No hay templanza: conflicto de intereses de lo judicial a Inmujeres
SARA LOVERA
La primera crisis política del régimen, que está cumpliendo 10 días de mandato, ya apareció en el universo. Un enfrentamiento de dos poderes, ejecutivo y judicial, que constitucionalmente son distintos; el desprecio a la autonomía del Tribunal Federal Electoral sobre el estado de Puebla con un presidente de la República que menosprecia a la gobernadora ratificada en esa entidad, la que será la octava en la historia de México, crisis que se ha evidenciado con una movilización de mil 500 personas de la Asociación Nacional de Magistrados de Circuito y Jueces de Distrito del Poder Judicial de la Federación (PJF) en todo el país.
¿Y por qué habría de importar esto a las mujeres? Porque el cambio y la cuarta transformación han llegado tan de repente, tan audaz, tan con una idea fija, que necesita una revolución y podría significar un momento de crisis que podría volverse violento. Sé bien de qué hablo. Si no hay revolución, no puede haber una transformación pacífica. Y el nuevo gobierno no se propone la revolución, menos cuando no es socialista. No sé qué se propone.
Miren hay más. Esta noche de lunes el presidente de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, Luis Raúl González Pérez, tuvo que decir que el presidente de la República o sus diputados podrían estar incurriendo en un desacato constitucional. Polariza y está leyendo mal la separación de poderes, advirtió la CNDH.
Importa a las mujeres porque la República nació en Francia para evitar los abusos de los reyes, únicos, poderosos y autoridades sobrenaturales. Porque la República abrió la posibilidad de gobiernos equilibrados, con poderes distintos para repartir los beneficios económicos, sociales y morales. Se trataba de no dejar el poder en manos de una sola persona; una República es la expresión de la democracia moderna. Que no sea perfecta en ningún lugar del mundo, no significa renunciar a ella.
Sería muy tonto contestarme que en México no hubo nunca división de poderes. Está bien, lo acepto, pero ahí está la ley, la guerra que nos dio una República, la Revolución con dos millones de muertos para evitar un tirano, y ¿entonces? Porque no lo ha habido, ahora que el pueblo repudió ese estado de cosas, ¿se hará lo mismo?, me dice una amiga que son iguales; que los tribunales de justicia de las entidades del país se asocian a los poderes fácticos, ¿y entonces? No se trata de un cambio, y sí de que ahora para millones de personas tenemos un padre bueno. Ya hay más de cinco mil amparos contra la reducción salarial; luego vendrán los amparos por despidos. Dirán los que sí saben y votaron por el cambio, que 10 mil personas no importan frente a los millones de pobres. Con lo de 10 mil personas, pregunto, ¿se resolverá el de 50 millones?
El que dice, sí señora usted en el Tribunal Electoral de la Federación la considera legal, pero “yo no estoy conforme, porque no hubo democracia”, refiriéndose a la nueva gobernadora, declarada legal después del único proceso que en México revisó y contó voto por voto, cada acta, todo, pero, se dice había cosas muy sucias, es probable, pero en este régimen con reglas había que probarlo y no se hizo ¿cierto? En eso se basó el tribunal. Ahora resulta, estoy de acuerdo, en nada se puede creer. Sin el poder judicial, incluido ese tribunal que legalizó la elección en Puebla con Martha Erika Alonso, ¿A dónde vamos?
De Martha Erika Alonso, el presidente dijo que “basta de procesos hipócritas” y “falsos” y al mismo tiempo dijo que reconocerá el resultado. Oigan se trata del mismo tribunal que le dio a Morena el triunfo.
Y no nos conviene la crisis, ni que el presidente de la República mienta, como miente con los salarios de los juristas, que ha dicho que son de más de 600 mil pesos. La Suprema Corte de la Nación aclaró oficialmente que el que más ganas, gana la mitad de esa cantidad. El presidente de la CNDH advierte que no es bueno polarizar a la sociedad.
Importa a las mujeres porque somos la mitad de la población y si México entra en un asunto de confrontaciones diversas, sabemos que aumenta la violencia contra las mujeres; se hace más lejana la posibilidad de acabar con la impunidad y, finalmente, nuestros asuntos, nuestra exclusión, nuestra discriminación y el dinero que se necesita para hacer justicia a las mujeres será menos importante. Se dirá que ese no es problema.
Ahí una muestra: Inmujeres
Importa a las mujeres porque el presidente Andrés Manuel López Obrador ha ofrecido la cuarta transformación, pero su enviados y enviadas para muchos importantes asuntos, no se conducen con legalidad, templanza, ni inteligencia. Por ejemplo, una senadora pide que renuncien todas las personas en el Instituto Nacional de las Mujeres, a las 6:30 de la mañana del 30 de noviembre; y queriendo extremar su “responsabilidad” le llama por teléfono a la totalidad de las consejeras de Inmujeres para que voten por la terna “oficial” sobre la que decidirá López Obrador para definir la presidencia de ese instituto, según la ley.
La crisis de la definición en de la presidencia en Inmujeres, ni siquiera ha alterado a nadie para la definición de otra docena de puestos estratégicos para la política de género. Las mujeres senadoras y diputadas están con su actitud avalando el ejercicio inicial de un régimen autoritario y patriarcal. No entiendo nada de nada, porque al mismo tiempo parecen defender los avances.
Ok, todo está podrido. El periodismo de género hace seis años se fue contra la candidata a Inmujeres de Peña Nieto, pero ahora está del lado del proceso desaseado que encabeza la ilustre Olga Sánchez Cordero, porque ella es buena y antes teníamos un gobierno malo. Ojo, dividir entre buenos y malos es muy religioso e idealista. Ahora lo que tenemos al frente es una crisis constitucional. Tremendo. Antes de cambiar la Constitución, como se puede, como ha sucedido en otros países, como por ejemplo en Venezuela, digo, antes de cambiarla habría que cumplirla. Ella, Olga Sánchez Cordero es una ex ministra de la Corte, que lo sabe mejor que nadie. Quién le propuso a Nadinne Gassman (la puntera en Inmujeres) y la convenció. Me pregunto, porque ella siendo una excelente propuesta, está manchada por la falta de tacto, legalidad y sentido común.
El tema es que no se puede romper todo el orden institucional, sin propuestas alternativas serias y profundas. Yo creo. Al tiempo, veremos.