Malú Micher comisionada para la Transición en Inmujeres
SARA LOVERA
El 24 de agosto, el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas, tres veces candidato presidencial y promotor de lo que en su tiempo se llamó la Transición a la Democracia (1988-2005), difundió un documento analítico sobre el reciente proceso electoral. Explica que el nuevo gobierno abandera una amalgama ideológica y no puede identificarse como de izquierda.
Sostiene, que hasta ahora López Obrador ofreció seguridades al capital financiero, empresarios, medios de comunicación y gobernantes de turno, por ello, dice, los poderes económico, político y mediático matizaron el discurso confrontativo y descalificador en su contra, allanando camino.
Para Cárdenas, en el texto que titula El Nuevo Gobierno y lo que Sigue afirma que una transformación estructural debiera impulsar y revertir los cambios a los artículos 25, 27 y 28 constitucionales, la derogación de la Ley de Seguridad Interior, el decreto sobre aguas, la Ley General de Biodiversidad y asimismo la revisión de las leyes de Minería, de Hidrocarburos, de Equilibrio Ecológico y Protección al Ambiente, de Aguas Nacionales, leyes en materia agraria, de Inversión Extranjera, de Asentamientos Humanos, Ordenamiento Territorial y Desarrollo Urbano, de Bioseguridad de Organismos Genéticamente Modificados, de Desarrollo Forestal Sustentable.
Revertir estas reformas sí pondría en aprietos al sistema económico neoliberal. Además señala que no puede pensarse en izquierda. En cambio sí explica que se actúa pragmáticamente. Reconoce que el abultado número de votos y adherentes tiene que ver con el hartazgo, descontento, sufrimiento y enojo de las y los mexicanos que “se tradujeron en rebelión electoral, en manifestación cívica contra tanto despojo, violencia, corrupción e impunidad, acompañado por la esperanza en que alguien lo pueda solucionar”.
El documento completo debiera ser leído, lenta y profundamente, para entender cómo se hizo el montaje. Cómo puede ser, que en un mismo baúl puedan estar en el “cambio”, lo perlado del priismo tradicional, la derecha extrema en convivencia con sectores muy respetables.
Todo ello viene a cuento porque apenas ayer 28 organizaciones de trabajadoras, feministas y antiguas luchadoras, esas sí de izquierda, entregaron un pliego de demandas concretas para promover la vida y la libertad de las mujeres. El pliego se hizo llegar al presidente electo.
Le llaman la Agenda de las Mujeres dónde hacen ver al próximo presidente de la República que urge aumento salarial de emergencia; incremento de la canasta básica; impulso de la negociación colectiva de las y los trabajadores, la libre sindicalización y la distribución de las responsabilidades familiares. Una política real de rechazo a cualquier forma de discriminación.
Ellas, difundieron sus propuestas en las instalaciones del Sindicato de Trabajadores de la Universidad Nacional Autónoma de México (STUNAM). Sacando lo mejor de la tradición obrera de izquierda y el feminismo por la transformación social y contra todo vestigio de autoritarismo. Hacen ver que el nuevo gobierno debería dar atención a los derechos sexuales y reproductivos y garantizar una salud integral para mujeres y niñas.
Se trata de la agenda feminista revolucionaria y de izquierda, que ha saltado a la palestra y que fue entregada, en esa ventanilla que me hace recordar cada día las antiguas costumbres del final de los años 60. Que se profundizan en mis recuerdos reporteriles: el colmo se hizo una conferencia de prensa del futuro secretario de Relaciones Exteriores en un parque.
Cárdenas, quién habla de sus propuestas históricas, con el documento, da respuestas a quienes profusamente confunden al nuevo líder de lo que se llama la cuarta transformación con la izquierda mexicana. Recuperar el 25 Constitucional sería devolver al Estado la rectoría del desarrollo nacional para garantizar que éste sea integral, fortalezca la Soberanía de la Nación y su régimen democrático; el 27 sería restituir la industria petrolera a la sociedad y el 28 evitar los monopolios.
Reconoce, yo diría, junto a las trabajadoras del documento que llamaremos del 27 de agosto, que es cierto que el mensaje de las y los votantes se perló con claridad: no queremos más de esto, llámese como se llame. El estado de ánimo social proporcionó una suerte de blindaje al triunfador y obligó al poder establecido a pensar dos veces la tentación de la salida fraudulenta y autoritaria. Prevaleció la aceptación de la derrota, la salida negociada y la protección de la retirada y el estatus quo, dice el documento.
Y dice más, aunque no explícitamente, la hegemonía neoliberal ha sido severamente cuestionada por la sociedad. La soberbia tecnocrática, la corrupción del sistema político y judicial, los candados del sistema electoral a la participación ciudadana independiente, la penetración del crimen organizado y el agotamiento del discurso mediático, contribuyeron a un “alto aquí” cuyos efectos están por verse.
Las mujeres del grupo 27 de agosto son claras. Para Carolina Ledezma de la Nueva Central de Trabajadores tiene significado la pérdida del poder y pidió, algo muy simple “es necesario impulsar el trabajo decente, digno “y crear empleo formal y estable, con salario justo y suprimiendo o derogando la contrarreforma laboral de 2012 con la que se promueve el empleo informal, poco estable y tercerizado, en lugar de los ofrecimientos “paternalistas”.
Al parecer se están prendiendo luces, signos para enfrentar la suma de agravios, la pobreza, la desigualdad, la multiplicación de víctimas, el desprecio institucional por los derechos humanos, la injusticia, que hoy se traducen en crecientes reclamos que se articulan a través de mecanismos alternos de información – las redes sociales-. Cárdenas llama a tomar la oportunidad, de este momento, para una verdadera y pujante reorganización social, aprovechar el castigo electoral, porque las diversas formas de organización de la sociedad en resistencia, allí están, señala el documento que también critica la ausencia de toda referencia a la justicia de género, como tal, sin ambigüedades.
Y es cierto. Ahí están muchas mujeres organizadas, en pequeños grupos, blandiendo sus históricas demandas, pero que hoy, sin pena ni gloria, asisten a las breves y generales declaraciones de la que será Secretaria de Gobernación, la ministra en retiro Olga Sánchez Cordero o escriben, ya son como once, profusas cartas para proponer candidatas a la presidencia del Inmujeres y podrían alegrarse de que, ya en las oficinas de esa institución se discute la transición y se designó para ello a la ex diputada, ex perredista, ex militante de una organización no gubernamental de Guanajuato, ex Presidenta del Instituto de las Mujeres de la capital, y senadora Malú Micher. En estos hechos cifran su esperanza y se incluyen en la decisión que habrá de tomar, en soledad, el presidente electo Andrés Manuel López Obrador. Veremos.