La Casa de los Perros: En Zacatecas deben rodar cabezas ya

CLAUDIA G. VALDÉS DÍAZ

Como una bola de nieve, ante la holganza del inquilino de La Casa de los Perros, ha crecido lo sucedido el pasado 8 de marzo.

Las consecuencias de la violencia indiscriminada en contra de mujeres que fueron golpeadas, arrastradas, desnudadas y retenidas, ha escalado, y seguirá haciéndolo, en tanto no haya castigo y las cabezas de los culpables no rueden.

Ayer, las tribunas del Senado, con Geovanna Bañuelos de la Torre y Claudia Anaya Mota, y de la Cámara de Diputados, con Amalia García Medina, Noemí Luna Ayala, Ana Karina Rojo, Lilia Aguilar, Blanca Alcalá, Joanna Felipe Torres y Margarita Zavala, se encendieron con la petición de justicia para las víctimas.

Claro que no faltó el prietito en el arroz. Y fue la senadora Soledad Luévano Cantú, con su torpe lectura de siempre, quien pidió “no politizar” lo ocurrido en Zacatecas el 8 de marzo.

Para la morenista, la misma a la que de manera burda bajaron de su candidatura al Senado, “como sucedía antes”, dijo que “en gobiernos anteriores se atentó contra mujeres en Atenco”, pero que “en Zacatecas los hechos se están sacando de contexto». Sin remedio.

Y lo dijo bien Geovanna Bañuelos: la defensa hacia las mujeres oprimidas y violentadas no se politiza, es una cuestión vital para lograr una sociedad justa e igualitaria.

Porque, aunque no les guste a los morenistas, defender a las mujeres que fueron maltratadas por la policía estatal y municipal no es politizar. Politiquería, diría Andrés Manuel López Obrador, es abandonar una sesión en el Congreso para evitar que los puntos de acuerdo referentes al tema no se toquen. Eso sí da pena ajena.

Hoy, lo que corresponde es que las denuncias presentadas ante la Fiscalía General de Justicia caminen por el rumbo correcto. Y que las quejas ante las Comisiones Estatal y Nacional de Derechos Humanos no queden guardadas en un cajón y que las recomendaciones sean atendidas.

Pero también toca que las pulgas no se las carguen a quien no le corresponde.

Porque a pesar de las envidiables credenciales que trae a cuestas Óscar Aparicio Avendaño, actual subsecretario de Operación Policiaca de la Secretaría de Seguridad Pública de Zacatecas, se debe decir, fuerte y claro, que fue él, y nadie más que él, el encargado del operativo del 8M.

Aparicio Avendaño, extitular del Centro Nacional de Atención Ciudadana, un supuesto mecanismo de enlace con la ciudadanía para la atención de las denuncias de la población en materia de seguridad, particularmente las relacionadas con la posible comisión de delitos federales, demostró que ni sus estudios ni los encargos anteriores le han servido para nada.

Y ya había dado visos de su insensibilidad cuando en la comunidad La Soledad, en Villanueva, fueron encontrados sin vida Jorge Alberto, Héctor Alejandro, Gumaro, Jesús Manuel, Óscar Ernesto y Diego.

Aparicio Avendaño, de la mano de un sujeto al que en la nueva gobernanza se le conocía como El Taquero, no sólo escondió la cabeza durante días para, después, optar por revictimizar a los siete chicos.

Del subsecretario de Operación Policiaca y El Taquero fue la “brillante idea” de correr el rumor de que los muchachos que participaban en una pijamada en el rancho familiar, y que fueron violentamente sustraídos de su hogar, estaban involucrados con los grupos delincuenciales que mandan en Zacatecas.

Hoy, ante la hecatombe que ha caído sobre la nueva gobernanza y su indolente gobernador, Óscar Aparicio guarda silencio. Se esconde. No da la cara y, mucho menos, afronta su responsabilidad.

Pero si no lo hace el jefe, ¿por qué habría de hacerlo él?

Y en la misma circunstancia está el director de la Policía Municipal de la capital, Gustavo Serrano Osornio, quien siguiendo las órdenes del alcalde Jorge Miranda Castro, hoy más preocupado en reelegirse que en atender sus obligaciones, se encargó de ordenar el ataque a las mujeres cuya única culpa fue ir a manifestarse.

Las mismas víctimas refieren que llamaron a Jorge Miranda pidiendo ayuda, pero fueron ignoradas.

Definitivamente llegó el momento de que los culpables paguen. Y que sea el secretario de Gobierno, Rodrigo Reyes, si no quiere desalojar el primer piso de La Casa de los Perros, se amarre los pantalones y ajuste cuentas ya.

Una consecuencia

En el Congreso del Estado, con 16 votos a favor y ocho en contra, fue revocado y dejado sin efecto la declaratoria de “2024. Año de la paz en Zacatecas”.

Ello, tras los hechos violentos perpetrados en contra de las mujeres que marcharon en la conmemoración del “Día Internacional de la Mujer”.

Y claro está, fueron los diputados de Morena: Maribel Galván Jiménez, Armando Juárez González, Imelda Mauricio Esparza, Oralia Félix Estrada, Gabriela Pinedo Morales y Roxana Muñoz González, quienes votaron en contra del dictamen.

Pero también lo hicieron los del Verde Ecologista: Susana Barragán Espinosa y Nieves Medellín Medellín.

Para estos diputados, Zacatecas es un edén. En Zacatecas se respira paz y armonía. Todo es felicidad. Bien por ellos.

Pero ojo porque algunos de ellos lo visitarán para pedirle, otra vez, su voto este 2 de junio. Ya si como ciudadano vuelve a caer, después no se queje.

Por cierto, los diputados más aguerridos para defender la idea de remover esa loca idea de que este 2024 es el año de la paz en Zacatecas fueron Xerardo Ramírez Muñoz y Priscila Benítez, ambos registrados ante el IEEZ como candidatos a diputados locales por el PT, dentro de la coalición La esperanza nos une que integran además Nueva Alianza y el PES.

Y como prioridades son prioridades, esperemos ver cómo le va a Rodrigo Ureña, ahora que, por el PRD, pero respaldado por priistas y panistas, buscará la alcaldía en Jerez, en donde se vivirá una de las elecciones más competidas.

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