Lagarde, la transformación
La llegada de Christine Madeleine Odette Lagarde al Fondo Monetario Internacional (FMI) no necesariamente implica una transformación en la política de ese instituto; lo que sí transforma es la imagen social de las mujeres en el mundo de los dineros.
Como ella misma lo señala, llega al FMI “como una mujer con la esperanza de contribuir a la diversidad y equilibrio de esta institución”, en donde es la primera mujer en dirigir al Fondo en 66 años de existencia y donde sólo seis mujeres más se encuentran entre los 30 principales ejecutivos del mecanismo.
Pero no sólo cambiará el rostro del FMI, sino que contribuirá sin duda a la representación femenina en un mundo masculino cerrado y excluyente como el de los dineros, la economía y las finanzas.
Lagarde es también heredera del camino de muchísimas otras ancestras quienes iniciaron el largo trayecto para abrir brecha a otras. Con ella también se confirma que el nuevo milenio es el de las mujeres, pues a partir del año 2000 150 mujeres en el mundo han dirigido o dirigen los destinos financieros de sus naciones.
Ella misma es vista como quien también abrirá camino para otras mujeres, desde Chicago hasta París.
Su presencia seguramente también cambiará la cobertura periodística en la secciones de finanzas, donde la presencia de las mujeres a nivel mundial representa un promedio de 20 por ciento.
Lagarde no sólo es la primera mujer en dirigir el FMI, es la mujer que cambió el pacto masculino a su favor. Sostenerse en el lugar es el reto.
Un deporte con una mentalidad de la patada
Lo que aún no se transforma es la lógica de mirar lo que pasa en el mundo del deporte, especialmente en el futbol, donde los escándalos por compra de comercio sexual van y vienen dejando tras su paso amonestaciones disciplinarias, sin ir más a fondo.
Uno de los primeros escándalos públicos fue en septiembre pasado con la Selección Nacional en un hotel de Monterrey; recientemente, en la Sub 22 ocho jugadores están involucrados en otro asunto similar.
El tema no es la indisciplina de los deportistas, es la aceptación del comercio sexual y la relación perversa entre deporte y sexo.
De esa lógica de la euforia que provoca el deporte en las hormonas masculinas es que se justifica que en cada Mundial se construyan espacios masivos para la compra de cuerpos principalmente femeninos, contribuyendo con ello a la trata y explotación sexual comercial de mujeres, adolescentes y niñas.
Nuestros seleccionados deportivos, cuya representación es pagada con los impuestos de la nación, tendrían que leerse el libro de Lydia Cacho, “Esclavas del Poder”, para comprender qué hay detrás de la compra sexual.
Más que un acto de indisciplina, los directivos futboleros, la Comisión Nacional del Deporte, la Comisión Nacional para Prevenir y Erradicar la Violencia contra las Mujeres (Conavim), la Fiscalía Especial para los Delitos de Violencia contra las Mujeres y Trata de Personas (Fevimtra), y el Sistema Nacional que mandata la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, tendrían que actuar en consecuencia con una política mexicana que busca sancionar la discriminación, promover la igualdad entre mujeres y hombres, garantizar a las mujeres una vida libre de violencia y combatir la trata de personas.
* Directora general de CIMAC A.C.