La Casa de los Perros: Ya nadie les cree
CLAUDIA G. VALDÉS DÍAZ
Enrique Peña Nieto y los gobernadores, incluido el inquilino de La Casa de los Perros, se juntaron felices en Los Pinos, y ahí, en otro de sus eventos cerrados –solo para cuates–, intentaron lavarse la cara ante la impunidad y corrupción que rodean los asesinatos y agresiones constantes contra periodistas. Se llenaron la boca con sus discursos huecos pero, ¿que creen?, ya nadie les cree.
El presidente de la República más repudiado de la historia, y los gobernadores con las calificaciones más bajas, sólo dos, el de Guanajuato, Miguel Márquez, y el de Durango, José Aispuro, lograron de panzazo superar el seis de calificación, organizaron su propia fiesta para abrazarse, besarse y autoengañarse pero, claramente, ya nadie les cree.
Las «máximas autoridades» se reunieron para hablar de los periodistas y la terrible situación que se padece en el país –la peor en el mundo–, justamente sin la presencia de los comunicadores ni de los representantes de los organismos defensores de la libertad de expresión. De risa loca, por eso ya nadie les cree.
Peña Nieto, desde el salón “Adolfo López Mateos”, propuso tres enormes ideas, una de ellas, fortalecer la estructura y el presupuesto del mecanismo de protección de periodistas y defensores de derechos humanos.
Esto para olvidar que la Fiscalía para la Atención de Delitos Cometidos contra la Libertad de Expresión (FEADLE), entre de julio de 2010 y el 31 de diciembre de 2016 registró 798 denuncias por agresiones contra periodistas de las cuales solo tiene registro de tres sentencias condenatorias: una, en 2012; y otras dos en 2016, lo que significa que 99.7% de las agresiones no ha recibido una sentencia. Ya ven por qué nadie les cree.
El mexiquense, más preocupado por hacer, a como dé lugar, que su primo en octavo grado gane la gubernatura del Estado de México, propuso en la llamada «mesa de discusión», establecer un esquema nacional de coordinación con los estados y un protocolo de operación para hacer frente y reducir las situaciones de riesgo de periodistas y defensores de los derechos humanos.
Que ahora, juran, el trabajo periodístico ya no será descartado como una de las líneas de investigación cuando se cometan estos delitos. Ya nadie ni les cree.
Entre gritos de «¡Justicia!», “¡ya no más discursos!”, “¡investiguen!”, la cúpula gubernamental, en su burbuja, dijo que la Feadle, ahora sí, contará con más personal y mejor capacitación a ministerios públicos, policías y peritos. Mecanismos de contacto y diálogo para impulsar confianza y colaboración.
Esto quiere decir que nos debemos olvidar que Ricardo Celso Nájera Herrera, ex titular de la FEADLE, ganó 3.4 millones de pesos como salario, no hizo nada y se fue como Juan por su casa. ¡Vaya, vaya! Por eso ya nadie les cree.
Desde que inició el sexenio de Enrique Peña han sido asesinados 35 periodistas, decenas viven bajo protección y cientos optaron por la autocensura ante la violencia criminal o política.
Según Artículo 19, en 2016, 53% de las agresiones contra la prensa fueron perpetradas por funcionarios públicos de distintos niveles de gobierno, lo que incluye, dos ejecuciones extrajudiciales de periodistas. De ahí que ya nadie les cree.
Luego de 30 minutos de palabrería, Enrique Peña y los gobernadores se marcharon de Los Pinos, dejando además en el aire el tema de la censura que se relaciona con la publicidad oficial y, por supuesto, el cierre de accesos a quienes le son incómodos.
Para los de acá, los periodistas de Zacatecas, el mensaje de Alejandro Tello Cristerna fue simple y vía Twitter: “es nuestra obligación fortalecer las condiciones para el ejercicio pleno del periodismo profesional, riguroso y valiente que México necesita”.
Se olvidó que mientras mantenga en el cargo a quien, desde su arribo a la Coordinación de Comunicación Social, envuelto en un halo de prepotencia y soberbia, se ha convertido en el principal agresor de periodistas, nadie le va a creer.
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