La Casa de los Perros: Las atrocidades en Zacatecas
CLAUDIA G. VALDÉS DÍAZ
Se considera como “atrocidad” el uso intencional de la fuerza física para causar muerte, laceración o maltrato extremo; para causar la muerte de un alto número de personas; para causar la muerte de personas vulnerables o de interés político, y/o para provocar terror.
Así de fuerte y así de feo.
Pues resulta que la organización Causa Común (uno de esos entes que tanto odia el que vive en Palacio Nacional), publicó una galería del horror con las atrocidades que los medios de comunicación (esos a los que tanto odia ya saben quién y compañía) dieron cuenta en este complicadísimo inicio del 2022.
Y sí, resulta que, en Zacatecas, durante los primeros siete meses de la nueva gobernanza, se han registrado 43 masacres. Lo malo que en el mismo periodo inmediato de la anterior administración (la de la herencia maldita) que encabezaba el priista Alejandro Tello Cristerna, la cifra fue de 28. Algo así como un 57.1 por ciento de diferencia.
El detallado informe señala que, durante enero y febrero, ojo, sólo enero y febrero, hubo siete masacres en Zacatecas; ocho asesinatos de mujeres con extrema violencia, y otros ocho homicidios de funcionarios públicos.
Cuando se habla de masacre como que la palabra misma espanta, pero en uno de los estados más violentos del país, ósea aquí en Zacatecas, por ejemplo, el lunes fue escenario de una agresión violenta que se enmarca en este rubro.
Resulta que sujetos armados irrumpieron en una casa ubicada en la calle 2 de Septiembre, en la colonia Francisco Villa. Justo a una cuadra del templo de San Francisco de Asís. Justo también a una cuadra de la delegación de la Fiscalía General de Justicia de Zacatecas, en Fresnillo. Ahí sujetos bien armados mataron a balazos a cuatro personas, tres hombres y una mujer. Se informó que en el interior de la casa había juguetes, pero se desconoce si durante la agresión había niños.
Eso, aunque no les guste, es una masacre.
Pero la galería del horror no puede iniciar un recuento serio sin el terrible evento sucedido el 6 de enero, justo el Día de Reyes, cuando fueron hallados 10 cuerpos al interior de un automóvil enfrente del Palacio de Gobierno de Zacatecas. Sin duda el hecho fue sólo una probadita de lo que en a Zacatecas le esperaba.
Los hechos, desgraciadamente están ahí, y no se pueden ocultar. Como lo sucedido en Fresnillo, el 12 de enero, cuando fueron asesinados tres policías municipales, o en Sombrerete, el 26 de enero, momento en el que fueron hallados los cadáveres de tres policías en una camioneta. O qué decir de las tres personas decapitadas encontradas el 24 de enero en Jerez.
En Fresnillo, otra atrocidad ocurrió el 5 de febrero, cuando fueron 10 los cadáveres con huellas de tortura de los que tuvo que dar cuenta la autoridad. Pero también el 5 de febrero, día en que se localizaron seis cadáveres colgados en un barandal en Pánfilo Natera. O el 8 de febrero, en la capital, cuando se encontraron cinco bolsas con restos humanos. El horror.
Y cómo olvidar el multihomicidio de cinco jóvenes, cuatro de ellos universitarios, que tras ser secuestrados el 13 de febrero cuando salían de un bar en la capital del estado fueron ejecutados y, una de las víctimas, a la que localizaron cinco días después de su desaparición, desmembrada y enterrada.
Y, obviamente, en este recuento de terror, no se puede dejar pasar el terrible hecho de que la entidad es en donde más atentados sufren los cuerpos de seguridad municipales y estatales. Hasta marzo han sido 16 policías los que murieron violentamente. Claro queda que, además de esto, sus familias son ignoradas pues ni seguro de vida ni apoyos de parte de la nueva gobernanza tienen.
Pero qué podrían esperar estas familias si los mismos integrantes de la Policía Estatal Preventiva llevan ocho días en paro y siguen ahí, ignorados, ninguneados y humillados.
El problema es que abril no empieza nada bien. Los 16 asesinatos de los primeros días de este mes, sumados a la fuga de dos reos del penal de Fresnillo, se dan en el marco del movimiento de resistencia de policías estatales que mantienen su protesta tras el despido de siete uniformados que encabezaron la primera protesta y a quienes el secretario de Seguridad Pública, Adolfo Marín Marín, les perdió la confianza.
Si con vigilancia, a los zacatecanos les va como les va, qué se puede esperar sin policías en las calles.
Hoy, los policías estatales dan a conocer una Carta Abierta en la que piden a los ciudadanos no dejarlos solos en su lucha, sobre todo cuando al acudir a una mesa de diálogo, una vez más fueron avergonzados por la autoridad.
Ahí, como ellos mismos lo describen, fueron tratados como delincuentes y sólo se les reiteró, por parte de Humberto Hernández León, coordinador general jurídico, que sus liquidaciones están listas para ser cobradas.
Y además les dejaron en claro que no pueden ser acompañados a los diálogos por el diputado local perredista Juan Mendoza Maldonado. Esa orden la dio la secretaria general de Gobierno, bueno, quien dice que cobra en el cargo, Gabriela Pinedo Morales.
El panorama no parece ser el mejor para los policías estatales en resistencia, sobre todo cuando las vacaciones se acercan y la exposición en medios cae. Su lucha, esa que puede ser la de todos, se ahoga en el silencio y la ignominia gubernamental.
En estos momentos, son 18 los municipios zacatecanos que sin policías están abandonados, son miles las personas a las que el miedo ha desplazado de sus hogares sin visos de que, por más visitas y llamadas telefónicas, puedan regresar y recobrar sus vidas.
No olvidemos que el último informe del INEGI reveló que en Fresnillo, Jerez y Zacatecas es en donde más personas tuvieron que huir de la violencia en los últimos tres meses de 2021.
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