Una jefa de Estado ideal. Una candidata que se atreva a contradecir al presidente
SARA LOVERA
Una mujer en la presidencia de la república mexicana. ¿Por qué no? Una jefa de Estado capaz y democrática, incluyente, culta, con experiencia en las lides políticas a la mexicana, llena de escollos y compleja. Una presidenta que no usara a la pobreza y la desgracia como ariete político, moderna y que garantice un plan para el uso de energías limpias y para detener el cambio climático.
Una jefa de Estado comprometida con la perspectiva de género feminista. Alguien de confianza, que no gobernara para su grupo o partido. Una persona de este siglo, que hablara sin imitar a los hombres y, además, comprometida a reconocer en las mujeres toda su fuerza productiva y política para hacer de México otro país.
Nadie puede negar que muchas feministas y muchas mujeres piensan que Claudia Sheinbaum Pardo es esa posible presidenta, a quien Andrés Manuel López Obrador ya ha visto y la placea hoy en todos lados.
Lamentablemente, la jefa de Gobierno de la Ciudad de México actúa igualito a la tradición de una mayoría de mujeres del antiguo partido de Estado. Mujeres que escuché hablar 40 años. Las observé y conocí. Eran fantásticas, algunas aliadas del feminismo, pero no se atrevían a contradecir al presidente de la república, jamás.
Igual que los hombres: capaces de callar y ocultar el machismo y los horrores de sus jefes políticos. Algunas priistas con poder real mantuvieron límites para comprometerse con las propuestas avanzadas de las mujeres. Pero hubo excepciones.
La primera gobernadora en México, Griselda Álvarez Ponce de León, creó en Colima un centro para mujeres violentadas y activó una guardería temporal para que las mujeres asistieran a un concierto. Convino trabajo productivo para ellas, era opuesta a tratarlas con dádivas o “apoyos”, como les dicen hoy, a los derechos.
Claudia Sheinbaum Pardo, además de sus desatinos frente a las nuevas colectivas de feministas, el viernes pasado se sentó a la derecha de Félix Salgado Macedonio en la toma de protesta de Evelyn Salgado Pineda, y luego escribió un tuit: “Asistí a la toma de protesta de @EvelynSalgadoP primera gobernadora de Guerrero. Por cierto, no hay nada más machista que referirse a una mujer como la hija de, la esposa de, etc.; como si las mujeres fuéramos pertenencia de alguien. Felicidades a Evelyn por su triunfo y capacidad”.
Habrá que recordarle que fue su partido, Morena, el que llamó a Evelyn Salgado Pineda “la hija de”, y que puso en la boleta del 6 de junio “torita”. Igualmente, la jefa de Gobierno leyó el 4 de marzo pasado a las mujeres de su partido que, por “impresentable”, pidieron quitarle a Salgado Macedonio la candidatura formal al gobierno de Guerrero.
También sabe que en 1996 en el Partido de la Revolución Democrática (PRD) se conoció que el también senador hostigó sexualmente a la hoy colaboradora de la Jefa de Gobierno, Patricia Ruiz Anchondo, procuradora social de la Ciudad de México. Y es que Salgado Macedonio no es acusado con rumores, sino que hay al menos dos expedientes judiciales por violación en su contra.
Claudia Sheinbaum Pardo no puede ignorarlo ni avalarlo, pero lo hace como un acto de disciplina con el presidente quien, por razones inexplicables, avala a Salgado Macedonio, no obstante, sus delitos.
Y aunque la jefa de gobierno tiene un séquito que se muere por iniciar su campaña, decidió suspender una feria del feminismo que había planeado para esta semana, una especie de aval de los grupos institucionales feministas y las militantes de base de Morena, para proyectarla como esa jefa de Estado ideal que describí arriba que, sin embargo, ella no garantiza. Veremos…
*Periodista, directora del portal informativo SemMéxico.mx