“Trapecismo” electoral
JUAN GÓMEZ *
En los primeros cuatro meses del presente año han pasado muchas cosas en el ámbito político principalmente, lo que es totalmente natural cuando el estado está inmerso en un proceso electoral para renovar sus 58 ayuntamientos y su congreso local.
Lo que no es nada natural es la serie de acontecimientos que se han registrado al interior de los partidos políticos, en donde se evidencia una seria descomposición estructural, un rebasamiento de sus dirigencias en algunos, la pérdida de rumbo de otros y el extravío de su identidad ideológico partidista.
Todo ello me ha hecho reflexionar seriamente sobre el futuro de la política en Zacatecas, en un escenario de cambios constantes, de inconsistencias ideológicas, de ambiciones desenfrenadas, de pragmatismo rampante, de traiciones y trampas, opacidades institucionales; ineficiencias y rupturas.
Antiguamente había una cerrazón de la clase gobernante para que la ciudadanía en general participara en la política partidista. Solo unos cuantos establecían sus cacicazgos regionales y convenían con el gobernante en turno la postulación de candidatos a puestos de elección popular. Generalmente eran los mismos.
Pero si los rostros se repetían elección tras elección hasta el cansancio en el PRI, por ejemplo, lo mismo sucedió después con la oposición de izquierda y derecha.
Los mismos “líderes” se apoderaron de las boletas de elección.
Lo que sucede hoy día en Zacatecas es algo tan extraordinario como preocupante.
Jóvenes que no habían participado en política arriban ahora a un abanico de partidos que andan en búsqueda de postular candidatos, sin mayor pretensión que la de llenar espacios, acomodar a jóvenes atractivas, tumbarle aspirantes a sus contrarios o debilitar al opositor.
Es verdaderamente impresionante la ligereza para cambiar de un partido a otro, incluso, en el período de las precandidaturas.
Hay dos casos que son emblemáticos: el de Salvador Llamas, quien era precandidato del Partido del Trabajo por la capital del estado y 15 días antes del registro se incorpora a Movimiento Ciudadano; y el de Marisela Dimas, quien es postulada por Movimiento Ciudadano en donde incluso figuró en la Coordinación Ejecutiva que sustituyó a la anterior dirigencia, pero finalmente es postulada por el Partido Revolucionario Institucional en el período de preregistro.
Las incongruencias ideológicas están a la orden del día y en ellas impera la sed de venganza o revanchismo de algunos actores.
En Acción Nacional hay casos que dejan perplejo a cualquiera: Francisco López, quien fue candidato al gobierno del estado en las elecciones de 1994 y alcalde de Villa de Cos por ese partido político, hoy es candidato por el Partido del Trabajo.
Otro candidato a gobernador, Cuauhtémoc Calderón Galván, quien contendió en las elecciones del 2010 y fue el primer alcalde panista de Zacatecas, hoy es flamante candidato por el Partido Verde Ecologista de México. Pero lo que es peor, el ahora aspirante verde fue uno de los principales promotores de la alianza electoral entre el PAN y el PRD.
En el PRD no se quedan nada atrás. La ex diputada federal por este partido, Claudia Anaya Mota, quien fue a protestar a las instalaciones del Instituto Estatal Electoral en contra del rechazo a la alianza electoral con el PAN, es ahora la candidata a diputada local por el Partido Revolucionario Institucional.
La constante en este período es ir de un partido a otro, a otro y a otro en un lapso brevísimo, sin rubor ni cargo de conciencia. No importa.
Lo realmente fundamental para la mayoría de los hombres y mujeres que están en esta dinámica del “trapecismo preelectoral”, es lograr el objetivo: alcanzar el poder y hacerle daño a aquellos que no cumplieron con sus pretensiones, sea el motivo que fuere.
Es el pragmatismo en su máxima expresión, pero es también reflejo del rebase de los liderazgos partidistas y de la ausencia en la conducción de la política doméstica.
En el fondo también nos está avisando que algo está pasando en el espectro político zacatecano, algo que aún no podemos observar, pero que está actuando en el presente proceso electoral.
¿Qué podría ser este fenómeno y cómo lo podríamos visualizar?
Definitivamente hay una realidad, la crisis de identidad de los partidos políticos y la ausencia de liderazgos en las organizaciones políticas en el estado, lo que permite el fuerte tránsito de un partido a otro, de unas siglas a otras, rayando incluso en algunas ocasiones en la frivolidad y en la ligereza.
Por otro lado es también la crisis de un sistema político que hoy está de regreso a casa, pero que tanto las reglas del juego como los actores han cambiado, pues antes lo caracterizaba su homogeneidad y ahora es la pluralidad, lo difuso y la indefinición de algunos perfiles gobernantes.
En la década de los 70´s existiía un partido fuerte y hegemómico (el PRI) con una oposición marginal de derecha y con una izquierda proscrita, en la clandestinidad. La Reforma de 1977 les dio la legalidad y la oportunidad de tener representación en el congreso por la vía de la representación popular.
Y hoy la baraja de de partidos es amplia e incluso, se incorporar además la figura del candidato independiente aquí en Zacatecas.
Es la nueva realidad electoral pero los actores son otros, con mentalidades muy distintas a las de sus padres que vivieron una niñez bajo una dictadura de partido y en el escenario de una crisis económica que se ha repetido cíclicamente, en un país lleno de pobres y miserables que tiene pocas esperanzas en un futuro promisorio.
En este contexto la política se ha convertido en una forma de lograr el poder pero también de “asegurar” un futuro económico. Es también para algunos, quizá la mayoría, una forma de enriquecerse en el corto plazo, ante la incertidumbre y la desesperanza de un país con crisis recurrentes.
En un estado como Zacatecas en el que las oportunidades de desarrollo y crecimiento no se han consolidado, por la debilidad de su economía, los políticos ven en la política una forma de asegurar un ingreso económico para sus familias. Por eso también incorporan a sus hijos e hijas en las listas plurinominales, en las fórmulas para diputados o diputadas, en las planillas de los ayuntamientos y en los equipos de campaña de candidatos.
Ahí está el negocio y la seguridad que el estado no les puede proporcionar.
Quizá sea también la falta de futuro, la desesperanza.
Quizá.
¿Pero en dónde queda el electorado, el ciudadano, el compromiso con la sociedad a la que se gobierna y representa?