “van a pretender” quitarle la presidencia de la Comisión de Hacienda y Fortalecimiento Municipal.
La expriista, asesora legal del entonces candidato a la gubernatura y hoy inquilino de La Casa de los Perros; pupila del magistrado Edgar López Pérez (en espera todavía de la llamada de la nueva Gobernanza); comparsa de los magistrados del Tribunal de Justicia Electoral de Zacatecas (Trijez), y principal defensora de la innombrable Verónica “D”, acusó al rejuvenecido bloque opositor en la LXIV Legislatura hasta de mirarla feo.
Juró en su video tipo 4T, que “les ofende” a los de la oposición que ella, muy diligente, ande asesorado a los municipios para que logren las escrituras de sus edificios históricos. ¿Por qué? Eso creo que ni ella, y menos Obama, lo sabe. En fin.
Juró la diputada, la misma que a la menor provocación acusa ser víctima de violencia política de género pero que, según sus propias compañeras legisladoras, es la primera en ofender y humillar, que “la nueva mayoría” en el Congreso, algo que duele, y mucho, andan indignados por que ella, en el estudio de las leyes de ingresos municipales ha actuado “con honradez y rectitud” y no ha pedido nada a nadie. ¡Faltaba más!
Asegura casi al borde del llanto que le quieren quitar la presidencia de la Comisión inventando excusas porque ella, y otras personas a las que en su atropellado discurso no nombró, “estamos impidiendo” que regresen las herramientas legislativas que tanto añoran. ¿Será?
En su perorata, Violeta Cerrillo dice ahora que son los otros los que no quieren “juntarse” para construir, cuando de todos es sabido, porque así lo denunciaron las dos diputadas de Morena (Priscila Benítez e Imelda Mauricio Esparza) que decidieron abandonar la bancada para irse a Nueva Alianza, que eran justamente los obedientes diputados guindas los que, acatando disposiciones superiores, se negaron siempre al diálogo al interior del Congreso agarrados de su mayoría.
Les gusta hacer, pero que no les hagan. Lo de siempre, lo de Morena: hágase justicia en los bueyes de mi compadre, pero nada más.
La legisladora, que hoy pelea con fiereza su presidencia, concluye su nervioso discurso asegurando que, en Morena, no van por oficinas ni por puestos. Entonces ¿qué pelea?
La verdadera razón de la errática conducta de la diputada podría deberse a que es justamente la Comisión de Hacienda y Fortalecimiento Municipal, la que elaboró el dictamen, votado después por la hoy extinta mayoría de Morena, que autorizó a su super amigo Julio César Chávez Padilla, hacer y deshacer con una concesión que privatiza el servicio de limpia en Guadalupe, la misma que hoy podría echarle otra manita al que dice ser alcalde en el municipio conurbado.
Según la correspondencia recibida por los diputados, se recibió un Expediente Técnico, mediante el cual el Ayuntamiento de Guadalupe “solicita la autorización de esta Legislatura para llevar a cabo la operación del refinanciamiento de su Deuda Pública a largo plazo”.
El ex consentido del inquilino de La Casa de los Perros, pero todavía de la innombrable, quiere que la deuda contraída por el exalcalde Roberto Luévano López, cuando justamente él era secretario de Gobierno, pues andaba de buenas en el PRI después de abandonar al PRD, reciba la venia del Poder Legislativo para refinanciar la impagable deuda por más y más años. Que paguen los que vienen, total, qué tanto es tantito.
Mientras, Georgina Miranda Herrera, Ma. del Refugio Ávalos Márquez, Karla Valdez Espinoza, Xerardo Ramírez Muñoz y Juan Mendoza Maldonado –Roxana Muñoz González no porque son del mismo equipo), ya se frotan las manos para hacerse de la presidencia de esa codiciada comisión.
Topando con la pared
Más temprano de lo que él mismo esperaba, el presidente municipal de Zacatecas, Jorge Miranda Castro, se topó con pared. La intensa dinámica en la que el exalcalde Ulises Mejía Haro metió a los capitalinos de pronto se desvaneció. Y eso que al amigo de Claudia Sheimbaum le tocó lidiar con una pandemia en pleno apogeo y un inusual golpeteo político bañado de venganza y revanchismo.
Hoy, para desgracia del propio extesorero del Gobierno del Estado en dos sexenios, su administración, “ante la situación tan compleja que hemos tenido que enfrentar para gobernar”, se ha tenido que limitar única y exclusivamente a cumplir medianamente con los servicios públicos básicos que por ley le corresponden. Y nada más.
Durante el convivio que ofreció a los arquitectos, ingenieros y trabajadores del gremio de la construcción, con motivo de la Santa Cruz, Jorge Miranda se limitó a participar en un cuadrangular de futbol, una taquiza, la rifa de diversos artículos y, claro está, la entrega de un kit de uniformes en guinda para que puedan realizar sus labores “de manera digna”.
El personal de Servicios y Obras Públicas festejó con su alcalde, el Día del Trabajador de la Construcción sin ningún anuncio importante justamente de una construcción de alto calibre en puerta. A tapar baches, recoger basura y arreglar luminarias, si bien va, se dedicarán. Y párele de contar. Ni modo.
Desechada
Una vez más, las fracturas al interior de la LXIV Legislatura quedaron en evidencia al no lograr ponerse de acuerdo para sacar adelante el nombramiento del integrante del Consejo Consultivo de la Comisión de Derechos Humanos del Estado de Zacatecas (CDHEZ).
Los diputados, si bien avalaron el dictamen de idoneidad de los tres aspirantes, a la hora de la votación cada uno jaló para su milpa y la terna, completita, fue desechada.
Fueron 26 votos en total los que por cédula se emitieron. De estos, 12 fueron a favor de María Elena Ortega Cortés, la aspirante no sólo con mayores posibilidades, sino con un trabajo firme y bien conocido en Zacatecas; cuatro por Lisandro David Carrillo Félix, y 10 nulos.
Como quien dice, ninguno de los aspirantes obtuvo la mayoría calificada que establece la Ley Orgánica del Poder Legislativo y, ahora, a volver a empezar.
Adiós a la ocurrencia
Los integrantes de la LXIV Legislatura también mandaron a volar la ocurrencia del diputado de Morena, Ernesto González Romo, de crear una Comisión Especial para Investigar la Corrupción del Pasado.
Resulta que al exasesor del Senado no le basta con la enorme burocracia creada supuestamente para combatir la corrupción y se le vino a la mente la brillante idea de armar otro andamiaje para hacer el trabajo que debería hacer la Secretaría de la Función Pública, los órganos de control interno municipales, y el inútil Sistema Estatal Anticorrupción que, hasta hoy, nadie sabe para qué sirve o con qué se come.
Igualmente le dieron para atrás a la otra radiante idea de darle más facultades a la Comisión del Sistema Estatal Anticorrupción, que obviamente Ernesto González preside, dizque “para impulsar acciones que permitan prevenir y atender casos en materia de corrupción”.
Si cada uno hiciera su trabajo, como quien dice, si estuvieran en lo que deben estar, no habría necesidad de andar inventando situaciones que sólo provocan risa loca. Y pena ajena.
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