Mubarak renuncia; deja el poder al ejército
Agencias
El presidente egipcio Hosni Mubarak renunció y entregó el poder a las fuerzas armadas, vencido al final por una ola histórica de 18 días de manifestaciones prodemocráticas en las que participaron cientos de miles de personas.
El presidente egipcio Hosni Mubarak renunció y entregó el poder a las fuerzas armadas, vencido al final por una ola histórica de 18 días de manifestaciones prodemocráticas en las que participaron cientos de miles de personas.
»El pueblo derrocó al presidente», coreaba la multitud frente al palacio presidencial.
Una enorme multitud en la plaza central Tahrir de El Cairo estalló jubilosa, ondeando banderas nacionales, mientras se escuchaban bocinazos y disparos al aire en la ciudad de 18 millones de habitantes, luego que el vicepresidente Omar Suleiman anunció la renuncia por la televisión nacional poco después del anochecer.
Mubarak había intentado aferrarse al poder al ceder algunas atribuciones a Suleiman sin abandonar la presidencia, pero una explosión de protestas rechazó esa decisión y al parecer impulsó a las fuerzas armadas a obligarlo a renunciar.
Fueron las protestas más grandes desde que comenzó el movimiento el 25 de enero, que desde un grupo de activistas juveniles en la internet se convirtió en un movimiento de masas alimentado por el malestar generalizado ante el autoritarismo, la corrupción y la enorme disparidad de ingresos entre ricos y pobres.
»En estas circunstancias difíciles que atraviesa el país, el presidente Hosni Mubarak ha resuelto dejar su puesto como presidente de la república. Ha encargado al consejo de las fuerzas armadas que dirija los asuntos de estado», dijo Suleiman con aire adusto. »Dios es nuestro protector y nuestro alivio».
El político opositor y premio Nobel de la Paz Mohamed ElBaradei, cuyos simpatizantes están entre los jóvenes activistas que organizaron las protestas, dijo: »Este es el mejor día de mi vida».
»El país ha sido liberado tras décadas de represión», agregó y dijo que espera una »hermosa» transición.
Frente al Palacio Oruba de Mubarak en el norte de la capital, mujeres en los balcones ululaban con el trino jubiloso con que se festejan bodas y nacimientos.
»Por fin somos libres», dijo Safwan Abo Stat, de 60 años, en medio de la multitud. »De ahora en adelante, quien gobierne sabrá que éste es un gran pueblo».
Mohammed el-Masry, que lloraba de felicidad, dijo que pasó dos semanas en Tahrir antes de marchar al palacio. Ahora volvía con sus colegas a la plaza. »Lo logramos», dijo entre jadeos.
Ahora se trata de saber cómo las fuerzas armadas, la institución más poderosa del país, manejará la transición. Antes de la renuncia, el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas, integrado por los generales de mayor antigüedad, juró guiar el país hacia la democracia.
Abdel-Rahman Samir, uno de los organizadores de las protestas, dijo que el movimiento iniciaría negociaciones con las fuerzas armadas, pero aseguró que aquéllas continuarían para garantizar la realización de los cambios.
»Todavía no tenemos garantías. Si ponemos fin a la situación ahora, es como si no hubiéramos conseguido nada», dijo. »Debemos seguir en Tahrir hasta conseguir todos nuestros reclamos».
Pero añadió que »me siento fantástico… Siento que hemos trabajado tanto, sembramos una semilla durante un año y medio y ahora recogemos los frutos».