Seguridad sí, militarización no
NOEMÍ LUNA AYALA
Hoy nuestro país vive una de las mayores crisis de seguridad.
¿Por qué creeríamos que tener más soldados en las calles corregiría este problema?
En Acción Nacional hemos dejado clara nuestra postura: la militarización de la seguridad pública no es el camino para pacificar México. Los Grupos Parlamentarios del PAN en ambas Cámaras rechazamos contundentemente el traspaso de la Guardia Nacional a la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena).
México no necesita más soldados en las calles. Necesita una estrategia inteligente y eficaz, una estrategia que respete la autonomía de las fuerzas civiles encargadas de protegernos. La decisión de militarizar la Guardia Nacional representa un peligroso retroceso que sólo pone en riesgo nuestras libertades civiles, sino también la estabilidad a largo plazo de nuestras instituciones democráticas.
El gobierno actual ha convertido a las fuerzas armadas en un brazo todopoderoso: constructores, operadores de aeropuertos, responsables de aduanas, incluso controlando aerolíneas y puertos.
Esta expansión de poder va más allá de las funciones naturales de los militares, y en lugar de fortalecer a las instituciones civiles, las debilita. No sólo han aumentado sus responsabilidades, sino que también han capturado uno de los presupuestos más altos del gobierno, relegando a otras instituciones civiles que deberían liderar la seguridad pública.
Es importante señalar que en los países donde se opta por la militarización de la seguridad pública se corre el riesgo de establecer una autocracia.
El uso desmedido de las fuerzas armadas tiende a convertirse en una herramienta de intimidación y control social. México no debe seguir este camino. El papel de los militares es defender nuestra nación, no patrullar nuestras calles.
El gobierno morenista ha fallado en la lucha contra la inseguridad. Desde su llegada en 2018, las promesas de pacificación se han quedado en el aire. Hemos visto un incremento en homicidios, desapariciones y violaciones a los derechos humanos, mientras la estrategia de seguridad sigue apostando por la militarización.
Ejemplos sobran para demostrar que la presencia militar en tareas de seguridad pública incrementa las detenciones arbitrarias, la tortura y los abusos de poder, pues los soldados no están capacitados para mediar con la ciudadanía en tiempos de paz.
México necesita más que soldados en las calles; necesita una policía civil, fuerte y capacitada, que cuente con las herramientas y la tecnología necesarias para combatir el crimen de manera eficaz.
Necesitamos una policía que inspire confianza, que trabaje de la mano de la ciudadanía y que esté enfocada en prevenir el delito, no en reaccionar ante él.
Cada paso que se da hacia la militarización es un paso atrás en la construcción de un país seguro y democrático.
El gobierno debe recordar que el éxito en materia de seguridad no se mide por el número de militares desplegados, sino por la capacidad de nuestras instituciones civiles para mantener el orden y proteger a las y los ciudadanos.
México espera mucho de este gobierno y, hasta ahora, sólo ha encontrado respuestas simplistas y fallidas ante problemas complejos.
La militarización no es ni será la solución.
Debemos luchar con firmeza en cada Cámara, en cada espacio público, porque no vamos a dejar que México se convierta en un Estado militarizado.
Seguridad sí, militarización no.